1. Se casa tu hermana y tu voz interior te dice que, para la fiesta…
a. Debés ponerte ese vestido blanco que tanto te gusta. ¡Te queda perfecto!
b. Tenés que invertir parte de tu sueldo en la peluquería, para estar divina.
c. Aunque te produzcas, sos un desastre: te salieron miles de granos en la cara.
2.Tu novio te propone convivir. En vez de alegrarte, su propuesta te angustia. Eso
significa que:
a. No estás enamorada. El amor debe ser color de rosa o nada.
b. Tenés que hablarlo con tu terapeuta. Quizá, tenés miedo de dejar la casa de tus padres.
c. Te está por venir y estás más sensible. Igual, solés angustiarte por cualquier cosa.
3. En tu actual puesto de trabajo no tenés chances de crecer. Vos:
a. Renunciás de un día para el otro.
b. Te creás un usuario en el portal de Empleos Cosmo y te postulás a nuevas búsquedas.
c. Estás dispuesta a quedarte ahí, porque tenés la esperanza de convertirte en la recepcionista que, después de 20 años, llegó a ser jefa.
4. Sacás un turno on-line para hacerte un peeling que está en promoción y, cuando llegás, el lugar es horrible. ¿Qué hacés?
a.Denunciás al sitio Web por falsa promoción.
b. Inventás una excusa, como: “Me olvidé de que tenía un turno con el dentista”, y huís.
c. Te entregás a la situación. En el peor de los casos, después vas a ver a tu cosmiatra.
5. Soñás con ser artista plástica, pero tus viejos creen que no es un trabajo rentable. Vos:
a. Desestimás su opinión y vas a cumplir tu sueño a otro país.
b.Te convertís en artista part-time y buscás otro empleo que te permita costear los gastos.
c.Dejás la pintura y te metés en Medicina. Tus padres tienen razón: necesitás una carrera con mejor salida laboral.
MAYORÍA DE “A”
Siempre, sin medir las consecuencias
Sos impulsiva y te cuesta reflexionar antes de actuar. Al tomar una decisión, no te detenés a pensar qué te conviene. ¿El problema? “No meditar previamente te impide medir las consecuencias de los actos que, una vez concretados, pueden sorprenderte o angustiarte. Incluso, generarte la sensación de no entender cómo llegaste a ese punto”, advierte Leticia Tolesano, psicóloga de la Fundación Oncosalud (fundaciononcosalud.com.ar). Que te quede claro: el problema no es dejarte llevar por la intuición, sino que no la cuestiones. Está bien que quieras estar divina en el casamiento de tu hermana, pero ponerte un vestido blanco (por más que te quede perfecto) ¡no da! El consejo: “Hacé un ‘stop’. Antes de actuar, tomate un minuto para reflexionar sobre las opciones que se te presentan, y evaluá las ventajas y desventajas de tu conducta”, recomienda Tolesano.
MAYORÍA DE “B”
Confiás en tu intuición, aunque sabés que podés equivocarte
Cuando se trata de elegir, tenés la madurez suficiente para escuchar tu intuición y, al mismo tiempo, buscar alternativas antes de patear el tablero. ¿Tu puesto de trabajo no te convence? Te encantaría renunciar, pero sabés que no querés volver a depender económicamente de tus padres. Entonces, buscás empleo hasta que te surja una oportunidad laboral mejor. ¡Aplausos! Aprovechá esa flexibilidad para sortear aquellas situaciones que requieren tomar decisiones. ¿Y si te equivocás? “¡Tranquila! No es el fin del mundo, todo lo contrario. Equivocarse es enriquecedor. Más aun, si aprendés a capitalizar tu error para no volver a repetirlo”, afirma Cristina Castillo, psicóloga de la Institución Fernando Ulloa (institucionulloa.com.ar).
MAYORÍA DE “C”
Intuición… ¿qué es eso?
Sos infantil, tenés la autoestima por el piso y vivís pendiente de banalidades. Por preocuparte del “qué dirán”, te olvidás de que lo que realmente importa sos vos. Tu actitud pasiva puede perjudicarte. “Postergar tus deseos en función de lo que espera el resto te impede tomar las riendas de tu vida”, explica Castillo. ¿Querés ser artista plástica? En vez de escuchar lo que dice tu familia, hacele caso a tu intuición y cumplí tu sueño. “Prestá atención a lo que deseás. Observá qué sucede alrededor y evaluá qué podés hacer para alcanzarlo”, aconseja Tolesano. Conclusión: animate a protagonizar tu historia.



















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