Estar en una relación estable puede ser un verdadero desafió. La dedicación y el cuidado diario son requisitos fundamentales lograrlo.
Al comienzo, todo es color de rosa. La etapa de la conquista es una de las más exquisitas de la relación. Está repleta de ilusiones, deseo, seducción, expectativas. Como toda novedad, conlleva una carga energética maravillosa. Liberamos endorfinas, estamos felices, alteradas, soñadoras, creativas. En algunas oportunidades incluso decimos y actuamos un poco como nos gustaría ser y no tanto como somos verdaderamente. En fin, un momento maravilloso pero que no dura para siempre.
La realidad es que en ese primer momento, no conocemos a nuestra pareja profundamente. Los defectos y manías aún permanecen ocultos tras el brillo del enamoramiento. Sentimos que para conquistar al otro, tenemos que gustarle y para ello nada mejor que preservar un pendiente de misterio.
Pero ¿Qué pasa cuando surge la rutina y pareciera que no queda nada por descubrir?
El haber conseguido una pareja y mantenerla estable, va quitando la magia que nos sostiene sedientos. El deseo no siempre es espontáneo. Es el primer gran error de las parejas de años de convivencia es pensar que si el deseo se fue es porque la magia se esfumó y algo malo está sucediendo entre los dos.
Chicas ¡Al deseo hay que alimentarlo todos los días!
Es natural, nos pasa a casi todas las personas con los años. Hay que reconquistarse. Elegirse nuevamente descubriendo que somos seres fascinantes, que podemos aun con los años seguir besándonos con nuevos aromas y sabores. Que podemos cambiar la posición, el escenario, los colores, la forma de tratarnos.
Como cualquier otra rutina, debemos recordar esa sensación tan grata de conquista y volcarla en juegos, vestuarios, palabras o condimentos diferentes Podemos reinventar nuestra relación, ¡Nada está perdido!
Fuente: Mariela Tesler, Directora de Isabellina. Web: www.isabellina.com.ar





















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