Sexo, amor y hierba

Muchas mujeres admiten que fuman marihuana con su novio. ¿Ese hábito puede afectar la vida de pareja?

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“¡Qué linda noche para fumarse un porrito!”: parece que el polémico comentario que Andrés Calamaro hizo en un concierto se repite en la mente de muchas chicas. Según una encuesta EXCLUSIVA DE COSMO Y OH Panel (WWW. OHPANEL.COM), el 22% de las argentinas probó marihuana alguna vez, y el 66% de ellas lo hizo junto a su pareja. Un dato clave: el 52% volvería a compartir esa experiencia con su chico. ¿Fumar marihuana beneficia al vínculo o no lo hace? El debate está más caliente que nunca. 

Varias celebrities locales admitieron su atracción por el cannabis. El año pasado, en una entrevista a la revista THC (dedicada a la cultura canábica), Dolores Fonzi contó: “Hace 20 años que fumo. En su momento, lo usaba para abrirme, y como eso ya sucedió, ahora me sirve para relajarme. Hago casi todo fumada”.

Según la encuesta de OH Panel, el 29% de las chicas asocia la marihuana con la sensación de placer. “Aunque la consumas en pequeñas dosis o con frecuencia ocasional, esa droga altera la percepción en términos del cálculo de distancias. Entonces, si estás en tu casa con tu pareja seguramente no haya un riesgo inmediato. Pero si él anda en moto y pierde el equilibrio o esquiva mal un vehículo, puede matarse”, explica el médico psiquiatra Wilbur Grimson, especialista en adicción y miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP).

¿Fumar marihuana es legal? En la Argentina, la Ley 23.737 condena con prisión de 4 a 15 años a la persona que produzca, comercie o suministre estupefacientes. La siembra y el cultivo de plantas de cannabis para consumo personal también están penados (de un mes a dos años de cárcel).  Sin embargo, en 2009, un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina declaró la inconstitucionalidad del castigo a una persona adulta por la tenencia de estupefacientes para consumo personal en el ámbito privado, siempre y cuando no haya peligro o daño a terceros. Este fallo no deroga la ley, pero sienta jurisprudencia.

Take it easy: ¿sí o no?

El 48% de las chicas que participaron de la encuesta de OH Panel y Cosmo reconocieron que fumar marihuana las relaja. “El consumo de cannabis no siempre produce una sensación de relax- placer. Es algo muy subjetivo que, muchas veces, depende de la experiencia previa con esa sustancia, y también de las percepciones de relajación y somnolencia”, explica la psiquiatra Verónica Mora Dubuc, presidente honoraria del Capítulo de Drogadependencias de la Asociación de Psiquiatras Argentinos. Esta especialista asegura: “Potencialmente, el hábito de fumar marihuana se vincula a complicaciones psiquiátricas como trastornos de ansiedad y depresión. Una de las más frecuentes es el síndrome amotivacional, que se caracteriza por la abulia, el desgano y el descuido personal”, asegura Dubuc.

Algunas lectoras comparten su testimonio:

Una experiencia única

“Hace unos meses, mi novio y yo fumamos marihuana por primera vez, y después fuimos a la cama: ¡fue un flash! La mente y el cuerpo se vuelven muchísimo más sensibles. Lo hicimos durante más de tres horas, lo que para nosotros fue un récord. Nos encantó la experiencia, pero no la convertiríamos en un hábito. Como el sexo tántrico o el sado-maso, no es algo para todos los días”.  —Agustina*, 26 años.

Otra dimensión

“Las primeras veces que tuve sexo después de fumar, sentía que todo era mucho más hot. Llegué a tener varios orgasmos en una sola noche: ¡era fabuloso! Obviamente, mi novio y yo nos hicimos cada vez más fans del porro. Pero, con el tiempo, empezó a pasarme algo raro: me costaba concentrarme en lo que sucedía en la cama. Me parecía que estaba mirando todo desde afuera, absolutamente desconectada de mi pareja. Era imposible tener un orgasmo, así que nos despedimos de la marihuana. A veces extraño esas noches locas del principio, pero después me acuerdo de las últimas y pienso: ‘Mejor, una cerveza’”.  —Bárbara, 32.

Ella o yo

“Salí tres meses con un actor. Cada vez que nos veíamos, él estaba fumado: me explicó que si no se relajaba con un porro, no podía tener una cita porque era muy tímido, y que lo mismo le pasaba antes de un estreno. Yo sentía que, en el fondo, no estaba cómodo conmigo, porque no es normal que necesites darte ánimo para ver a alguien que te gusta. Nunca pude saber cómo era realmente cuando no estaba bajo los efectos de la marihuana: él no quiso intentarlo”. —Sofía, 29.

El jardín de la alegría

“Hace un año, mi novio apareció con dos plantines de cannabis que le había traído un amigo de Holanda. Él se hizo muy canchero cuidándolas, y ahora consume flores de marihuana que él mismo cultiva. Por suerte, solo lo hace una o dos veces al mes. Nunca me gustó el porro: probé un par de veces, pero siempre terminé mareada, con muy baja presión. Fumar me parece de loser, pero no le digo nada para no pelear. Además, cada vez que lo hace se pone remimoso, y eso me encanta”. —Debbie, 34.

La tercera en discordia

“Salía con un chico divino, pero tenía un tema con la marihuana: consumía todos los días. Según él, lo volvía más perceptivo, y eso le servía en el trabajo (era veterinario). Cada vez que íbamos a una fiesta, desaparecía por un rato: se escapaba a la terraza o a la calle con un porro. Y todos se daban cuenta porque volvía con los ojos rojos y muerto de risa. ¡Era un papelón! Cada vez que pasaba algo así, discutíamos. Era como una relación de tres: yo, él y la marihuana. No soy una reprimida (de hecho, alguna vez fumé con él), pero creo que hay una diferencia entre el consumidor casual y el tipo que no puede tener un comportamiento normal. Llegó un momento en el que me sentí muy frustrada con este tema, y corté con él”.

—Victoria, 25.

A escondidas    

“A mi marido no le gusta el porro: según dice, es algo de hippies. Sin embargo, durante años se bancó que yo fumara. Él sufre de cefaleas y, una noche que no daba más del dolor, le ofrecí una pitada. Había visto una película en la que Susan Sarandon fumaba después de recibir quimioterapia para sentirse mejor. Pero eso no pasó con él, porque no solo no se alivió, sino que le dieron ganas de vomitar. Desde esa vez, no soporta la marihuana. Me pidió que, por favor, tratara de dejarla. Ya no fumo más delante de él, pero siento que tenemos un conflicto debajo de la alfombra”. —valeria,  34. ν

*los nombres fueron cambiados para preservar la identidad.

LA GRAN PREGUNTA

¿La marihuana hace que el sexo sea mejor? No siempre. “El efecto más común de la ingesta de marihuana es un estado de ensoñación en el que se pierde el sentido de realidad. La persona que consume cannabis habitualmente no tiene mucho control de las situaciones o los desafíos, y el erotismo no escapa a eso”, explica Grimson.

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