Seguramente conocés a alguien que en este exacto momento está intercambiando e-mails y SMS con un colega de la empresa. O quizá seas vos la que haya sido flechada por ese Cupido que circula entre los escritorios, por los pasillos y por las salas de reuniones de una compañía. Un estudio realizado por el portal Trabajando (www. trabajando.com.ar) demostró que el 31% de los argentinos tuvo romances en el ámbito laboral. ?Son más usuales de lo que pensamos, y menos destructivos de lo que suponemos. Los affaires e, incluso, las relaciones serias se pueden manejar, siempre que ambas partes sepan separar el área personal de la laboral. No debe haber parcialidad ni escándalos en la oficina, como tampoco se puede invadir el espacio laboral del otro. Si eso se respeta, es posible tener un romance en el trabajo sin que eso afecte tu carrera?, asegura Pablo Molouny, gerente general del site.
En el caso de que no aguantes las ganas de llevarte a la cama a ese bombón de Ventas, es importante que sepas cómo hacer para que la situación no interfiera en tu carrera laboral.
Un universo particular
A diferencia de lo que se da en el boliche (en un par de horas decidís si te transás a un extraño) y en Internet (la pantalla habilita toda suerte de engaños), cuando compartís un ámbito laboral llegás a conocer muy bien a la otra persona. La mayoría de los empleados trabaja alrededor de 40 horas semanales (o más). Cada vez hay menos tiempo para encontrarse con amigos, para frecuentar los bares y para conocer a alguien nuevo. Conclusión: existen muchas posibilidades de pegar onda con un compañero de trabajo. ?En la actualidad, el 60% del staff de las empresas está compuesto por jóvenes solteros, y eso hace que funcionen muchos mecanismos de identificación. Comparten edad, trabajo e intereses, y existe cierta sensación de que forman parte de una comunidad?, explica el máster en Recursos Humanos Alejandro Ferrazzuolo, gerente de la consultora Sesa Select. Todos se sienten parte de ese micromundo que es la empresa. Entonces, es lógico que ahí adentro se den romances. ?Usualmente, las empresas toleran los romances entre gente soltera. De lo contrario, estarían promoviendo las aventuras clandestinas: algo así generaría una desconfianza permanente y mutua entre la compañía y sus empleados, lo que afectaría el clima laboral. Sin embargo, muchas firmas pueden tomar medidas si ven que ciertos tipos de relación son problemáticos?, asegura Ferrazzuolo. En casos de infidelidad conyugal explícita (todos en la oficina saben que la recepcionista tiene un romance con un gerente casado, por ejemplo), la empresa evitará ser cómplice, porque eso podría afectar su imagen. Si bien una situación así no es causal de despido (ya que la infidelidad es una conducta privada), pueden tomar otras medidas (trasladar de área a alguno de los empleados, por ejemplo).
No esperes discreción. Pensar que tu romance no trascenderá es igual (o peor) que creer en los Reyes Magos. Tal vez ninguno de ustedes hable, pero algún compañero seguramente se dará cuenta de la situación. A Sandra*, una jefa de Cuentas de 31 años, la ?radio pasillo? la agotó tanto, que decidió terminar la relación con un asistente de Sistemas. ?Salimos dos veces y la pasamos bien, pero después empezó el chusmerío. Lo que más me molestó fue que dijeran que yo hacía favoritismo con él: me pareció tan injusto, que opté por cortar?, cuenta.
¡Viva el amor!
Si vas a tener una historia de este estilo, es fundamental que dejes la ingenuidad de lado y que tengas en cuenta algunas consideraciones básicas. Como en cualquier otra relación, existe la posibilidad de una pelea o de una ruptura. Y esa instancia no debe afectar tu rendimiento. ?Las relaciones amorosas entre los empleados, si están bien llevadas, pueden aumentar la motivación y el interés por el trabajo. Pero si ese vínculo se corta o entra en crisis, es probable que los enfrentamientos se trasladen al ambiente laboral, y que generen un mal clima?, advierte Ferrazzuolo. Otro aspecto para considerar es que la primera impresión que tenés del otro es la profesional. ¿Creés que el director de Ventas se vería igual de sexy caminando en bermudas por la playa, sin impartir órdenes? Es probable que no. En el trabajo, muchas veces actuamos un personaje. Pensá: ¿la ropa que usás para ir a trabajar realmente tiene que ver con vos o es parte de una fachada? Entonces, no te dejes seducir solo porque ese hombre tiene una imagen de este estilo. Hace falta mucho temple para mantener una relación en el ámbito laboral. No solo por el juicio ajeno (nunca falta la compañera envidiosa, capaz de decir barbaridades), sino por lo que puede suceder si el romance no prospera. Tené en cuenta que seguramente verás a diario a ese hombre y que (lo más importante) vas a tener que morderte la lengua para no hacerle ningún reclamo. No podés llorar, ¡ni en el baño! Ante todo, tenés que comportarte como una profesional.
Lo que no está permitido
Si consultaste al departamento de Recursos Humanos de tu compañía y constataste que no hay ninguna restricción que impida tener un romance con un colega, es momento de fijarte en el código de conducta no dicho. Es verdad que buena parte de las empresas no tiene reglas oficiales, pero eso no significa que funcione un ?vale todo?. Ciertas situaciones pueden ser vistas con incomodidad. ¿Cuáles? ?Un vínculo entre un jefe y un subordinado directo o entre dos personas inmediatas en la escala jerárquica, porque podría haber sospecha de favoritismo; también entre empleados de áreas sensibles (como un contable y un auditor) o entre un empleado y alguien externo a la compañía, pero vinculado a ella (un cliente, un competidor o un proveedor, por ejemplo)?, enumera Molouny. En cualquiera de esos casos, la empresa puede tomar medidas que van desde el traslado de área hasta el despido (aunque esto último es muy difícil que ocurra, porque la jurisprudencia argentina actual afirma que una relación afectiva no puede ser causal de despido, ya que forma parte del ámbito privado). Según el artículo 66 de la Ley de Contrato de Trabajo nacional, cualquier modificación que haga la empresa tiene que ser llevada a cabo sin alterar sustancialmente los términos del contrato de trabajo. O sea: no pueden cambiarte el sueldo, la categoría laboral ni las tareas. Pero pueden hacer otros cambios que consideren necesarios. Entonces, antes de tirarte a los brazos (o a la cama) de tu compañero de trabajo, evaluá los riesgos.
FOTOS: NICK ONKEN.
