Según la última encuesta del Ministerio de Salud de la Nación, en la Argentina se estima que el 29% de la población fuma. Al año mueren 40.000 fumadores activos y 6000 pasivos por causas vinculadas con el tabaquismo. Entonces, ¿qué esperás para dejar el cigarrillo? La nicotina es adictiva. En algunas personas, este efecto es cuatro veces más potente que la cocaína y 15 más que el alcohol. Como se trata de una gran batalla, hay que recurrir a las herramientas adecuadas. Proponete abandonar el vicio: los mejores especialistas te ayudan a lograrlo.
EL PRIMER PASO
El tabaquismo produce una dependencia química (a la nicotina), psicológica (relacionada con la conducta aprehendida) y social (tiene que ver con los rituales que implica el hábito). El neumonólogo Jorge Cáneva, jefe de la división Neumonología del Hospital Universitario Fundación Favaloro y director del programa para dejar de fumar de esa institución, considera: “La fumadora es una persona enferma y, como tal, tiene que buscar el asesoramiento y la guía de un médico que la ayude a controlar su adicción y a generar estrategias para modifi car sus conductas”, asegura. Entonces, aunque solo consumas cinco cigarrillos por día, cuando decidas dejar de fumar será conveniente que recurras a un especialista en cesación tabáquica: con su ayuda, el proceso te va a resultar más fácil y vas a multiplicar las chances de éxito.
“A la hora de intentar dejar el cigarrillo, cada paciente tiene su traje a medida”, asegura la neumonóloga María Inés Medín, coordinadora médica del Programa de Tabaquismo del Hospital Universitario Fundación Favaloro. De acuerdo a su experiencia, el mejor team antitabaco debería estar integrado por un neumonólogo, un nutricionista y un psicólogo. Cuanto más interdisciplinario sea el grupo de profesionales, más fácil será lograr el objetivo. Tu grado de adicción se mide con dos variables básicas: la cantidad que fumes por día y si lo hacés dentro de los primeros 30 minutos desde que te levantás.
PONÉ TODO EN LA BALANZA
Cuando fumás, tu organismo libera algunas sustancias que, además de generar una sensación de placer, disminuyen el apetito. Por eso, es usual que subas de peso cuando dejás el cigarrillo. Es posible evitarlo, ya que existe una medicación específi ca que ayuda a controlar la abstinencia y el apetito. “Cuando alquien que fuma abandona el hábito por su cuenta, se estima que puede aumentar entre uno y siete kilos. En cambio, si recurre a un especialista y con la ayuda de la medicación, no varía de peso. Incluso, puede sorprender que adelgace, ya que incorpora hábitos más sanos de alimentación y empieza a realizar actividad física”, explica Medín. Ojo: no se trata de esforzarte por dejar de fumar y por seguir una dieta, sino que vas a aprender mejores hábitos de alimentación. Los fumadores usualmente tienen un patrón de comida poco saludable. Eso genera alteraciones en los valores de sangre: presentan un défi cit de vitaminas y producen más radicales libres (son átomos que causan daños en las células). Por eso, están sometidos a un proceso de envejecimiento acelerado.
MÁS SANA, MÁS LINDA
Conviene que conozcas qué ocurre exactamente cuando dejás de fumar. Los beneficios se pueden clasificar según el tiempo que haya pasado desde la última vez que encendiste un cigarrillo. A corto plazo, mejora tu capacidad funcional respiratoria. “Tu organismo ya no recibe monóxido de carbono, un gas tóxico que disminuye tu capacidad aeróbica”, explica el doctor Cáneva. Entonces, podés realizar cualquier esfuerzo que te propongas, como participar de una maratón o bailar toda la noche en una fiesta electrónica. A mediano plazo, se modifica notablemente tu aspecto: mejora la apariencia de tu piel; se aclara el tono amarillento de tus dientes, de los dedos y de las palmas de las manos; y tu pelo se ve más sano y fuerte. “Históricamente, la industria tabacalera tuvo a los mejores publicistas de su lado. Ellos se ocuparon de asociar el cigarrillo con una mujer exitosa, delgada y bella, que rompió cadenas con el machismo tradicional. La realidad es que la que fuma daña su salud y también perjudica a quienes la rodean: aunque lo haga en ambientes abiertos, su piel, su pelo y su ropa contienen toxinas”, advierte Medín. Si fumás en un ambiente cerrado, las partículas tóxicas quedan suspendidas en el aire durante 15 días, y todos las respiran. Luego de seis meses libres de humo, los catarros, los resfríos, las bronquitis y las molestias de garganta disminuyen. También decrece la frecuencia anual de infecciones respiratorias. Al año, reducís un 50% el riesgo de infarto y un 100% el de un accidente cerebrovascular (ACV). “Los efectos de abandonar el cigarrillo se ven más rápidamente en los jóvenes”, asegura el doctor Cáneva. La causa: se supone que una chica que fumó durante diez años (desde los 17 hasta los 27, por ejemplo) está menos intoxicada que la que lo hizo durante tres o más décadas. Entonces, no le cuesta tanto revertir los daños. Una verdad que espanta: cada cigarrillo tiene 7000 sustancias nocivas (como el alquitrán y sus derivados) que se relacionan directamente con el cáncer. “El tabaco se vincula con el cáncer de pulmón y el de laringe, pero también incide en el de mamas, entre otros”, advierte Medín. Más motivos para dejar de fumar: después de una década sin hacerlo, bajás a cero el riesgo cancerígeno.
