Naty es una de las celebridades que más disfrutan de jugar con los extremos. Puede convertirse en una auténtica diva y subirse a unos tacos altísimos para posar en las revistas, pero también puede soprendernos al recibirnos en su casa descalza, despeinada y a cara lavada, o de tirarse al suelo en su local de Las Oreiro para pegar una alfombra.
Puede sentarse a hablar de su carrera, de moda y de amor frente a miles de espectadores en el living de Susana Giménez, pero también suele arremangarse para realizar tareas solidarias, como ser la anfitriona de la gala por los 90 años de la Mansión del Four Seasons, a beneficio de Unicef. Esa destreza camaleónica de mostrarse en diferentes facetas, sin perder su verdadera esencia, quedó plasmada en la película Mi primera boda, que se estrenó este mes en todo el país. "En esta comedia interpreto uno de los roles más antagónicos a mi personalidad. Soy Leonora, una novia perfeccionista que sueña con tener el mejor casamiento del mundo... ¡Algo totalmente opuesto a mí! La obsesión de Leonora para que todo salga bien es tan grande, que su novio le oculta ciertos problemas durante la fiesta, que hacen peligrar la boda", cuenta, mientras recuerda que, a diferencia de su personaje, en su vida real ella fue una novia hippie, porque se casó (con Ricardo Mollo, el líder de Divididos) a bordo de un barco en Brasil, y porque en lugar de sellar su amor con alianzas, lo hizo con una estrella tatuada en su dedo anular.
Pasaron diez años de aquella unión entre la actriz y el rocker, y hoy son una de las parejas más consolidadas y queridas del ambiente. Consecuencia de ese gran amor, esperan la llegada de su primer hijo. "Estoy feliz con el embarazo porque fue algo buscado. Darle la noticia a Ricardo fue lo más loco que hice por amor en toda mi vida. No me imagino mucho cómo será esta nueva etapa, solo deseo que mi bebé sea feliz", confiesa.
Si bien es embajadora de L´Oréal y acaba de grabar en Colombia la serie Lynch, decidió hacer un stop en su agenda laboral hasta enero, mes en el que nacerá su hijo, que ya confirmó que será un varón y "rockerito". En el mejor momento de su vida, Naty charló con Cosmo para festejar su futura maternidad y los 15 años de la revista.
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COSMO: ¿Nunca fantaseaste con llegar al altar vestida de blanco, como en la peli?
NATALIA: No. Sé que la mayoría de las mujeres nace con el sueño de cumplir los 15 y de casarse para tener su gran fiesta, pero yo he tenido otras expectativas. Quizá cuando era más chica se me cruzó alguna vez esa fantasía. De hecho, tuve una fiesta de 15 aunque no fue tradicional porque mi vestido fue rojo, no blanco. El tema es que desde que me convertí en una figura pública, la idea de casarme y que hubiera cámaras alrededor me resultaba aterradora. Por otro lado, soy de las que piensan que en los casamientos, además de gastar fortunas de dinero, entre las fotos, el juego de las ligas y el vals terminás estando más con los invitados que con el hombre que amás. En Mi primera boda, Leonora le dice al novio: "El casamiento no es un gasto, es una inversión porque la gente te regala más de lo que cuesta el cubierto". Seguramente haya gente que piensa así, pero para mí eso es lo menos.
