No, la sorpresa no viene porque haya oompa loompas trabajando, como en Charlie y la Fábrica de Chocolate, sino una tecnología que nos dejó con la boca abierta.
Esta semana fuimos a la planta de Unilever en Tortuguitas para ver cómo se produce el champú Dove Recuperación Extrema. La idea de este producto es que repare el cabello dañado, recuperarlo a un nivel de “casi virgen” y que lo inmunice frente a futuros daños.
Lo primero que nos indicaron al llegar fue que nos pusiéramos la protección adecuada: guardapolvo, zapatos de cuero con una suela de goma gruesa, lentes de acrílico, gorra amarilla y guantes azules (sí, lo menos sexy del mundo, pero la seguridad es lo primero).
El laboratorio fue nuestra primera parada. Es bastante grande y allí se hacen los champús y los detergentes, ya que ambas familias de productos cumplen la misma función: separar la grasa. Para mostrarnos las cualidades del nuevo producto, hicimos la prueba de la verdad: sobre una mesada, había tres potes con agua a los que les agregamos tres mechones de pelo y el resultado, por suerte para ellos, fue que el pelo virgen flota; el dañado y tratado con productos del mercado se hunde al toque; y el dañado pero tratado con productos Dove Recuperación Extrema tardó mucho en hundirse.
Cuando llegamos a la planta, tuvimos que lavarnos las manos, aunque teníamos guantes (o sea, ¡nos lavamos los guantes!). Además, tuvimos que chequear si teníamos todos los elementos de seguridad en un espejo que reemplaza la puerta. Un dato de color es que las paredes de la entrada a la planta están llenas de fotos de niños que dicen: “Cuidate en el trabajo, ellos te están esperando“. También hay dos pirámides: una recuerda los pasos a seguir cuando hay evacuación y la otra muestra que en el último mes no tuvieron ningún accidente. Desde ya, les spoileamos que con nosotras tampoco hubo.
Recorrimos los tanques donde se mezclan los productos y las líneas de embalaje. Son todos procesos automáticos controlados por pocas personas. Por ejemplo: las botellas llegan por unos tubos que recorren en el techo, ya que son sopladas en la planta contigua. De esta manera, reducen residuos y riesgos. Obvio, que todo está controlado por sensores que miden y pesan cada envase.
La planta está abierta las 24 horas, de lunes a sábados. Es muy ruidosa pero, también, muy luminosa. La seguridad es una de las normas máximas y, más allá del vestuario, hay otras medidas: o se pueden usar celulares, siempre hay que mirar a los dos lados cuando se cruza un pasillo, subir y bajar las escaleras agarrados del barandal es obligatorio y no se puede correr.
Por último, les dejo un divertido recuerdo de mi paso por Unilever:






















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