Los bomberos voluntarios de Ciudad Jardín (en el Gran Buenos Aires) tienen una tradición navideña que repiten desde hace muchos años: pasean a Papá Noel en autobomba por las calles del barrio para que reparta caramelos. Es emocionante presenciar eso, porque la sirena va anunciando el paso y los chicos corren a la vereda a ver la caravana, sacarse fotos y vivir la magia. Me crié en Ciudad Jardín y siempre recuerdo que, cuando tenía cinco años, el evento tuvo un plus: nos avisaron que debíamos esperar a Papá Noel en el (por entonces) enorme patio del Jardín de Infantes Pinocho. Y fue una locura total cuando Papá Noel apareció ahí, ¡en helicóptero! Hace poco, reunida con mis amigos del primario, compartimos la anécdota infantil de la revolución que causó en el barrio aquel Papá Noel volador. A todos nos quedó grabada para siempre y nos emocionamos un poco al darnos cuenta de lo significativo que había sido para nosotros. No me pregunten qué regalo recibí ese año: lo olvidé. De hecho, no recuerdo casi ninguno de los regalos de las Navidades. Mi memoria tiene más que ver con encuentros y con situaciones que con paquetes. Hagamos de las fiestas un momento feliz que valga la pena recordar. Brindo por eso y por un año 2014 maravilloso, en el que sigamos juntas.
Hasta la próxima Cosmo. ¡Hasta el año que viene!
























Comentarios