Mientras vos leés esto, miles de personas esperan un órgano, tejido o células que les permitan seguir vivas o recuperar su calidad de vida. Según el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante de la Nación (INCUCAI), el mes pasado eran 7739: una cifra que se actualiza día tras día. ¿Alguna vez pensaste que vos podrías ser donante? Te contamos todo lo que necesitás saber antes de tomar la decisión más generosa.
Dar vida
Cada año, a cientos de personas se les diagnostican enfermedades de la sangre (como leucemia, linfoma o mieloma) que pueden ser tratadas con un trasplante de células progenitoras hematopoyéticas o CPH (se encuentran en la médula ósea). Solo entre el 25% y el 30% de esos pacientes tiene un donante familiar compatible. Si querés ayudarlos, debés inscribirte en el Registro Nacional de Donantes Voluntarios de CPH: andá a uno de los centros que funcionan en los servicios de Hemoterapia de los hospitales nacionales (el listado está en www.incucai.gov.ar), completá la ficha de inscripción y doná una unidad de sangre. De ella se extrae una pequeña muestra para analizar tu código genético (HLA). Los resultados de ese estudio ingresan a la base del registro nacional, que integra una red global. “Quedás inscripta como donante en el mundo”, aclara el médico Gustavo Piccinelli, director del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas. Si tu HLA es compatible con el de un enfermo de cualquier país que necesita un trasplante de médula ósea, el Registro te llama.
Vos elegís el método de donación: puede ser por sangre periférica o por punción de médula ósea. “Como este último procedimiento es doloroso, se aplica anestesia general y requiere un día de internación para controles”, explica Piccinelli. Si, en cambio, optás por el otro sistema, “te aplican vacunas durante cinco días para facilitar la liberación de las células, que luego son recolectadas en un procedimiento que dura unas cuatro horas. Cuando concluye, te vas a tu casa y continuás con tu rutina”, afirma el especialista. O sea: no hay secuelas.
Los requisitos para ser donante de CPH son: tener entre 18 y 55 años, pesar más de 50 kilos, no estar embarazada ni tener antecedentes de enfermedades cardiovasculares, hepáticas o infectocontagiosas. Para descartar cualquier inconveniente, te van a hacer un chequeo médico completo que incluye análisis de sangre, ecografía y electrocardiograma, entre otros estudios.
Un acto de amor
“En los últimos años, la Argentina se convirtió en líder latinoamericano en lo que respecta a trasplante de órganos”, afirma la psicóloga Roxana Fontana, coordinadora de Comunicación del INCUCAI. En 2014 se realizaron 1750 procedimientos de ese tipo. El órgano más común que se dona en vida es el riñón (tu organismo puede funcionar perfectamente con uno solo), pero únicamente podés hacerlo en caso de tener un parentesco o un vínculo emocional con la persona que será trasplantada. Si se trata de tu novio o tu marido, vos y él tienen que haber sido pareja durante más de tres años o tener un hijo en común.
“Debe haber una cierta compatibilidad; caso contrario, el órgano puede ser rápidamente rechazado”, explica Augusto Vallejos, director del Instituto de Trasplante de la Ciudad de Buenos Aires. Si vos y tu familiar son incompatibles, existe la posibilidad de una donación cruzada: con autorización de un juez, pueden intercambiar órganos con otra pareja donante-receptor. Uno de los ejemplos más recientes de este tipo de trasplante fue el de Jorge Lanata: el periodista recibió un riñón de una donante llamada Nora, y la esposa del conductor de Periodismo para todos le dio uno de sus riñones a Ignacio, el hijo de esa mujer.
“Una persona con un solo riñón puede tener hijos, realizar actividades deportivas y llevar una vida normal. Hay un riesgo bajísimo de complicaciones. Solo debe realizar un control médico periódico para evaluar el funcionamiento renal. Usualmente no hay problemas”, asegura Vallejos.
Si existe un vínculo entre vos y el receptor, podés donarle parte de tu hígado. Vallejos asegura que la ablación (se llama así al procedimiento de extracción de un órgano o de parte de él) no afecta tu salud. Según la Ley de Donante Presunto, los tejidos y órganos de una persona fallecida pueden ser donados si no hay una negativa expresa.





















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