La columna de la ex

Desventuras de una chica que rompió con su novio… Y volvió a enamorarse. CAPÍTULO 24

24

Ya hacía 15 días que estaba en San Pablo y la convivencia con Diego era 100% alegría  brasileña. Apenas llegué, en el camino del aeropuerto a su casa, mientras avanzábamos a un kilómetro por hora en medio del famoso tránsito local, Diego me adelantó sus planes:  “Voy a hacer que te enamores de esta ciudad, como yo estoy muerto con vos”. Después de dos años juntos y de dos meses separados, se había producido el gran milagro: ¡él hablaba de lo que sentía por mí!

La mejor bienvenida
El encanto duró lo que él tardó en pronunciar la frase: enseguida cambió de tema (el tipo siempre fue un  gambeteador profesional). Empezó a contarme lo fácil que eraadaptarse a la “Nueva York latinoamericana”, lo copados que eran sus compañeros de trabajo y lo bien que se vivía en esa ciudad. Cuando entramos en su departamento, quedé en estado de shock: no era solo porque estaba en un piso 17, porque tenía una vista impresionante y porque parecía sacado de una revista de decoración. No. Diego se dio cuenta: “¿Viste? Ordené todo para que no friquees”. Quise comérmelo a besos, pero no dio tiempo: me agarró de la cintura y me dijo: “Me muero de ganas de mostrarte el cuarto”.

El gran ultimátum
Cuando Diego se proponía algo, lo cumplía: era el mejor guía turístico del mundo. Se había pedido unos días de vacaciones, así que estábamos todo el tiempo juntos. Me mostró la ciudad: realmente era impactante. Dos o tres veces por semana íbamos al Mercado Municipal o al barrio oriental Liberdade, él compraba exquisiteces y a la noche preparaba algún plato exótico. “Si te mudás conmigo, te prometo que nunca más en tu vida vas a pedir delivery”, insistió varias veces. Sonaba como un chiste, pero yo conocía su tono “te-lo-digo-en-broma-pero- tomátelo-en-serio”.
Una tarde, mientras caminábamos abrazados por la orilla del mar, en  Guarujá, Diego me propuso: “¿Y si alquilamos una casita de fin de semana en esta isla? Podríamos venir todos los viernes a la noche y pasar el fin de semana”. Stop: ¿desde cuándo él daba por sentado que yo iba a instalarme en San Pablo? Unos días atrás, mientras tomábamos unas caipirinhas y hablábamos de cómo nos habíamos extrañado, acordamos que él iba a respetar mis tiempos, porque mudarme a otra ciudad era una decisión importante. Sin embargo, Diego había iniciado el countdown sin mi permiso.
¿Qué hace una chica cuando se siente manipulada? Estalla, por supuesto. “Yo te adoro, pero también amo la vida que tengo en Buenos Aires. Y quedamos en que no ibas a presionarme. Es muy fácil lo tuyo: vos decidiste que tu profesión era más  importante que nosotros, ¿y ahora yo tengo que dejar todo y seguirte?”, le recriminé. ¡Nuestra primera pelea paulista!
Volvimos al auto y no hablamos durante una eternidad. En un momento, él me dijo: “Yo solo quería demostrarte lo importante que sos para mí”. Me sentí una tonta, quería rebobinar y borrar lo que había dicho.
Continuará…

TEXTO: CLARA ULRICH. ILUSTRACIÓN: CECILIA GABBI.

La columna de la ex.

Desventuras de una chica que rompió con su novio… Y volvió a enamorarse. CAPÍTULO 23

24

Mi mamá decía: “¿Cómo sabés que no te gusta, si no lo probaste?”. Con esta estrategia logró que yo comiera brócolis y polenta.
Desde que Diego se había radicado en San Pablo, yo no dejaba de preguntarme: ¿Debería “probar” el noviazgo a distancia, en vez de descartarlo de antemano? Hablábamos mucho del tema con mis amigas, pero no lográbamos ponernos de acuerdo. “Pasa igual que con los romances de verano: terminás sufriendo”, advertía una. “Si es el amor de tu vida, vas a superar ese obstáculo”, opinaba otra. Una tercera decía: “Lo bueno de las relaciones a distancia es que te ratoneás mucho más”. Y no se equivocaba.

La columna de la ex

Desventuras de una chica que rompió con su novio… Y volvió a enamorarse. CAPÍTULO 22

23

Llegamos a 2013 : el mundo no se acabó. Pito catalán a los mayas y al resto de los pronosticadores. En realidad, no daba para burlarme: yo también era muy mala pronosticadora. Pensé que con Diego iríamos juntos hasta el fin del mundo, pero él se fue a San Pablo el día después de Navidad. El “jo jo jo” de Papá Noel sonaba muy sarcástico. ¿Tan mal me había portado el año pasado para recibir semejante regalo?

La columna de la ex

Desventuras de una chica que rompió con su novio… Y volvió a enamorarse. CAPÍTULO 21

22

Después del conflicto en el casamiento de mi amiga, las cosas con Diego estaban un poco tensas. En realidad, yo era la que estaba tensa (como la gran mayoría de los hombres, él mucho no registra cuando hay un problema en la pareja). Es que no podía dejar de preguntarme: “¿Vamos a ser novios forever? Se supone que cuando estás enamorado querés que la relación avance, ¿no?”. Pero mi novio estaba en modo “no sabe, no contesta”. Evidentemente, él no estaba tan enganchado conmigo como yo con él.
Tenía que decidirme: aceptaba las cosas tal como estaban (desparejas y sin futuro) o rompía la relación. Necesitaba que el universo me enviara una señal.

La columna de la ex

Desventuras de una chica que rompió con su novio… Y volvió a enamorarse. CAPÍTULO 20

21

Con Diego estábamos más in love que nunca: éramos una versión menos trágica de Marcos y Victoria en Dulce amor. Dormíamos juntos casi todas las noches y ya hablábamos de las vacaciones. ¿El tema de la convivencia? No sabe, no contesta. Parecía que mi novio no tenía demasiado interés en que nuestra relación avance. Algunos días, su actitud me molestaba muchísimo y otros, yo actuaba como si la vida fuera una clase abierta de yoga: me relajaba y dejaba que todo fluyera. Pero sabemos que aquello que suena demasiado fácil resulta complicadísimo, así que casi todo el tiempo yo me sentía frustrada.
Me había convertido en una bomba de tiempo: tarde o temprano, iba a detonar.