- Porque todos los carbohidratos no están hechos de la misma forma.
Es muy importante que recuerdes esto: los carbohidratos refinados son los que se encuentran en el azúcar, las galletitas y las comidas “blancas” ( pan blanco, pasta, harina y arroz). Estos carbohidratos están compuestos de azúcares simples, lo que hace que sean deglutidos, digeridos y absorbidos muy rápido por nuestro cuerpo. Además tienen muy poca fibra o, directamente, no tienen . Esto puede hacer que tengamos problemas con los niveles de azúcar en sangre, antojos, descenso de energía y aumento de peso. Los carbohidratos refinados son lo que se llama “calorías vacías”: aportan energía pero nada más, en términos de nutrición. Igualmente, siempre vienen bien como un permitido.
Los carbohidratos complejos son la otra cara de la misma moneda, tienen muchos más nutrientes, son ricos en fibra y se digieren más despacio, lo que los convierte en una gran fuente de energía. Además, dan sensación de saciedad y… son una gran opción para perder peso (no la tenías, ¿no?). Los carbohidratos complejos son los cereales integrales, legumbres, nueces, arvejas, frutas y vegetales.
- Porque los vegetales también son carbohidratos.
Si alguna vez te recomendaron una dieta que decía que el consumo de vegetales no era parte de ella, no la hagas. Nadie, nunca en la vida, se puso gordo por comer muchos vegetales. Además, y más importante, los vegetales vienen acompañados de nutrientes, como vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. Si no estás comiendo la cantidad suficiente, vas a tener poca energía, te vas a enfermar, se te va a caer el pelo y a partirse las uñas, y eso solo a corto plazo. Te vas a dar cuenta de cómo cambia un plato cuando está medio lleno de vegetales que le aportan color y variedad.
- Estimulan la digestión.
Somos un poco insistentes con el tema de la fibra y una de las razones es porque es muy importante en la digestión. No solamente porque hace que las cosas recorran el tracto digestivo, sino que además es una fuente de alimento para las bacterias “buenas” de nuestro cuerpo, las que aseguran la absorción de los nutrientes y permiten la desintoxicación del cuerpo, regulan el apetito, colaboran con nuestro sistema inmunológico y afectan el estado de ánimo. Los polifenoles se encuentran en ciertos carbohidratos como las frutillas, las aceitunas y semillas de lino y también ayudan a estas bacterias. Buena noticia: El vino tinto y el chocolate amargo son buenos en polifenoles.
- Nos ayudan a dormir (y nos hacen felices).
Si tenes insomnio, una dieta baja en carbohidratos puede empeorar la situación. ¿Por qué? Porque los carbohidratos son necesarios para absorción de triptófano en el cerebro. El triptófano es un aminoácido que se encuentra en las nueces, el yogurt y el pavo y se convierte en el cerebro en melatonina y serotonina. La serotonina es la sustancia química que nos da la sencación de estar felices. Por eso, una buena ingesta de carbohidratos es necesaria para regular tu humor y evitar la depresión.
- Son comida para el cerebro.
Nuestro cerebro se basa en carbohidratos convertidos en glucosa, ese es su combustible. Si no está obteniendo la cantidad necesaria, se puede perder la habilidad de procesar información y tomar decisiones. En 2008, se hizo un pequeño estudio con 19 mujeres que se encontraban haciendo una dieta baja en carbohidratos durante 28 días: al término de la dieta, muchas de ellas habían empezado a perder la memoria.
La opinión de la experta:
Andrea Garbarino, médica (MN 826899) y nutricionista, jefa de Consultorios Externos del Hospital General de Agudos A. Zubizarreta y docente de Nutrición en la Faculta de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, dice que la mitad de nuestra ingesta “debe ser carbohidratos, pero que tenemos que tratar que en su mayoría sean complejos y no refinados. Eso quiere decir que de las 2000 Kcal que comemos por días, 1000 Kcal tienen que ser carbohidratos”. Además, destacó que “un gramo de carbohidratos tiene 4 Kcal que es lo mismo que un gramo de proteinas”. Así se derrumba el mito de que las proteínas no son calóricas.
Garbarino resaltó que las harinas integrales, la leche, las legumbres, la papa y la batata son alimentos que dan sensación de saciedad (comiendo menos nos llenamos más).























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