mayo 20, 2014

Estimada Asia, hasta pronto y gracias

Estimada Asia, hasta pronto y gracias
Finalmente llegó el día. Ese día que por tantos meses nos había dado la sensación de que no llegaría nunca, ese que parecía estar inscripto ahí  en el horizonte, ese día lejano llegó: el de la vuelta. Nos íbamos de Asia, un continente que nos atrajo por su exotismo y por lo poco que conocíamos de él, y que después de seis meses recorriendo sus recovecos se había convertido en casa. Fueron seis meses de compartir, de vivir cada día abiertas a la incertidumbre y a la incógnita de qué nos esperaría al final del día, recorriendo lugares fascinantes y creciendo en todos los aspectos. Si nos fuimos siendo grandes amigas, volvíamos como hermanas. Y si nos fuimos sintiendo que nos faltaba mucho por aprender, volvíamos  sabiendo de que aún nos faltaba más de lo que pensamos. Volvíamos siendo nosotras: ni hippies, ni dogmáticas, ni extremistas, ni nada… Nos sentíamos más que nunca Jime y Flor, con una perspectiva un poco más amplia de la vida y del mundo, pero nosotras en esencia. “¡Un brindis por esto y por tanto más!”. Sentadas en un bar en la calle de Bangkok escuchábamos música en vivo mientras nos reíamos, acordándonos de anécdotas y de lugares y de personas que más nos habían significado. Nuestro avión salía esa madrugada. Una montaña rusa de sentimientos. Cerrábamos una gran etapa para comenzar otra: allá en la otra punta...
mayo 13, 2014

Bangkok, volviéndonos a sorprender

Bangkok, volviéndonos a sorprender
“¡Llegó el día de Chatuchak!”, me dijo Jime apenas nos levantamos. Era nuestro último fin de semana en Asia antes de volver al Occidente, y habíamos decidido dedicar un día a hacer compras. Durante el viaje apenas lo habíamos hecho: queríamos cargar lo menos posible en las mochilas y, además, preferíamos usar todos nuestros fondos para viajar. Pero ahora, después de seis meses en la ruta queríamos conseguir algún regalo para nuestras familias, novios y amigos y algún recuerdo para nosotras. Nos levantamos temprano. El caos de las calles de Bangkok  y el tráfico en el que los tuk tuks hacían lo que podían por avanzar ya nos eran familiares. Nos tomamos el skytrain (el metro que va por arriba de la ciudad) hasta la estación Mo Chit y seguimos a una multitud: todos se dirigían a Chatuchak.                        Chatuchak es un mercado de fin de semana con más de 8.000 tiendas y 27 secciones diferentes de TODO lo que uno pueda imaginar: escarbadientes de colores, camperas Harley Davidson, Budas que miden desde diez centímetros a cinco metros, tuppers herméticos, aceites exóticos, mascotas… La lista es interminable.  Después nos enteramos que lo visitan unas 200.000 personas por fin de semana. Más que un día de shopping fue una aventura: nos sumergimos por pasillos interminables, fascinadas por objetos extravagantes. Caminamos durante horas, negociando precios...
mayo 6, 2014

Un paseo nocturno por Ko Phangan, la isla de la Full Moon Party

Un paseo nocturno por Ko Phangan, la isla de la Full Moon Party
“Ya que estamos en la isla de al lado, vayamos a ver que onda…”, me dijo Flor esa mañana mientras desayunábamos nuestro clásico jugo de mango y ananá. De manera bastante espontánea, hicimos las mochilas y nos fuimos al puerto para tomarnos un ferry a Ko Phangan. Embarcamos rumbo a la isla de la famosísima “Full Moon Party”, una parada obligada para todos los jóvenes viajeros del sur de Tailandia. Mientras navegábamos por el golfo de Tailandia hablamos con grupos de jóvenes de distintas nacionalidades que, con sus parlantes portátiles a todo volumen, se iban preparando para la fiesta.                        La Full Moon Party empezó en el año 88,  como un encuentro de hippies de todo el mundo en ese perfecto Edén en el que podían quedarse toda la noche en la playa fumando marihuana y tocando la guitarra hasta el amanecer. Dos décadas y media más tarde, la “Full moon party” sigue en pie, pero con una dinámica bastante diferente.  El evento es uno de los más famosos de la zona, al que llegan unas 30 mil personas por mes. El hit no es solo la noche de la luna llena: durante la semana previa se organizan fiestas en diferentes partes de la isla. Nuestra curiosidad por ver de qué se trataba esta movida fue lo que nos llevó hasta ahí. Llegamos...
abril 29, 2014

Koh Tao: a todo terreno

Koh Tao: a todo terreno
De día nos aventurábamos en el mundo submarino, que cada vez nos sorprendía más, y de noche salíamos a explorar la vida nocturna de esta isla tailandesa. La noche era divertidísima. La playa estaba llena de bares: los happy hours empezaban muy temprano, a las 16; algunas horas más tarde, los shows con antorcha de fuego (¡parecía Circ du Soleil!) y a las 21 arrancaba la fiesta. Por más cansadas que estuviéramos por haber buceado todo el día, la música nos atraía como imán, y terminábamos bailando descalzas sobre la arena.   Durante los días que estuvimos en Koh Tao se organizó “Save the Paradise”, el festival isleño que tenía como fin preservar y proteger los recursos locales de la sobreexplotación y del abrupto crecimiento poblacional de los últimos años. El evento nos permitió acercarnos un poco más a las costumbre locales.  Probamos comida de todo tipo, como la sopa de cerdo y verduras, los sandwiches fritos y la gelatina de arroz con coco. La ambientación era acorde a la temática ecológica: enormes aguas vivas confeccionadas con tela colgaban de las palmeras. Los chicos que tenían más de tres años eran dejados por sus padres en ring rolles, como si se tratase de una guardería, y la diversión consistía en dejarlos pelear. Fuimos testigos de una lucha libre de una docena de chicos, en las que volaban piñas y patadas por doquier. A...
abril 22, 2014

Koh Tao, otra dimensión

Koh Tao, otra dimensión
Seguimos nuestro recorrido por las islas del sur de Tailandia (o “island hopping”, como llaman a esa modalidad de ir saltando de una en una): esta vez nos tomamos un ferry a Koh Tao, la isla del buceo. Nunca en nuestras vidas habíamos tenido un tanque de oxígeno en la espalda ni nos habíamos sumergido a más de cuatro bajo el agua.¡Estábamos muy motivadas por hacerlo! En Koh Tao nos esperaba Marion, una amiga que habíamos conocido hace unos meses viajando, que estaba sacando su certificado para ser instructora de buceo. Hacía tiempo que estaba instalada en la isla, así que la conocía bien. Tenía una banda de amigos muy divertida a la que nos unimos enseguida.   El primer día nos inscribimos en el curso para el “Open Water”, la licencia para llegar a 18 metros de profundidad. Después de varias clases teóricas, videos de seguridad, simulacros en una pileta y tareas que rara vez tuvimos tiempo para hacer, había llegado el momento de nuestra primera bajada. Nosotras dos éramos “buddies”: no podíamos separarnos (algo que a esta altura ya no nos costaba demasiado) y teníamos la responsabilidad de revisarnos mutuamente el equipo antes de sumergirnos y la cantidad de aire durante la buceada. Nos levantábamos a las seis y navegábamos mar adentro. Tanques en la espalda, patas de rana,  máscaras y… ¡al agua! ¡Qué impresión fue respirar por un tubo de aire...