1. Ir a comprar cuando tenés hambre.
No lo hagas y punto. Ir de compras sin haber almorzado es un desastre porque solo pensás en lo que querés comer en ese momento y eso nunca va a ser brocoli. ¿Las consecuencias? A) Agarrar un (coloque el nombre de su snack favorito) y comerlo mientras comprás o B) elegir los alimentos en base a tu hambre y darte cuenta cuando estás en tu casa (o en el auto).
2. No escribir una lista
¿Fuiste al super, gastaste $200 y, aún así, no tenés nada para cocinar en la cena? No, el hummus y las barritas de cereal no cuentan como cena. A nosotras nos pasa lo mismo, para evitar eso planificá tus compras: escribí lo que necesitás y trará de seguirlo. Otra idea es sacar una foto o un screenshot a una receta y tenerla a mano cuando vayas a comprar.
3. Evitar los congelados
Sí, es el lugar de las patitas, la comida precocinada y el helado, pero en los freezers también podés encontrar muy buenas y baratas frutas y verduras congeladas, que son buensísimas para hacer una comida fácil con poca preparación. Además, la comida congelada tiene más nutrientres que la comida “fresca”, debido a que apenas de hace, se envasa y se congela.
4. No darte ningún permitido
Capaz te sentís muy bien cuando llegás a tu casa con unas bolsas de supermercado que impresionarían a cualquier nutricionista. Pero, ¿Es cierto que vas a poder vivir sin nada dulce o harinas? Seguramente, no. Para evitar pasar por el kiosko a mitad de la semana, date algún premio. Si estás haciendo dieta el 80% del tiempo, podés permitirte una barra de chocolate o un vaso de vino de vez en cuando.
5. Comprar en almacenes pequeños.
Los lugares “mini” o “express” ahora están en todos lados y puede volverse habitual comprar algo para cenar allí. De camino a casa después del trabajo, por ejemplo. El problema es que pocas veces tienen una sección “fresh” lo sufientemente amplia como para asegurarte que tu dieta varíe.
6. Saltearte los enlatados
Contienen muchos nutrientes como proteínas, fibras y vitamina B. Pero la mayoría de las veces las evitamos porque no sabemos como incorporarlos. Te recomendamos usarlas en sopas, guisos y con arróz por ejemplo. El pescado enlatado es muy bueno y más barato que el pescado fresco, además de ser rico en Omega 3.
7. Comprar todo “sin grasa”
Es uno de los hábitos más difíciles de incorporar y aún no se sabe si vale la pena, ya que no hay estudios que comprueben que comer sin grasa garantiza la pérdida de peso. Muchas veces los productos seleccionados como “sin grasa” o “light” contienen más azúcar artificial que el producto orginal. Cambiá ese concepto por alimentos que sí contengan valores nutricionales positivos: yogurt, nueces y palta, por ejemplo.




















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