La revolución de las chatas

Las chicas versión “tablas de planchar” demostraron que se puede ser sexy sin curvas artificiales. Por suerte, no todo es silicona.

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La revolución de las chatas

Después del auge de las siliconas en la década pasada, las chatas contraatacan: cada vez son más las mujeres que reivindican sus escotes naturales (así tengan 80 centímetros de contorno) en vez de pasar por el quirófano. Ellas adoran sus líneas no tan pronunciadas y las lucen con orgullo. Según cifras de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, en Estados Unidos la demanda de mamoplastías (la colocación de prótesis para aumentar el tamaño del busto) cayó un 17% en los últimos años. Los fabricantes de lencería aseguran que, en este momento, los soutiens más pequeños son los más vendidos. “Las chicas que no tienen mucho pecho ya no buscan un corpiño con push up o con aro, como en el pasado. Muchas optan por las tazas soft que destacan el volumen de modo muy natural”, asegura Cecilia Marando, del departamento de Comunicación del Grupo Selú. ¿El modelo ideal? “El ‘triangulito’ de encaje resalta la forma natural del busto y es el favorito de muchas mujeres porque, además de ser sexy y sugerente, no incomoda”, explica Guadalupe Varela, brand manager de Peter Pan.

¿Menos es más?
Hace un tiempo, un estudio de la Universidad de Viena (Austria) desató la polémica. La investigación aseguraba que las mujeres con poco busto son más sensibles a las caricias en las lolas que las pulposas, porque el tejido graso provoca que los estímulos lleguen “amortiguados” a los centros de recepción del placer. De inmediato, surgieron opiniones “Sin importar su tamaño, la mama está llena de terminaciones nerviosas que la convierten en una zona erógena privilegiada. Hay que dejar de lado la cuestión del volumen, lo que cuenta es la autoaceptación. Una vida sexual plena no se relaciona con el escote”, explica la sexóloga Noemí Escalada, asesora de Isabellina (www.isabellina.com.ar).

A favor del bienestar
Cuando tenés lolas pequeñas, el autoexamen mamario es una rutina muy simple. “Al haber menos tejido graso, la tarea se facilita notablemente”, asegura el sexólogo clínico Andrés Flichmann. Otra ventaja: evitás complicaciones asociadas a un busto grande, como los dolores de cuello y espalda que, a su vez, provocan cefaleas. Una delantera prominente sucumbe a la ley de gravedad rápidamente, mientras que los pechos firmes son sinónimo de juventud y de salud. ¿Viste? Ya tenés una razón más para sentirte feliz cuando busques un corpiño con tazas tamaño A.

Conocé los trucos para convertir a la lencería en tu aliada en Revista Cosmo de mayo.

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