Chica Cosmo: quiero dirigirme a vos, que ahora estás en la playa con un muchacho que conociste hace poco evaluando si vale la pena o si, por el contrario, tiene fecha de vencimiento más pronta que un yogur. Debo decirte que pequeñas conductas como las que siguen son más que reveladoras del carácter del susodicho. Prestá atención, porque vas a enterarte si él es un valiente que te cuidará para siempre o si es un cobarde que no te va a defender ni cuando te arrojen espuma en el Carnaval.
Sacá el iPad y anotá
Tu chico es un cosaco de las estepas siberianas si, después de darte un beso, se lanza corriendo al mar, aunque las aguas de nuestras costas marquen -10º.
Muy por el contrario, será un pobre de espíritu si avanza lentamente hacia las aguas para ingresar solo hasta la altura de los muslos, con el fin de emprender la retirada al ratito con cara de circunstancia. En esa línea lógica, debés saber que un hombre con todas las letras NUNCA recurre a una toalla para secarse cuando sale del mar. Simplemente, sale, exhibe su piel erizada
por el frío y espera a que el sol y el viento lo sequen, mientras contempla el horizonte.
En el rubro deportivo, esta dicotomía se aprecia más claramente: estás en presencia de un valiente si después de un año de no hacer un pomo, él comienza a jugar al voley playero durante siete horas, aunque le duela el cuerpo los próximos doce meses.
Signos alarmantes
Empezá a hacer las valijas en caso de verlo regresar a la lona a los cinco minutos, acusando un “tirón” en el aductor, o muchísimo peor, en el caso de que se acerque a los partidos de bochas con cara de interesado, lo cual revelaría que tiene alma de septuagenario.
Pocos advierten que la gallardía se expresa en el contacto con los centenares de vendedores playeros. Será efectivamente un sujeto de valía si le grita al vendedor de pirulines, cual Coco Basile, para que se acerque. Otro cantar será que, cual cadete de oficina, sea él quien se aproxime al “pirulinero” o, peor aún, lo corra por varios médanos dando grititos locos.
Un dato distintivo es que el galancete, para combatir los rayos solares, porte solo una gorrita con el torso desnudo, a costa de quedar más colorado que un tomate. Va muy para atrás que lo encuentres todo encremado, con factor 120, para cubrirse del sol, del agua y hasta de la gripe A.
Propio de soldado legionario es caminar descalzo por la arena ardiente, como si no pasara nada, hasta llegar al agua. Todo lo opuesto es un flojo que da saltos de ballet, como si anduviera en zapatillas de punta.
Signo inequívoco de hombría con mayúsculas es cuando aparece un pez muerto en la costa, de esos que flotan cada tanto, y él lo levanta y te lo muestra como si fuera un volante de supermercado.
Debés decirle sin miramientos “adiós para siempre” en el caso de que el candidato vea un aguaviva, dé un salto, caiga en tus brazos y se excuse diciendo: “Es que tiene filamentos largos y puede picarte”.
Conclusión
El verano, por el tiempo libre, es un buen escenario para apreciar a la otra persona con todos sus pros y sus contras… ¡Y darlo de baja si lo ves ponerse crema para peinar para armarse los rulos cada vez que sale del agua!




















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