Tengo 37 años. Desde hace casi dos años vivo con la mujer que va a ser mi esposa y, la verdad, el concepto “despedida de soltero” me parece demodé. O sea, en otra época, cuando la gente se casaba a los 20 (sí, se que todavía hay gente que se casa a los 20) tenía un poco más de lógica: dejabas atrás tu -corta- vida de solter@ y empezabas una nueva familia.
¿Pero ahora? Honestamente, no la entiendo. Claro, debe haber una parte también que es muy importante en esta ecuación: las despedidas de hombres y mujeres son muy diferentes.
No es bueno generalizar… ¡Pero vamos a hacerlo! En el caso de los hombres (ya lo comenté en otro post), muchos amigos y conocidos ansían la despedida: una noche de joda y descontrol como si no hubiera un mañana. De paso, hacerle la vida imposible al que se va a casar, estimo que “por gil”, porque “se lo merece” o porque es su última noche como hombre libre. Hilarante.
Para muchas mujeres, en cambio, la actitud es otra: una noche de compartir recuerdos, de hacer juegos o prendas, de sentirse princesas… Y sí, también están las que quieren chonguear al estilo Lady Coralina.
En mi caso, decidí hacer algo muy simple: irme un fin de semana a la costa con mis tres padrinos, amigos desde hace 36, 24 y 22 años. Sí, uno desde que nació, otro desde primer año de la secundaria y otro desde tercero. Asado, alcohol, pelota, juegos, charlas e infinidad de anécdotas, esas que solamente nos hacen reír a nosotros.
Pero no salimos del lugar común: a la ida, en la ruta 2, me llevaron a un “putero”.
¿Planificación? ¡Nula! Dos son padres, otro parecía que tenía que trabajar, al final pudimos confirmar un jueves que nos íbamos el sábado. Pero la pasamos genial, rememorando nuestra adolescencia y juventud, viajes, anécdotas, novias… y no mucho más.
Para las novias, me parece, es diferente. FE, por ejemplo, tuvo dos despedidas: una con un grupo de 5 amigas que la llevaron a cenar y a bolichear, incluyendo un paseo en un trencito de la alegría.
Y la fiesta “Beyoncé” con su “Squad”, planeada al detalle durante varios meses por su hermana y sus testigos, principales organizadores de un finde que seguramente no se va a olvidar.
En las dos tuve una breve participación, con preguntas, con algunos datos clave, o incluso con una breve aparición en un video. Sí, la organización fue clave para este tipo de despedida. En el caso de mi escapada de fin de semana, los mensajes de WhatsApp fueron poquísimos: “¿Termo? ¿Pelota? Llevo 6 vinos por si allá están muy caros”. Breve y conciso.
Les muestro dos fotos de cada despedida para encontrar las CATORCE MIL diferencias. Dato de color: con mis amigos debemos haber sacado 4 fotos en todo el fin de semana. También por una cuestión etaria, TODAS las participantes de la despedida de FE usan redes sociales… ergo, además de mil instantáneas hubo tuits, snaps, posteos en Facebook y hasta Instagram Stories. Completito.
Por suerte, cada uno con su estilo y con su gente querida la pudo pasar 10 puntos. Y ya no falta nada: en dos semanas, la #BodaZ.























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