1. Antes de tomar cualquier decisión – importante o no – revisás todas las otras opciones posibles, las analizás y considerás todas las variables de lo que puede llegar a suceder. Decididamente, tomaste la decisión correcta.
2. No tomás decisiones por capricho. Ya estamos grandes para caprichos.
3. Vas a tener un plan de back-up Y un plan de back-up por si el primero no sale bien. Si ambos planes fracasan, no la pasás nada bien.
4. Estás convencida de que todo el mundo tiene que aceptar y seguir los consejos que les das porque, seguramente, en algún momento, habrás pasado por la misma situación y ya analizaste todas las instancias.
5. Empezás a hacer la cama mientras estás acostada. Pero es fácil porque, de cualquier manera, nunca te movés mucho.
6. Te asegurás de que la cama esté bien hecha, simétrica, antes de darte un baño, cambiarte o tomar el desayuno. No hay nada peor que entrar a tu habitación y que la cama esté deshecha.
7. Hacés listas de todo lo que pensás. No, en serio, tenés un papel y un lápiz en tu mesa de luz por si se te ocurre algo a la madrugada.
8. No te importa tirar o regalar cosas “sentimentales” porque odiás acumular. Chau a esos souvenires de casamientos.
9. Cuando tu armario explota de ropa, empezás a reubicar o regalar las cosas. Tenés que ver todo, sí o sí.
10. Y hablando de tu armario, todo está perfectamente doblado y separado por colores, mejor, incluso, que en un local.
11. Acomodás los almohadones del sillón cada vez que te levantás. Aunque vuelvas a sentarte a los 30 segundos.
12. Te encanta decirle a tus amigas “Te dije que iba a pasar eso”. Tendrían que haberte escuchado, sí (En relación al punto #4).
13. Una palabra: posavasos.
14. Todo el mundo te dice que cuando tengas hijos vas a tener la casa dada vuelta. Pero, en tu cabeza, pensás “no, porque mis hijos van a saber que no pueden tocar NADA de lo que está en el estante al lado de la tele, o de la biblioteca, o nada de nada.”
15. Al respecto, pensás que mucha gente no sabe controlar a sus propios hijos.
16. Estás dispuesta a disciplinar a los hijos de todos, aunque no los conozcas. Y, sí, alguien tiene que hacerlo.
17. Odías compartir porque SABÉS que la gente no va a cuidar tus cosas tanto como vos lo hacés.
18. Tenés un manual para invitados en tu casa. Para que sepan cómo son las cosas.
19. Podés ser muy dura con vos misma si rompés o fallás en algo porque deberías haber sabido que eso iba a pasar.
20. No dejás que nadie, NADIE, ni tu novio ni tu mejor amiga, te ayude a lavar la ropa porque tenés catalogadas las diferentes temperaturas adecuadas para lavar cada prenda ya seteadas. Nunca van a entenderlo.
21. Y sos muy, MUY, dura si se te llega a desteñir algo porque sabés que deberías haber rechequeado todo antes de darle al botón de inicio.
22. Pasiva-agresiva no significa que seas súper ruda. A veces, es totalmente necesario.
23. Mantras inclusive “solo hay 24 horas por día”, “si querés que algo salga bien, hacelo vos misma” y “todo está en su lugar.”
24. Cuando alguien te pregunta si necesitás ayuda y le decís “No gracias, estoy bien” en realidad significa “No gracias, seguramente lo hagas mal.”
25. Nunca llegás tarde y si alguien es responsable de hacerte llegar tarde podés llegar a matarlo. Esa persona la va a pasar mal el resto del día.
26. Enloquecés con cualquier objeto inanimado… “Estamos en el 2016, ¡¿cómo puede ser que ni el 3g ni el 4g funcionen bien?!” *tira el teléfono por la ventana.*
27. Odiás ir a cenar con un grupo de amigos y que nadie escuche al mozo cuando se acerca a la mesa con la comida. CHICOS! CALLENSÉ! NO SEAN MALEDUCADOS! (Pero, en secreto, sabés perfectamente qué plato pidió cada uno.)
28. Sin dudas, te da pánico sacar el registro. Aunque tengas casi 30, no podés soportar que alguien te diga si sos buena o no para manejar (los instructores son una mentira).
29. La palabra rutina te da muchísimo placer.
30. La gente te dice que te tiene un poco de miedo. Y a vos te encanta.































Comentarios