¿Tenés mucho vello facial? ¿Sentís sueño todo el tiempo? ¿Estás muy irritable? Es obvio quiénes están en el banquillo de las acusadas: tus hormonas. Esas sustancias suelen ser bastante vapuleadas. “Las culpamos de casi todos los desarreglos de nuestro organismo y, a veces, eso no es completamente justo”, advierte el endocrinólogo Fabián Pitoia, encargado de la Sección Tiroides y coordinador del Área de Investigación de la División Endocrinología del Hospital de Clínicas José de San Martín.

Pero, en ocasiones, por algún motivo ellas empiezan a cumplir mal su función y se produce un desequilibrio. El exceso de testosterona (la hormona del deseo sexual), por ejemplo, puede asociarse con problemas de peso, de piel y con cuadros médicos más serios, como el síndrome de ovario poliquístico. Si bien el sistema endocrino se autorregula (de hecho, realiza esa función de manera muy eficaz), suele ser muy sensible a diferentes factores. “El estrés afecta principalmente la secreción de cortisol, una hormona generada por las glándulas suprarrenales: el organismo interpreta que está frente a una circunstancia que lo lleva a un estado de alerta para poder reaccionar, y empieza a hipersecretar cortisol”, explica Pitoia. Eso puede atentar contra tu salud de diferentes maneras. En relación al origen de estas cuestiones, a menudo no se sabe si fue el huevo o la gallina: ¿las hormonas alteran tu calidad de vida o tu calidad de vida altera tus hormonas? Es uno de los grandes debates científicos.

Entonces, ¿qué pasa con vos?

Como primera medida, ante la sospecha de que tus hormonas fallan, Pitoia sugiere que saques turno con tu médico clínico. No consideres solo las señales físicas, como la somnolencia constante o una amenorrea (ausencia de menstruación): la irritabilidad o el nerviosismo permanente también podrían ser síntomas de un desorden endocrino (hormonal). “Aunque la sensibilidad a flor de piel distingue a las mujeres, si los cambios en tu estado de ánimo empiezan a salir de lo normal y afectan tu calidad de vida, tenés que consultar al especialista”, aconseja la endocrinóloga Laura Maffei, de la Sociedad Argentina de Endocrinología (SAEM) y la Sociedad Argentina de Osteoporosis (SAO), y directora de Maffei Centro Médico.

Tengo temblores y palpitaciones

PODRÍA SER… tiroides. La hiperactividad de esa glándula suele causar pérdida de peso, debilidad muscular, temblores y una mayor frecuencia cardíaca. Si tenés alguno de esos síntomas, te conviene ver a tu médico. Por otro lado, está científicamente demostrado que “el estrés puede jugar un papel importante en el desarrollo de enfermedades tiroideas latentes en pacientes con una predisposición hereditaria”, asegura Pitoia.

No me viene la regla, y definitivamente no estoy embarazada

PODRÍA SER… prolactina. En casi el 20% de los casos en los que el período desaparece sin razón, las sospechas se concentran en los altos niveles de prolactina: se trata de una hormona producida por la glándula pituitaria, que aumenta durante el embarazo y prepara el cuerpo para la lactancia. Elevados niveles de prolactina sin que haya gestación pueden indicar un tumor en la pituitaria (usualmente desaparece con medicación, sin necesidad de una intervención quirúrgica).

El estrés altera la química cerebral que influye en el funcionamiento del organismo, lo que puede alterar tu ciclo menstrual. Eso también suele sucederle a un cuerpo cansado por un entrenamiento físico intenso y la falta de nutrición adecuada. No te dejes estar: cuando no tenés el período durante un tiempo prolongado, tus huesos se debilitan y podés llegar a sufrir osteoporosis.

Tengo sed permanente y orino a cada rato

PODRÍA SER… insulina. Cuando el nivel de esta hormona es bajo, el azúcar se acumula en la sangre en lugar de ir a las células, y eso hace que se presenten síntomas de diabetes. El tipo I es usual en chicos y adultos jóvenes, mientras el II (el más común) se da en personas de edad más avanzada.

Una dieta saludable y la práctica de actividad física te ayudan a prevenir la aparición de esa enfermedad, que puede ser hereditaria. Ante cualquier duda, consultá a tu médico.

Mi cutis es un horror 

PODRÍAN SER… estrógeno y testosterona. Al aumentar de peso, por ejemplo, el balance entre estas dos hormonas varía: se produce un incremento relativo de la testosterona y una baja en los estrógenos. Por eso, tu cutis se ve más oleoso, tenés vello facial y hasta acné (en su versión adulta: con pequeñas protuberancias rojas símil chichones). “La calidad del funcionamiento del aparato endocrino se refleja en todos los órganos, y la piel es el más extenso. Las hormonas determinan ciertas características en la dermis (como su tono, grasitud o grosor), por eso es importante considerarlas para evaluar las alteraciones de la piel”, asegura la doctora Maffei. Esta especialista recomienda consultar a un endocrinólogo y “acompañar el tratamiento con otros procedimientos externos como ozonoterapia, radiofrecuencia o microdermoabrasión”.

Siempre estoy cansada

PODRÍA SER… cortisol o tiroides. La fatiga puede deberse a un descenso del nivel de alguna de esas hormonas.