1- Es viernes a la madrugada y entrás a la farmacia para comprar toallitas femeninas y analgésicos. Cuando estás por pagar, el cajero te pregunta si está todo bien. Vos, ¿qué le contestás?
a. “Se me adelantó el período y mi botiquín estaba vacío”.
b. “Nunca estuve mejor”. #SarcasmoModeOn.
c. Nada.

2- ¿Cuál es tu frase de cabecera?
a. Cualquiera podría ser mi analista. Le cuento mis problemas a todo el mundo.
b. Cuando me piden una opinión, me gusta explayarme.
c. Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras.

3- Usás Twitter para:
a. Decir TOOODO lo que se te cruza por la cabeza.
b. Seguir a tus artistas favoritos y a los famosos que admirás, como Shakira o Luisana Lopilato.
c. Nada. Además, ¿a quién podría interesarle tu opinión?

4- Llegás 20 minutos tarde al trabajo y tu jefe te pide explicaciones. ¿Qué le decís?
a. Le contás que tuviste una discusión con tu novio, porque jamás te ayuda con los quehaceres de la casa. Y, por eso, estás pensando en separarte.
b. Le adjudicás tu demora al tránsito (aunque la verdad sea otra).
c. Bajás la cabeza y le pedís disculpas.

5- En el grupo de WhatsApp que compartís con tus compañeras de oficina, intercambian fotos de sus últimas vacaciones. Vos, ¿qué aportás?
a. Una foto tuya en topless, junto a tu novio ¡en zunga!
b. Una selfie que te sacaste en la orilla del mar.
c. Nada. Jamás sacás fotos con tu celular porque no confiás en la Nube. #ParanoiaModeOn.

RESULTADOS: Sumá cuántas respuestas A, B y C tuviste.

Mayoría de A
No tenés filtro
Sos avasallante e impulsiva. ¿Tu problema? No medís el poder de tus palabras. Tenés que empezar a ser más discreta. “De lo contrario, corrés el riesgo de que te tilden de desubicada o, peor aún, que las personas que te rodean comiencen a evitarte o a sentirse incómodas con tu presencia”, explica Santiago Gómez, psicólogo y director del Centro Decidir Vivir Mejor (decidirvivirmejor.com.ar). Ojo, no está mal que sociabilices en la oficina, pero contarle a tu jefe tus intimidades de pareja puede perjudicarte más de lo que te imaginás. “Al desnudar tus cuestiones personales sin filtro, quedás en un grado de exposición elevado que puede convertirte en una persona muy vulnerable”, advierte Marcelo Passini, psicólogo de la Fundación FORO (fundacionforo.com.ar). Para revertir esta actitud, los expertos consultados coinciden en que te conviene empezar a ser más selectiva con lo que contás. “Antes de abrir la boca, preguntate: ‘¿Qué pasa si no lo hago?’. Otra buena estrategia es tomarte cinco minutos para pensar cuáles son los beneficios de compartir tu historia con otras personas. Si aún así sentís la necesidad de hacerlo, procurá no ahondar en detalles”, recomienda Passini.

Mayoría de B
Solo a tus íntimos
Cuando se trata de revelar detalles de tu intimidad, tenés la madurez suficiente para darte cuenta de hasta qué punto te conviene hablar con cada persona. Por eso, si tu jefe te pregunta por qué llegaste tarde a la oficina, le adjudicás tu demora al tránsito (aunque la verdad sea otra). ¡Bravo! “Tenés una actitud reflexiva y resolutiva que te permite improvisar para salir airosa de situaciones difíciles, sin necesidad de exponerte”, afirma Santiago Gómez. ¿Cómo mantener esta conducta? “Seguí compartiendo la información privada con las personas que te resulten más cercanas y evitá hablar de más con quienes no te generen confianza”, indica el especialista. ¿Un plus? Como dice el refrán: si no querés que lo sepan muchos, no se lo cuentes a nadie.

Mayoría de C
Deberías hablar un poco más
Sos una mujer insegura y pecás de reservada. ¿Lo peor? Como tenés pánico a ser juzgada negativamente por los demás, preferís callar antes que establecer un vínculo. Que te quede claro: “Si no modificás tu actitud, cada vez te va a costar más establecer vínculos y fomentar amistades”, explica Marcelo Passini. Por eso, si tus compañeras de trabajo insisten en que les muestres una foto de tus vacaciones, accedé a su pedido. Seguro tienen intenciones de integrarte al grupo. ¿Pensás que solo quieren reírse de vos? ¡Cortala con la desconfianza! “Corrés el riesgo de que dejen de tenerte en cuenta”, advierte Santiago Gómez. ¿Cómo activar tus vínculos? “Identificá cuáles son los motivos que te llevan a asumir esta actitud de no contar nada. Luego, chequeá en qué medida se ajustan a la realidad. Finalmente, animate a exponerte gradualmente, y evaluá cómo te sentís después de hacerlo”, concluye Marcelo Passini.