Tu compañera de trabajo jura que se mantiene en forma gracias a los 30 minutos que se pasa corriendo durante su hora de almuerzo, mientras que tu mejor amiga asegura que solo camina (mucho) para cuidar su figura. Y para vos ¿qué es lo mejor? Averigualo en esta nota.
1- PARA PERDER PESO
“Podés adelgazar y bajar unos kilitos caminando o corriendo”, dice el personal trainer Pablo Benadiba, director del sistema de entrenamiento Be Fit. Cualquier ejercicio cardiovascular mejora la eficiencia de tu cuerpo.
CORRER:
Benadiba sugiere correr tres veces a la semana durante 45 minutos y al 75% de tu máxima frecuencia cardíaca (para averiguar la tuya, restale tu edad a 220). Si te ejercitás al 50% de tu máxima frecuencia cardíaca, vas a quemar más grasa que carbohidratos, pero a mayor intensidad vas a perder más peso en sentido general.
CAMINAR:
“Si estás pasada de peso o preferís los ejercicios suaves, caminar es lo mejor. De esta manera, vas a elevar tu frecuencia cardíaca y eso te ayudará a quemar grasas”, aconseja Benadiba. Hacelo durante 45 minutos, cinco veces a la semana. Pero si estás en forma, caminar no va a hacer mucho por vos, a menos que sea a paso rápido.
2- PARA CUIDAR TU SALUD
Correr y caminar tienen los mismos beneficios para la salud, incluyendo la prevención de las enfermedades del corazón, la osteoporosis, la diabetes tipo 2, el estrés y la depresión.
CORRER:
Los corredores siempre tienen mayores ventajas porque se ejercitan con más intensidad. “Mientras más fuerte es el entrenamiento, mejores los beneficios”, aclara Benadiba. Pero dejá las pesas en tu casa porque se ha demostrado que correr con peso extra sube la presión, así que los riesgos superarían a los beneficios.
CAMINAR:
Se probó que caminar mejora la salud mental. Cualquier ejercicio te hace liberar endorfinas, conocidas como “las hormonas de la felicidad”. Incluso si vas lento, tu ánimo va a ser más positivo. Con solo dar una vuelta a la manzana alivia el estrés y, si caminás con energía, vas a mejorar tu función cardiovascular.
3- PARA LAS ARTICULACIONES
Las personas que caminan pueden sufrir las mismas lesiones que las que corren, pero los riesgos del caminante son menores.
CORRER:
Las cinco lesiones más frecuentes de los corredores son: fisura de la tibia, ampollas, dolor en las rodillas, tendinitis del talón e inflamación de los pies. Se pueden evitar usando los zapatos correctos. Pedile a un experto que te indique la forma correcta de entrenar y cambiá las zapatillas cada seis meses.
CAMINAR:
Aunque caminar es más suave para tus articulaciones que correr, tenés que protegerte haciéndolo en superficies de bajo impacto, como el pasto, la tierra y las cintas de gym. Si notás que tus pies se van hacia adentro, usá unas zapatillas con estabilidad y control de movimiento.
4- PARA NO ABANDONAR LA RUTINA
El cuerpo se acostumbra al ejercicio, así que si caminás o corrés tenés que variar tu rutina. Lo mejor es aumentar la intensidad.
CORRER:
“Correr es más arduo, pero se hace más fácil si mantenés un ritmo estable”, enfatiza Benadiba. Como el cuerpo tarda seis semanas en adaptarse a un nuevo hábito, no vayas muy rápido al comienzo. Poco a poco te será más fácil. La famosa euforia del corredor también aficiona a la gente a este ejercicio y es motivada por su intensidad.
CAMINAR:
“Va a llegar un momento en el que caminar no te otorgará más beneficios físicos”, afirma Benadiba. La solución es aumentar el tiempo que caminás un 10% cada semana. Guiate por esta regla: si podés chusmear sin parar con la compañera que tenés al lado, debés elevar la intensidad, pero no tanto al punto de que no puedas hablar.



















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