El placer que solo compartís con vos misma

Fotos: Cosmopolitan
El placer que solo compartís con vos misma
La mayoría de las mujeres practica el autoerotismo, aunque pocas lo admiten en público. Investigamos este hábito íntimo que (ejem...) nos toca tan de cerca.
Publicado el 28/03/12 por LAURA JANE MACBETH CON APORTES DE LULÚ GAITÁN.

Para los varones, la autoestimulación es una instancia más de su vida sexual: la practican y hablan de ella sin ningún tipo de pudor. En cambio, nosotras nos mostramos más inhibidas con respecto a ese tema. ¿A qué se debe la timidez? "La autoestimulación existió siempre, en todas las culturas, pero nuestros comportamientos sexuales están muy dominados por la tradición judeocristiana", asegura la psicóloga y sexóloga clínica Diana Resnicoff, de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana. Y si bien en los últimos tiempos las mujeres empezamos a ser libres para disfrutar del sexo, el derecho al placer todavía no aplica para nuestro autoerotismo. "Aunque ya en los años 50, la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Medicina la consideraban una conducta saludable y necesaria, todavía prevalecen los prejuicios y la educación religiosa. A las mujeres les cuesta tocarse, apretarse, frotarse y, mucho más, hablar de eso", explica la sexóloga.

El autoerotismo es beneficioso en muchos sentidos: te ayuda a liberar sustancias que mejoran tu humor y tu salud (como las endorfinas, la dopamina y la oxitocina), y desarrolla tu capacidad de goce. Esta práctica te permite explorar tu cuerpo y tu placer, sin estar condicionada por la presencia del otro: nadie te apura ni te fuerza a tener un orgasmo. Entonces, podés ensayar con tranquilidad todo tipo de caricias y de roces, en cualquier área de tu anatomía. "Es fundamental saber qué nos gusta, qué tipo de presión o de roce nos excita, para después poder guiar a nuestros compañeros. La autoestimulación nos enseña a ser sexualmente activas y a asumir la responsabilidad por nuestro placer", dice Resnicoff. Por eso, decidimos investigar sobre este tema, para que saques el máximo provecho de tus sesiones solitarias.

Yo, me, mí, conmigo
La mayoría de nosotras descubrió el autoerotismo en la adolescencia, e incluso antes. Convengamos: ya es momento de que le hagas un update a tu técnica. "Es indispensable darse un tiempo para mirarse, acariciarse, tocarse y conocerse", asegura la especialista. Lo ideal es tener a mano un gel lubricante y, fundamentalmente, nada de apuro. Creá un entorno adecuado: tomá un baño de inmersión con aceites esenciales relajantes, bajá las luces de tu cuarto, encendé velas aromáticas y poné música que te inspire. Tumbate sobre la cama con las piernas abiertas y relajadas, y empezá a acariciarte los brazos y el abdomen, mientras das rienda suelta a tus fantasías más hot. No te censures ni trates de imponer una imagen determinada: dejá que tu mente juegue libremente. A medida que te vas encendiendo, la sangre fluye a tu zona Sur, para lograr lo que se conoce como plataforma orgásmica. En este momento, podés explorar con los dedos tus genitales: palpá, acariciá y pellizcá suavemente, hasta encontrar el toque que más te haga gozar.

Una encuesta de Cosmo reveló que los hombres nos superan en lo que se refiere a la cotidianeidad del hábito, pero nosotras invertimos más tiempo en él: el 31% de las chicas le dedica unos 20 minutos a cada sesión. Y un porcentaje parecido alcanza el orgasmo múltiple. Para maximizar esta experiencia, la coach sexual Rachel Foux sugiere: "Cuando te acerques al clímax, probá frenar un poquito y luego retomar la acción. O bien, cuando alcances un pico de placer, tratá de seguir estimulándote, hasta generar otro orgasmo", recomienda.

