Tema de conversación incómodo, la economía y las finanzas son la causa principal de separación de dos de cada tres parejas, según asegura Mariano Otálora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales y autor del libro Amor… sos la inversión de mi vida.
“Ese conflicto siempre encubre una lucha por el poder. El que desea tener ‘la última palabra’ suele resistirse a aceptar una distribución equitativa del dinero y pretende controlar la administración de él. El error de muchas parejas es que recién hablan del tema cuando ya se instaló la discordia”, afirma la psicóloga Clara Coria, coordinadora de Talleres de Reflexión y autora del libro El sexo oculto del dinero. Los especialistas advierten: “Es importante no tener esas conversaciones en los momentos de urgencia, de toma de decisiones o en el contexto de una pelea. Lo saludable es hablar con tranquilidad en instantes elegidos, para poder acordar políticas en condiciones de armonía y libertad”, recomienda el médico psicoanalista Eduardo Drucaroff, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Si bien no existe una fórmula efectiva para todos, algunas conductas ayudan a evitar los conflictos de pareja a causa de las finanzas. Además de dialogar sobre el rumbo de la economía, conviene tener objetivos en común y no gastar por encima de las posibilidades. De acuerdo a las situaciones más usuales, los especialistas proponen estrategias para que el dinero no arruine tu relación de pareja ni tu vida.
Expenseaholic
Tu novio parece considerar que el dinero proviene de una canilla inagotable, que fluirá para siempre. Aunque sus ingresos son altos, te preocupa su costumbre de usar la tarjeta de crédito sin pensar. “Muchas parejas se resisten a confeccionar un presupuesto para evitar el conflicto que se genera cuando aparecen las diferencias, que existen siempre. La solución no reside en soslayar el tema sino en negociar con una ética de paridad: ambos tendrán que ceder algo para obtener un beneficio”, asegura Coria.
Según Mariano Otálora, “el despilfarrador serial invita a todos los amigos y compra regalos siempre. Se trata de una actitud difícil de modificar y funciona como una adicción, con los mismos altibajos”, advierte el especialista. En un caso así, ¿qué podés hacer para que los números no estén en rojo? “Tratá de evitar que la otra persona se tiente en gastar. Por ejemplo, organizá una propuesta para las vacaciones (de acuerdo a un presupuesto lógico) y luego proponésela. También podés enseñarle que esa pequeña suma de dinero que malgasta a diario se convierte en una cantidad significativa a lo largo del tiempo: $ 100 pesos por día son $ 3000 al mes, $ 36.000 al año y
$ 360.000 en diez”, ejemplifica el especialista en Finanzas.
Nunca tenés un mango
Peluquería, una cartera, Crossfit, el posgrado, un regalo de cumpleaños, una máscara para pestañas, la cuota del cero kilómetro: después de cubrir tus gastos personales, no te queda dinero para aportar al hogar. Seguramente eso sea motivo de discusiones. Según los expertos, la vida en pareja requiere una adaptación que incluye la realidad económica.
Una buena idea es tomar las riendas de la situación y definir una meta que les interese a los dos. “Tienen que encontrar un objetivo en común. Si vos invertís en un auto de lujo y tu novio quiere mudarse a un departamento más grande, el conflicto es inevitable”, dice Otálora. Ya sea que quieran planificar unas vacaciones o remodelar la casa, ambos deben aportar una proporción equitativa de recursos para ese propósito.
Vos ganás más que él
“El dinero es un recurso de poder que durante siglos ha sido controlado y administrado por el varón. Aunque en las últimas décadas algunas mujeres han alcanzado la independencia económica, no dejan de sentir que tienen que pedir permiso para usar la plata según su criterio”, asegura Coria.
Para Otálora, “el problema surge cuando una situación que se daba cambia abruptamente (uno de los dos sostenía el hogar y eso se revierte): afecta mucho la autoestima”. Para no hacer sentir mal a tu pareja, este experto recomienda una táctica simple: vos y él pueden depositar sus ingresos en una cuenta a nombre de los dos, y cada uno puede extraer lo que necesita para afrontar los gastos comunes o personales.
Manejás la economía hogareña
Tu pareja no se ocupa de nada relacionado con números, y vos te hacés cargo de esa área.
Es una solución fácil para evitar una catástrofe financiera, pero no deberías hacerlo sola: estás ocupando un rol que tiene que ser compartido. “Es un modo de organizar la pareja que a veces funciona bastante bien”, dice Drucaroff.
“En la convivencia, cada integrante de la pareja debería realizar distintas tareas. Lo peor que puede pasar es que las decisiones se tomen unilateralmente”, dice Otálora. Según este especialista, no siempre el que más entiende hace las mejores inversiones, y puede suceder que él critique tus decisiones si los resultados no son los esperados.
Entonces, siéntense y repartan las tareas hogareñas. Por ejemplo, aunque vos vayas sola al súper, hagan juntos la lista de las compras. Y proponele a él que se encargue de pagar los impuestos (de paso, se entera de los montos de los gastos fijos).
Él es un obse
Tu pareja registra cada centavo que gastan. Aunque vos sos responsable con la plata, llevar la cuenta de los chicles que compraste te parece too much. “Estar con alguien tan meticuloso puede ser asfixiante para el que no lo es, pero está el beneficio de la previsibilidad, de vivir en un mundo ordenado”, asegura Drucaroff.
“Una persona hiperorganizada suele ser muy racional: averigua, compara y se organiza antes de decidir una compra. Para ‘convencerla’ de algo tenés que contemplar esas cuestiones: mostrale varios presupuestos, indicá el beneficio de cada opción y señalá quién ofrece un descuento”, concluye Otálora.
Casos reales
“Él paga los gastos fijos”
Paula Iñon, 29 años, abogada.
“Nos complementamos muy bien porque yo tengo el objetivo y la ambición, y Tomás administra. Yo gasto todo lo que quiero, pero con una condición: genero ese monto de dinero. Tenemos una cuenta juntos. En teoría, él paga los gastos fijos y yo los superfluos (ropa, cartera, etcétera)”.
“Tenemos una cuenta en común”
Cecilia Bertini, 26 años, periodista.
“Con Iñaki transferimos nuestros sueldos a una cuenta en común, y todo lo debitamos de ahí. Tenemos las prioridades en claro: lo que involucra un gasto grande, como comprar un lavarropas o el auto, es consensuado. Somos la señorita y el señorito Descuento. Otra cosa importante es tener un límite con las tarjetas: calculamos cuánto hay que pagar por mes”.
“Estamos muy bien organizados”
Mayra Bravo, 26 años, licenciada en Ciencias Políticas.
“Durante dos meses, con Sebastián anotamos los gastos y así vimos que necesitábamos el 45% de nuestros ingresos para cubrir los gastos fijos, podíamos ahorrar el 35%, y el resto destinarlo para salidas y ropa. Estamos muy bien organizados: en una planilla de Excel anotamos los gastos en común. Cada uno tiene su caja de ahorro y compartimos una cuenta común”.






















Comentarios