Cuando me reuní con mi familia y mis amigos para decirles que tenía que contarles algo, lo primero que me preguntaron fue: “¿Te casás o vas a tener un hijo?”. Cuando pasás los 30, aunque antes también, parecería que no existe algo más para hacer. Si estás de novio (ojo, también puede caer la bomba de “me separé”), todos asumen que tenés dos caminos, al estilo de “Elige tu propia aventura”: casarte o tener un pibe.
El caso más simbólico fue el de mi mamá, a la que le conté la noticia el día de su cumpleaños. Su cara fue magistral, una mezcla de sorpresa y un poco de desilusión. “Ah, pensé que me iban a dar un nieto”. Sí, “me iban a dar (?)”.
Hay que marcar una clara diferencia entre la mamá de mi novia y la mía. En nuestro caso, mi suegra está muy involucrada en el tema de la boda. Esperó este momento por mucho tiempo, se emociona con cada detalle de nuestra historia, participa en la organización de la fiesta, tira ideas, va a probarse vestidos con su hija. ¡Hasta nos acompañó a ver salones! Su participación es total. Mi vieja, en cambio, está obsesionada con tener un nieto. Para ella, el casamiento solo se trata de una noche divertida. Definitivamente, ella espera la noticia del bebé.
Si lo pienso de manera práctica, “darle” (¿darle?) un nieto es mucho más simple que organizar un casamiento. Fabricamos el bebé relativamente rápido, el tiempo de planificación es similar -unos nueves meses- y después se lo mandamos a la casa para que lo disfrute. Entrega inmediata de un día para el otro, con pañales extra. Satisfacción garantizada o le devolvemos el dinero… digo, el bebé. Pero no, el nieto llegará -espero-, más adelante. Por ahora, a mí mamá solo puedo ofrecerle una noche a puro baile, alcohol y, probablemente, alguna lágrima de emoción.
Igual, les pido que no piensen mal. Mi vieja es un amor. Un segundo después de su comentario “picante”, nos empezó a felicitar y a preguntar detalles sobre la boda, aunque nos aclaró: “Lo que pasa es que todas mis amigas son abuelas y a mí también me gustaría”.
¿Qué debería hacer? ¿Cancelar la boda y ponerme a buscar un hijo? Lo más loco es que hubo varias personas que me hicieron los mismos comentarios que mi mamá. “No te tenía tan prolijito (¿prolijito? ¿qué es ser prolijo: casarse antes de tener hijos?), pensé que se venía el bebé y más adelante, quizá, el casamiento”.
Esos comentarios siempre me hacen pensar en la regla matemática: “El orden de los factores no altera el producto”. ¿Está mal querer casarse, antes de buscar un hijo desesperadamente? ¿Es posible hacer las cosas en el “orden establecido”, sin parecer anticuado? ¿Soy muy Carrie Bradshaw escribiendo preguntas en el final de los posteos? Díganme, chicas. ¡No me ofendo!
























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