Te recibiste, conseguiste un buen empleo y estás creciendo profesionalmente. Ya lo decidiste: querés tomarte un tiempo antes de tener un hijo. Postergar la maternidad en función de otras prioridades es razonable, pero es necesario que tengas en cuenta que el reloj biológico avanza más allá de tus deseos. Los especialistas advierten que el paso del tiempo implica menor cantidad de óvulos disponibles, y de peor calidad. Cuando nacés, tenés alrededor de 2 millones de óvulos, pero al llegar a los 25 años, tu reserva ovárica es de 100.000. Y a los 30, de solo 50.000. O sea: el período que va de los 25 a los 35 años es el mejor momento para llamar a la cigüeña. Obviamente, a los 20 años tu fertilidad es más alta, pero en esa instancia quizá no estés asentada emocional y profesionalmente para encarar el proyecto de la maternidad.
La idea es que cuides tu cuerpo para que esté bien preparado cuando quieras ser mamá. Una alimentación desequilibrada, el tabaco, la falta de controles médicos clínicos y ginecológicos, la inactividad física y el consumo de alcohol, entre otros hábitos, afectan tu salud reproductiva. Tené que en cuenta que la delgadez extrema y el sobrepeso también la alteran: la grasa corporal y el estrógeno están intimamente relacionados, y sin las cantidades adecuadas de esa hormona, tu cuerpo no puede engendrar un bebé. Las mujeres que carecen de grasa corporal suelen presentar problemas de fertilidad.
Las estadísticas demuestran que las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son la principal causa evitable de infertilidad. Entonces, practicá siempre el sexo seguro (con preservativo) y realizá un control ginecológico regularmente.


					
















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