MANOS A LA OBRA
Según la investigación del doctor en Psicología James Prochaska, director del Cancer Prevention Research Center (Centro de investigación y prevención del cáncer) de la Universidad de Rhode Island (Estados Unidos), el proceso de abandono del cigarrillo consta de cuatro etapas:
- 1.Precontemplativa: Te resistís a dejar el cigarrillo, a pesar de la presión de tu entorno o de tu médico. En esa instancia, no sirve ningún tratamiento. La doctora Medín aconseja que te sometas a una serie de estudios médicos: eso hará que tomes conciencia de que tenés que hacer un cambio para evitar el riesgo de un cuadro grave a mediano o a largo plazo.
- 2. Contemplativa: Pensás en dejar de fumar. Es el momento de buscar la ayuda de un médico especializado o de iniciar un programa antitabaco. Como preparación para el día D, es aconsejable que durante la semana previa bebas varios litros de agua diarios y que cambies la marca habitual de cigarrillos que consumís y que sea light (la idea es que el nuevo sabor te resulte desagradable y que vayas disminuyendo la cantidad de nicotina en el organismo). También es fundamental que hagas alguna actividad física: te va a ayudar a bajar el nivel de ansiedad. Además, es bueno que lleves un registro escrito de cada cigarrillo que encendés, que bajes el consumo al máximo posible y que modifi ques ciertas conductas (dejar de tomar café y alcohol, por ejemplo, porque se asocian con el cigarrillo). Un detalle clave: empezá a decir “quiero dejar de fumar” en vez de “tengo que”: esto último se asocia con una imposición y, como suele suceder con cualquier mandato, quizá sientas la tentación de transgredirlo. Aceptá las sugerencias de tu médico. Tené en cuenta que aunque los chicles, los caramelos y los parches antitabáquicos son de venta libre, solo deberías usarlos por recomendación profesional. “Muchas personas recurren a los parches sin haber abandonado el cigarrillo. Eso no solo es inútil: además, eleva la cantidad de nicotina en la sangre. Para que esos recursos sean efectivos es importante usarlos correctamente”, dice Medín.
- 3. Etapa de decisión y acción: ¡Llegó el momento! Tu nueva vida tiene que empezar sin ningún tipo de objeto que asocies con el vicio: deshacete de los ceniceros, los encendedores y la taza de café o el mate que usabas mientras fumabas. Por supuesto: tirá todos los cigarrillos que tengas. Tu entorno es una pieza clave: los que te rodean tienen que saber cuál es tu objetivo (pediles ayuda). Los primeros días, dentro de lo posible, evitá el contacto con los fumadores.
- 4. Mantención: Cuando abandonás el cigarrillo, si fuera necesario, iniciás un tratamiento farmacológico que dura tres meses. Las mañanas son cruciales: en ese momento del día el nivel de nicotina en sangre es el más bajo, y el cerebro “pide” una dosis. Para controlar la ansiedad, es imprescindible que realices alguna actividad física y que te duches después (porque eliminás nicotina de la piel). Incorporá más frutas, verduras y lácteos a tu dieta. El proceso de abandono del cigarrillo contempla una última etapa: la recaída. Las estadísticas mundiales indican que entre el 40 y el 45% de los exfumadores recae dentro del primer año. “Cuando eso sucede, lo más importante es pedir ayuda profesional de inmediato. Algunas personas suman ocho o nueve intentos antes de abandonar defi nitivamente el cigarrillo. El proceso resulta más fácil cuando seguís un tratamiento sistematizado”, asegura Medín.
Podés consultar las instituciones en las que podés hacer tratamientos gratuitos o arancelados según tu lugar de residencia en el site www.msal.gov.ar/tabaco. También están abiertas las puertas de la Fundación Favaloro (fundacionfavaloro.org/dejar_ de_fumar_tabaquismo.html). La Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) cuenta con sedes en el interior del país y ofrece asistencia por Internet (lalcec.org.ar). Tené en cuenta que no vas a padecer la abstinencia durante toda tu vida. Cuanto más tiempo pasa, menos chances hay de que vuelvas a fumar.
























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