Vemos a nuestro alrededor, a diario, que las personas tienen su cuello doblado observando alguna pantalla: mensajearse, chatear, leer las noticias, trabajar. Son muchas las horas que pasamos adoptando una mala posición sobre la tecnología. Lo curioso es que cuando comenzamos a sentir dolencias en el cuello, los hombros o los trapecios, no lo vinculamos con esa postura que adoptamos durante horas y solemos preguntarnos qué mal movimiento hicimos últimamente.
Las cervicales son un conjunto de siete vértebras ubicadas en la parte alta de la espalda y forman la columna cervical. Ellas tienen la función de sostener nuestra cabeza y dar movilidad al cuello. Su delicada ingeniería le permite a la parte superior de la columna tener una gran flexibilidad, aunque también está expuesta a tensiones y dolores por ser una zona tan vulnerable. Podemos buscar las causas de la aparición de dolores en algún movimiento brusco del cuello, algún esfuerzo levantando peso o el bruxismo, sin embargo es importante tener en cuenta que la base del malestar son esas largas horas que exponemos nuestras cervicales a una postura forzada.
¿Qué hacer entonces?
La tecnología es parte de nuestra vida y de nuestro trabajo. Las posibilidades de que participen en nuestra vida cotidiana sin que nos lastimen existen y son fáciles de aplicar:
- Lo ideal es adoptar posturas neutrales, tratando de elevar las pantallas a la altura de nuestra vista y no al revés.
– Revisar cada tanto la postura y verificar si nuestro espacio de trabajo está diseñado acorde a nuestras necesidades. Reorganizar y reorientar pantallas, teclados y sillas. A veces radica en aplicar un poco de ingenio a la vida cotidiana.
– Realizar ejercicios en forma reiterada a lo largo del día movilizando y estirando.
– Trabajar la tonicidad de los músculos de los brazos y la espalda, para que tu cuello se libere.
– Tomar conciencia de que la columna, para que no sufra, debe estar alineada manteniendo su curvatura natural. Esto significa que la cabeza debe estar en la misma línea de la columna vertebral (para comprobarlo, trazá una línea imaginaria que una la oreja, el hombro, la cadera, rodilla y talón).
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