1. Elegí alimentos que te den mayor sensación de saciedad.
La saciedad es la sensación de no tener apetito que llega después de comer. Capaz te sorprenda saber que no se modifica solo por la cantidad de alimento que comés sino por qué comés (lo que explicaría por qué algunas de nosotras siempre tenemos hambre cuando hay papas fritas y no nos pasa lo mismo con el broccoli). El top 5 de alimentos saciadores: huevos, papas, avena, pescado y caldos.

2. Comé más proteína.
Los estudios muestran que la proteína es el alimento que más llena de todos los macronutrientes, mucho más que los carbohidratos y las grasas. Además, aumenta el metabolismo. Si tenés hambre después de comer, capaz es porque tu comida tenía muchos carbohidratos (A vos te hablo, fideos). Las comidas que más carbohidratos tienen son: queso, carnes rojas, pescado, porotos, tofu y nueces.
3. Dormí más.
La cantidad y calidad de tu sueño afectan directamente a la hormona grelina, conocida como la hormona del hambre, ya que se produce en el estómago y aumenta el apetito. Los estudios demuestran que el mal sueño se conecta con el hambre y el aumento de peso. Por eso, cuando tenés hambre, comés más.

4. Aumentá tu ingesta de fibra.
La fibra te hincha y te ayuda a sentirte con mayor saciedad. Además, engaña al estómago vacío y acelera la digestión. Asegurate de que tu dieta tenga frutas, vegetales, harina integral y poroto, y de que no estás comiendo alimentos refinados.

5. Siempre agregale a tu plato vegetales o ensalada.
No solo tienen fibra, además son llenadores de platos. Por lo que, sin agregarle demasiadas calorías a tu porción, sumás en cantidad.
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