Cómoda con sus 30, la actriz de Señores papis apuesta a sacarse de encima el karma de la heroína de las novelas y cuida que los dos años de convivencia con su novio, Fernando Sieling, no apaguen la pasión.
Marcela es bella, sin artificios. Eso es lo que se ve al tenerla enfrente. Y, también, al escucharla hablar. Aunque creció en la tevé, asume lo suyo como un mero trabajo y está inmunizada a los brillos y a la fama. Kloosterboer ya no se resiste a usar tacos y a producirse, pero tiene la actitud de ir descalza por la vida. Se enorgullece por rodearse de sus amigas de siempre, sus “guardaespaldas”, que le hacen el aguante en su afán por mantener el anonimato y disfrutar de una despedida de soltera en un boliche, y con las que participa en carreras de aventura. El otro pilar es Fernando Sieling, su novio desde hace cinco años y con quien convive desde hace dos. En él -licenciado en Administración de Empresas y rugbier aficionado, que la conoce desde siempre- se refugia.
Cosmo: Siempre definís la actuación como “un trabajo cualquiera” y pretendés que tu entorno lo viva de esa manera, sin cholulaje…
Marcela: Sí, nada de cholulaje. No me gusta lo que se genera alrededor de la televisión ni convertirme en el centro de atención de mis reuniones. Me parece que, también, es divertido lo que puede contar mi amiga abogada, o la que es periodista, o la que es médica. Al ser actriz, está bueno no perder de vista esas otras cosas. Si no, te encerrás mucho.
C: ¿En algún momento te cansó el mundo artificial de la televisión?
M: No, porque no es tan artificial si no querés. Si tenés Twitter y estás todo el día hueveando con eso, es muy artificial. En cambio, si te quedás charlando con los técnicos, te das cuenta de que somos personas que trabajamos. Es una profesión buenísima, y lo mejor es que, con los años, puedo elegir roles que representan un desafío.
C: Tal vez, por tu imagen, vos tenés un poco el karma de ser la heroína de las novelas, ¿no?
M: Claro. Con la cara de buena siempre me llaman para lo mismo. Por eso me divirtió hacer de una guacha en Los vecinos en guerra. En Señores papis, no hago de mala, pero soy una hippie que es profesora de yoga, hace esculturas y viene a Buenos Aires luego de vivir en la montaña. Además, está de novia con el personaje de Luis Luque, que hace de padre de Luciano Castro y que la dobla en edad.
C: Tenés 30. ¿Te pegó la crisis del cambio de década?
M: No. Me agarró muy bien y me encanta decir que tengo 30.
C: Confesaste que creías en el amor y en el matrimonio para toda la vida, ¿mantenés esa idea?
M: ¿Ves? ¡Antes de eso no creía! No resisto un archivo (se sonríe). Cambiar de ideas tiene que ver con evolucionar y con madurar.
C: Entonces, ¿seguís siendo promatrimonio?
M: Puedo ser promatrimonio, pero no soy idealista. Me gustaría casarme por el hecho de compartir ese momento con mi novio, más que por una imposición social. En mi casa tampoco existen esos mandatos. Mi hermano se casó en la playa, en Hawai, donde vive.
C: ¿Te resulta difícil confiar en la gente?
M: Sí. Soy desconfiada y muy intuitiva. Sé cuando alguien se acerca por mi profesión. Por eso, mi mundo real son mis afectos y mi novio.
C: Siempre te preguntan por el casamiento y la maternidad, ¿cierto?
M: Sí, tal cual. Te casás y te preguntan: “¿Y el hijo para cuándo?”. Después: “¿Y el segundo?”, y luego: “¿Cuándo te separás?”… (se ríe). Preguntan con mucha liviandad, porque creen que mi vida privada debe ser pública, entonces todos opinan y hablan. Pero aprendí de esa situación. Antes me enojaba, ahora comprendí que tengo el poder de contestar lo que quiero.
C: ¿Cuándo lo entendiste?
M: Una vez que me enteré de que, como no contestaba, me puteaban en los programas de Jorge Rial. Pensé: “¿Para qué enojarme si con una sonrisa divina puedo no responderles y evitar que me critiquen?”. Es un gasto de energía sin sentido.
C: Ser la figurita del momento tendrá sus cosas buenas, no debe ser todo a pérdida…
M: (Pone cara seria). Mmm, no sé, eh. A mí me gusta estar tranquila, resguardada. Me pasó de chica que me perseguían porque salía con un famoso, con Mariano (Martínez), y lo sufrí.
C: Ahora, ¿la estabilidad sentimental te pone en otro lugar para la prensa?
M: Sí, ni hablar. Aunque el otro día escuché que rumoreaban cosas sobre mí y no podía creer que volvieran con lo mismo.
C: ¿Rumores con Luciano Castro?
M: Sí, exacto. Van a inventarme romances con todos los actores solteros de la tira, vas a ver.
C: ¿Tu novio ya entendió el juego?
M: Sí. La verdad es que salgo en la tapa de una revista, la dejo una semana arriba de la mesa y recién ahí le pregunto si la vio. “Ah, sí, miré la tapa, está buena”, me contesta. Entonces, le digo: “Pero la nota, ¿leíste la nota?” (se ríe). “No, vi las fotos, después la leo”, me responde. ¡Eso es lo que me encanta de él!
C: ¿Cómo mantenés la pasión con el paso del tiempo?
M: Hay que laburar. La otra vez escuché algo cierto en la radio: que cuanto más sexo tenés, más querés hacerlo, y cuanto menos tenés, menos ganas te dan. Hay que ponerle onda y no dejarse estar.
C: En la pareja, ¿estás en los detalles?
M: Sí, recontra. Soy de Cáncer, muy maternal, de estar pendiente y hablar mucho. Soy analítica y reflexiva.
LEÉ LA NOTA COMPLETA EN COSMOPOLITAN DE ENERO.
























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