¿No te perdiste ni un capítulo de Teen Wolf y te derretís cuando mirás True Blood? Tu enganche es muy entendible: hay algo fascinante en esos hombres lobo. Ellos se comportan como bestias hambrientas, que no se detienen hasta no conseguir lo que desean. Cuando tienen sexo, se guían por sus instintos básicos: hacen foco en sus apetitos y buscan solo su propia satisfacción.
Su conducta es similar a la de los animales. "Durante la temporada de apareamiento, la loba segrega una hor mona que le indica al macho que está lista. Cuando él la detecta, se dedica a aparearse frenéticamente: lo hace muchas veces durante el día", asegura el biólogo especializado en vida salvaje Jeremy Heft, del Wolf Education and Research (Centro de educación e investigación de lobos), en Idaho, Estados Unidos. Los expertos en pareja aseguran que este comportamiento, que parece tan "salvaje", es digno de ser imitado. "Hay que prestar especial atención a los propios deseos, gustos y necesidades. Si no estamos atentos a lo que nos pasa, podemos entendernos mal con otro en la cama", asegura el sexólogo clínico Adrián Helien (www.tusexologo.com). Entonces, animate a convertirte en una loba.
Yo, me, mi
El egoísmo erótico tiene mala prensa, pero lo cierto es que juega a favor de la pareja. "Lo que más se valora es la satisfacción del otro, y esto nos lleva a perdernos de vista a nosotros mismos. Cuando pasa algo así, los dos miembros de la pareja resultan perjudicados", afirma la psicoanalista Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Un factor clave del sexo salvaje consiste en prestarle atención pura y exclusivamente a tu deseo. Al concentrarte en tus sensaciones, vas a lograr un placer mucho más intenso. "Esto puede parecer muy obvio, pero poca gente lo practica. La conexión con uno mismo y con su registro del placer es fundamental", explica Helien.
Cuando nada te importa más que pasarla genial, no existen inhibiciones. Esta actitud es terriblemente sexy y hará que tu hombre se sienta mucho menos presionado por el "compromiso" de llevarte al clímax. Entonces, igual que vos, va a concentrarse en su propio disfrute. "Conviene entender que, especialmente en materia de sexo, una cosa es ser narcisista (excitarse con uno mismo, sin considerar a la pareja) y otra, muy diferente, ser sanamente egoísta y autocomplaciente. Al fin y al cabo, uno no puede pedirle al otro lo que no está en condiciones de darse a sí mismo", afirma Guraieb.
Liberá tu fiestera interior
¿En la intimidad solés ser más bien pasiva y hasta un toque naif? La piel de cordero solo está permitida si sirve para camuflar (y solo durante algunos minutos) la loba feroz que sos. No tengas miedo de pedirle a tu hombre exactamente lo que querés. "Como sólo uno conoce su mapa erótico, hay que ser claro y preciso", recomienda Helien. Mostrate exigente y actuá como las protagonistas de True Blood: acorralalo, besalo y ordenale que te diga esas cosas que te hacen delirar de placer. También podés concentrarte en tus fantasías Triple X. Por supuesto: no las compartas con él. Como ya te dijimos, el egoísmo y el placer personal son componentes obligatorios de este estilo erótico que te conviene experimentar de vez en cuando.
Comételo crudo
Dejate ganar por la espontaneidad. Conocés la importancia del juego previo, pero esta vez se trata de evitar lo habitual: tienen que comportarse como un par de lobos. Olvidate entonces de todo lo que prescribe el amor civilizado y andá derecho a lo que te interesa. O sea: abalanzate sobre él cuando tengas ganas. Esta clase de erotismo no puede (ni debe) planificarse. Empezá a besarlo y a acariciarlo en sus zonas erógenas, sin importarte que él acaba de llegar del trabajo o que están... ¡en el ascensor! Después, hacele adoptar tu pose sexual favorita, tocate y obligalo a mirarte, empujá su cabeza hasta que quede entre tus piernas: hacé con él lo que se te antoje.
