“¿Por qué no estoy siempre on fire como antes? ¿Qué me pasa? ¿Será algo momentáneo o estoy en problemas?”. Estas son algunas de las preguntas que se escuchan en los consultorios de los sexólogos y también en las charlas de amigas. Más allá de las variantes, la gran duda es la misma: “¿Qué onda?”. Según los especialistas, el deseo es como la sensación de frío o de calor: es diferente en cada persona y puede variar de acuerdo a muchos factores (como el cansancio, una enfermedad o el estado de ánimo). “No debería importarte nada lo que se supone que es normal o no para los otros”, advierte la psicoanalista Any Krieger, autora del libro Sexo a la carta. Te conviene preguntarte algo más concreto: “¿Estoy conforme con mi vida erótica?”. La respuesta dependerá de tus ganas, de la situación, de lo conectada que estés con vos misma y con tu disfrute. Como verás, la excitación no se da por generación espontánea.
El erotismo no es un impulso
La idea de que si un hombre te gusta vas a querer tener sexo con él siempre es muy básica. Especialmente porque das por sentado que la libido es estable. “El deseo es algo móvil y fluctuante, que no se puede medir ni ser calificado de tal o cual manera, según una estadística. Es imposible establecer qué debemos sentir, cuándo y de qué modo”, asegura Krieger. Más que una flecha certera, tu libido se parece a una delicada aguja que oscila de un lado a otro, y es capaz de marcar sutiles gradaciones entre “mucho, poquito y nada” de ganas de intimar. “El desafío es descubrir qué te gusta y aceptar que eso puede cambiar: no tener ganas también es parte de la ‘normalidad’”, explica la psicoanalista Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Este modelo “floating” de respuesta sexual se origina en tu cerebro, el que registra los estímulos eróticos (una mirada, un aroma o una caricia) y envía la orden de encendido a tu libido. Al mismo tiempo, actúan los llamados “frenos sexuales”, que responden a las mil y una razones que te impiden ponerte en llamas en ese momento. Puede tratarse de una cuestión estética (como no estar depilada), estrés, miedo al embarazo o a una enfermedad de transmisión sexual, aburrimiento o cansancio. “Las angustias económicas y las presiones laborales también inciden”, asegura Guraieb.
¿Creés que tu libido está en el freezer porque tu hombre no sabe estimularte? Según los especialistas, las dificultades vinculadas al deseo erótico rara vez tienen que ver con una técnica inadecuada, sino con cuestiones bastante alejadas de la cama. Hacé una prueba simple: recordá alguna noche en la que chocaron los planetas, y pensá qué hizo que ese momento fuera tan hot. Después, rememorá alguna experiencia “menos diez” y analizá qué fue lo que realmente te afectó. Así vas a desenmascarar el gran problema: “impulso vs. inhibición”.
Identificá tus frenos
¿Algunas de estas situaciones te resultan familiares?
* Si todo no se da como lo fantaseé, me cuesta mucho engancharme.
* En la cama, mi mente está en cualquiera: pienso en todo lo que tengo que hacer al día siguiente.
* Cuando le dedicamos mucho tiempo a la previa, termino por enfriarme.
* No quiero que él me vea los rollos o la celulitis, y eso me impide concentrarme en mi placer.
Todo lo que te saca de clima cuando estás en plena acción actúa como freno sexual. Si te reconociste en uno (o varios) de los planteos, es obvio que tenés problemas a la hora de disfrutar entre las sábanas, y eso te hace evitar el erotismo. No sos la única. Según un estudio realizado por la Universidad Case Western Reserve, de Cleveland (Estados Unidos):
27% de las mujeres están insatisfechas con su nivel de deseo sexual.
70% de ellas aseguró que su pareja se había visto afectada a causa de eso, aunque pocas buscaron ayuda de un especialista.
RECONOCÉ TU ACELERADOR DE DESEO
¿Qué afirmación te describe mejor?
* El aroma corporal de él me resulta super sexy.
* Cuando pienso en alguien que me atrae, me enciendo al toque.
* Me enloquece tener sexo en lugares no convencionales.
* Lo que me estimula es ver cómo el otro se excita conmigo
Estas frases se refieren a los estímulos eróticos femeninos más comunes. ¿No te identificás con ninguna? En ese caso, tal vez tus inhibiciones le ganen por goleada al deseo. La buena noticia es que, con ayuda de un especialista, podés revertir la situación.
¡Hacete cargo!
Muchas cosas que consideramos decisivas para el deseo en realidad no lo son tanto.
Las hormonas: Más allá de las fluctuaciones que se dan durante el mes, las investigaciones demuestran que apenas el 10% de las mujeres tiene bajo deseo sexual por una cuestión fisiológica. “Casi siempre el bloqueo es mental”, asegura Guraieb.
El Estrés: Para algunas personas, la ansiedad y la tensión impactan de forma negativa en su vida sexual, mientras que otras sostienen que ese estado incrementa el deseo erótico (claro que eso no implica un mayor disfrute).
Las presiones FAMILIARES o sociales: Es verdad que ciertos entornos promueven las inhibiciones sexuales, pero podés deshacerte de esos mandatos y reemplazarlos por creencias que te permitan ser más feliz.






















Comentarios