1. Su primer beso fue en la fiesta de fin de año. O, por lo menos, en el after del cumpleaños de alguno de tus compañeros. Algunos tragos te dieron la confianza para actuar cuando el tipo te venía gustando hace meses.

2. Seguramente negaron “el romance” durante mucho tiempo. Vos sabías que salían, el sabía que salían, todos lo sabían. Pero, aún así, cuando te lo preguntaban, decías: “¿Él y yo? Nada que ver, somos como hermanos.”

3. Cuando empezaron a salir, te despertabas más temprano así ibas al trabajo hecha una diosa, con pelo y makeup perfectos. Es obvio que te producías de más. Y todos lo notaban.

4. Salir con tus otros compañeros de trabajo era muy raro. Cuando se acercaban a ustedes dos, exagerabas y hablabas más alto sobre el envío de último momento que tuviste que hacerle a un cliente.

5. Además, cuando estaban solos, se besaban en el ascensor. Sin juzgar. Dato extra: seguramente los vio el encargado del edificio, por la cámara de seguridad.

6. El almuerzo era puro coqueteo. No podés negar que el manejo que él tenía de todos esos papeles de contabilidad te hacía subir la temperatura.

8. Le mandaste un mail hot y estuviste freakeando de que alguien más lo hubiera leído. Estás súper segura de que tu jefe te mira de otra manera.

9. Te volviste súper paranóica de las cámaras de seguridad. Te lo hicimos notar cuando hablamos del ascensor, pero también existen en el depósito de la oficina.

10. De repente, te convertiste en la persona más trabajadora de la oficina. ¿Horas extras? Sí, obvio ¿Quedarte hasta tarde? Ningún problema. Pero… ¿Juan también se va a quedar, no?

11. No saber qué tenés que hacer primero, si conocer a sus padres o anunciar tu relación a RRHH.

12. Cuando él se va de vacaciones te das cuenta lo aburrido que es la oficina sin él. ¿Las horas no se te pasan más? Estás cegada por el amor.