Si querés vivir una experiencia extraordinaria, incluí a tu Punto G. Ubicate sobre la cama, boca arriba, con las piernas separadas y las rodillas cómodamente flexionadas. Introducí dos dedos en tu vagina y empezá a revisar. Pensá alguna cosa que te excite mucho: cuando eso sucede, el Punto G se expande, y te resulta más fácil ubicarlo. Buscá una zona redondeada, de textura esponjosa o ligeramente áspera, ubicada en la cara delantera. Dirigí los dedos hacia arriba y presioná contra el hueso púbico. Luego, con uno de ellos, hacé el gesto de llamar a alguien. ¿Cómo te das cuenta de que ya lo encontraste? Porque vas a sentir ganas de orinar. Como este punto mágico está tan cerca de la uretra, tocarlo dispara una necesidad urgente de ir al baño. Claro que, después de algunos segundos, este apuro pasa. Lo que queda es una sensación de gozo cada vez más intensa.

Si querés una de esas experiencias que te vuelan la cabeza de placer, probá el orgasmo combinado: a la estimulación del Punto G, sumale la del clítoris.

Violeta*, una diseñadora gráfica de 27 años, cuenta: "Me masturbo casi todos los días, a la noche, cuando mi novio duerme. El sexo con él es copado, pero algunas veces quiero hacer la mía. También me toco cuando estoy estresada: es la mejor forma de relajarme. Los orgasmos que tengo sola en general son más rápidos, porque sé exactamente qué hacer, mientras que los que tengo con mi novio son más variados".

¿Es normal hacerlo todos los días? Vos sos la que estipula la frecuencia, de acuerdo a tu gusto. "La única señal de alarma es cuando se convierte en una actividad compulsiva y, en vez de proporcionar placer, sirve para calmar la angustia", advierte Resnicoff.

Lo que enciende el circuito
La mayoría de las mujeres acude a la imaginación para entrar en clima. La fantasía más común suele ser una escena de pasión desaforada y casual. Otras favoritas son la de dominación (vos sos la que somete o la que es sometida), una romántica (el sexo es el epílogo de una escena de amor), una experiencia con otra chica o tener sexo con un conocido (el jefe, un amigo o tu vecino).

Eva, una empleada administrativa de 31 años, dice: "Me encantan los relatos eróticos. Los bajo de Internet, los imprimo y empiezo a leerlos mientras me toco. A veces, para inspirarme, recuerdo la escena hot de alguna película", cuenta.

También podés incorporar los ejercicios Kegels a tu rutina de autoestimulación: contraé tus músculos pélvicos, contá hasta tres y recién entonces relajalos. Estimulá tus zonás erógenas durante las dos fases (contracción y distensión), para descubrir cuándo sentís más placer.

Cada vez son más las mujeres que incorporan un sex toy a sus sesiones solitarias. "Yo siempre les recomiendo a las clientas que, aunque lo compren para usar en pareja, lo estrenen solas. Es la base del autoconocimiento. Hasta hace una década, eran de color carne, con diseños que buscaban ser realistas. Afortunadamente, ahora son más girl-friendly. Existen modelos exclusivos para la estimulación del clítoris, que no están destinados a la penetración", explica Ana Ottone, la dueña del sex shop para mujeres Sophie Jones (sophiejones.com.ar).

Dejá que él te espíe
Valeria, una publicista de 31 años, asegura: "Muchas veces me masturbo adelante de mi novio. Esto mejoró nuestra vida sexual. A él le encanta, le parece supererótico, y es una buena manera de enseñarle lo que me gusta".

O sea: la estimulación no es un recurso de las solteras. Definitivamente, es un buen hábito para cultivar con tu hombre. "El buen sexo pasa por la apertura, por la comunicación y por la intimidad. Compartir el autoerotismo es una forma brillante de lograr las tres cosas y de mostrarle a tu compañero qué es lo que te excita. También te ayuda a comprender tu propio deseo y sus fluctuaciones: algunos días, te va a excitar una cosa, y otros, algo completamente distinto", asegura Foux.

* Para preservar la privacidad de los testimoniantes se cambiaron algunos nombres.

No necesitas estar registrado ni iniciar sesión en Facebook
ENCUESTA