“Lo que sucede, conviene”, “Aprendé a soltar”, “Así como te ven, te tratan”. A veces, cuando estás en problemas y le contás a alguien lo que te pasa, la respuesta inmediata es una sentencia que parece extraída de un libro de autoayuda. ¿Por qué tantas personas repiten como un mantra esos enunciados? “Las frases hechas suelen incluir alguna verdad que pierde su peso con la reiteración y la liviandad con que suelen ser dichas. Siempre vas a encontrar algo para rescatar de ellas, pero hay elementos que no deberías tener en cuenta porque son impracticables o, directamente, desaconsejables”, advierte la psicoanalista Lidia Pensa.
O sea: esas expresiones resultan bastante simplistas y no son 100% efectivas. Te enseñamos algunas alternativas más interesantes.
“Lo que sucede, conviene”
Pediste un ascenso, te lo negaron y, encima, la que se quedó con el cargo de tus sueños es una compañera que ingresó a la empresa dos años después que vos. Cuando entrás en crisis de llanto en el baño, la recepcionista se acerca y te habla de “aceptación” y de “aprender a soltar”. Lo real: “No es bueno quedarse pegado a una situación irreversible, no importa si es un problema laboral o la ruptura de la pareja. Si bien es importante atravesar un duelo, no hay que instalarse en el lamento, sino usar a favor la experiencia ganada para no repetir los mismos errores en el futuro”, aconseja la psicoanalista Iris Pugliese.
Pero no es cuestión de aceptar a ciegas lo que te pasa, como si se tratara de un destino inexorable. “Si la sensación de injusticia es grande, tiene sentido hacerle un planteo al otro y demostrarle que ciertas decisiones que te involucran poseen consecuencias. De esa manera asumís una posición interesante ante los demás y, principalmente, ante vos misma”, asegura Lidia Pensa.
Conclusión: Frente a un inconveniente, el primer paso es evaluar si podés hacer algo para modificar la situación. No te resignes cuando todavía hay posibilidades de lograr lo que querés. Si algo no sale como esperabas, date ánimos y volvé a intentarlo.
“Mirá el lado positivo”
Desde hace meses planificás el viaje a Miami con tu novio. Cuando finalmente estás por sacar los pasajes, él te dice que van a tener que postergarlo porque los números de sus finanzas están en rojo. Vos te largás a llorar y sentís que el esfuerzo que hiciste no tiene sentido. La respuesta de tu chico: “Mi amor, no seas dramática: algo bueno va a salir de esto”.
“No hay que ahogarse en un vaso de agua porque la angustia en exceso suele ser paralizante: el pensamiento trágico no es la usina de ninguna solución”, advierte Pugliese. Pero tampoco tenés que convertirte en una fundamentalista del optimismo. “Te conviene tener en cuenta la posibilidad de que algo salga mal, para elaborar planes alternativos y evitar que te sorprenda una mala noticia. No tenés que ser una negadora: si el problema está, dale espacio, y eso incluye permitirte el enojo. Superada esa instancia, vas a poder pensar alguna solución”, recomienda Lidia Pensa.
Conclusión: Obligarte a tener pensamientos positivos y ser feliz todo el tiempo es un esfuerzo enorme, gastás mucha energía tratando de anular los sentimientos negativos. Considerá la vida como lo que es: un camino sinuoso, con buenos y malos momentos.
“Bajá un cambio”
Tenés una entrega laboral importantísima. Trabajás hasta tarde, y a las siete de la mañana empezás a mandar e-mails que contienen la palabra “urgente” en el asunto. Eso sucede con un coro de fondo: todos tus conocidos coinciden al aconsejarte que aflojes un poco.
“Medir el tiempo en términos de eficacia, de hacer más en la menor cantidad de tiempo, puede derivar en un error. Es necesario detenerse y mirar en perspectiva la realidad, de un modo lo más completo y complejo posible”, dice Pensa.
Te conviene parar la pelota para evaluar la causa de ese sentimiento de “alerta máxima”. Pero considerá que “acelerar cuando hace falta es una señal básica de supervivencia. El estrés circunstancial no es malo, porque afina la percepción y te ayuda a tomar decisiones”, asegura Pugliese.
Conclusión: No te obligues a sentirte relajada 24/7. Hay una ansiedad “sana”: responde a una situación concreta, agudiza tus reflejos y obliga a tu cerebro a ser más activo y a concentrarse en el problema, lo que no está nada mal.
“Salí a comerte el mundo”
Estás triste: no tenés novio, vivís con tus padres y tu trabajo es aburridísimo. Cada vez que hablás de eso, tu madre insiste: “Sos linda, inteligente y talentosa. Sentite la dueña del mundo”.
Okay: una autoestima elevada es genial porque te hace sentir que sos capaz de lograr lo que te propongas. “La seguridad en uno mismo es importante: difícilmente el otro crea en vos si no apostás por vos misma. Además, cuando te instalás en un estado de abatimiento, cualquier circunstancia adopta un tamaño desmesurado y te parece difícil de dominar”, dice Pugliese.
Ojo: una cosa es no tirarte abajo; y otra, creerte invulnerable. “Tarde o temprano, la realidad se impone y el golpe suele ser duro. Lo recomendable es apostar a estar mejor, pero dentro de lo lógico y razonable”, aconseja la psicoanalista Lidia Mindlin.
Conclusión: Es importante confiar en vos, pero un poco de incertidumbre puede beneficiarte. Cuando tenés miedo de fallar en un examen o en una presentación laboral, te preparás más. Si nunca dudás de vos, tal vez no te esmeres tanto.
“Así como te ven te tratan. Y si te ven mal…”
Tu novio acaba de avisarte que después del trabajo va a tomar un café con su ex. ¿Perdón? No sabés cómo reaccionar y les mandás un whatsapp a tus amigas: ¿deberías hacer un escándalo o jugarla de superada? La mayoría opina que si te mostrás insegura ante él, tu imagen se va a “devaluar”. “Si te dejás ver permanentemente abatida o ganada por las circunstancias, ese menosprecio termina por proyectarse sobre la mirada de los otros”, afirma Pugliese.
Pero tampoco podés vivir en un laberinto de especulaciones que te llevan a mostrarte de una forma para que el otro piense algo determinado sobre vos. “A veces, ocultar la angustia o el enojo puede provocar un resentimiento que en algún momento salga a la superficie”, advierte Lidia Pensa.
Conclusión: Está bien que trates de mostrar lo mejor de vos porque la actitud es todo, pero no lo hagas por estar pendiente de la mirada ajena. Permitite ser genuina y tené en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, la opinión que más cuenta es la tuya























Comentarios