Domingo 5 de junio. María y Juana volvían de grabar el último cápitulo de una serie web, junto al resto del elenco. Todos se sentaron separados porque no había muchos lugares en el colectivo como para ir juntos. En el medio del recorrido (volvían de Escobar), se subieron cuatro hombres y una mujer. Se sentaron en los lugares que quedaban y uno de ellos se paró al lado del asiento de las chicas. Cuando el colectivo arrancó, el hombre intentó apoyarle los genitales en la cara a Juana. Ella se acercaba cada vez más a María para que el hombre no pudiera tocarla, su amiga se dio cuenta y llamó a otro de los actores:
- Maxi, ¿Podés venir un minuto?
Maxi llegó y se puso al lado de Juana y, obviamente, el hombre tuvo que correrse y se fue a sentar al lugar del chico.
-¿Qué pasó? – preguntó Maxi.
- Nada, el tipo ese me estaba apoyando el bulto. – Juana quiso decirlo en voz baja pero se escuchó.
- ¿Qué decís de mi novio? – Saltó la mujer, que estaba sentada adelante de ella -¿Quién te pensás que sos, Angelina Jolie?
Los cuatro hombres y la mujer rodearon a los chicos y los encerraron, cosa que no pudieran salir. El resto del viaje, Maria, Juana y Maxi tuvieron que soportar un hostigamiento constante. Llegaron a decirles: “Agradezcan que no les robamos“. Cuando se están por bajar, el tipo que la había apoyado le pregunta a su novia cuál había sido la que lo había delatado y cuando baja le pega una cachetada en la cabeza a cada una y sale.
Ellas no hicieron nada, obvio. El chofer tampoco hizo nada, ni siquiera cuando los cinco se pararon alrededor de ellos, ni cuando escuchó “el lío que se armó atrás”. El resto de los pasajeros, incluído el elenco, tampoco se movieron. Nadie podía hacer nada porque no sabían si los tipos iban armados o cómo podía terminar todo en caso de que alguno dijera algo.
…
Viernes 6. La marcha. Miles de mujeres (y de hombres también, por suerte) que decidieron que estos derechos no son los derechos que quieren para su vida. Que quieren más.
En #NiUnaMenos hay muchos familiares de vícitmas, amigos, amantes. Hay muchas mujeres que sufren violencia a diario y que necesitan marchar para no sentirse tan solas. En las calles, el luto se vistió de rosa, de naranja, de verde. El lamento se transformó en canción: “Te que te que toca toca, esta hinchada está re loca. Parenla con la violencia, las mujeres no se tocan“. La lucha se plasmó en carteles, en banderas, en pancartas.
Una niña sostiene un carte que dice “Dejenme crecer”. Tres jóvenes decieron hacer una intervención artística: una baila con fuego, otra se tira en el piso toda pintada y la tercera dibuja el contorno de su cuerpo con aerosol. Una mujer tiene una bolsa de plástico que le tapa la cara y un cartel que dice “no somos tu basura”.
Ellas. Las mujeres. Las que nunca dicen nada. Las que a diario tienen que callar y tienen que ignorar, que hacer oídos sordos. Ellas cortaron Avenida de Mayo desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo. Para que, juntas, el miedo se haga más chiquito, los golpes duelan menos y el calor de todas infle el pecho, para poder gritar “Ni una menos”.
























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