Allá viene. Envuelta en su suéter gris, en medio del remolino de hojas amarillentas, a paso firme. Eugenia Tobal vive muy cerca del café en el que tiene la charla con Cosmo, que es donde siempre cita a los medios. ¿Casualidad? En absoluto. Esta sagitariana de extraños ojos verdes entendió que a la prensa, a veces, es mejor tenerla lejos. Mejor dicho, a la distancia justa, para ser una eventual entrevistada y no convertirse en figurita repetida. Tal vez por eso, en estas dos décadas de carrera, lo suyo fue mucho trabajo y poco lío… hasta el año pasado, cuando se enamoró, se casó, quedó embarazada, perdió el bebé y también a su marido, Nicolás Cabré. Sin embargo, su CV registra mucho más que eso: actuó, entre otros programas, en Trillizos, Gasoleros, 099 Central y Los únicos, protagonizó Se dice amor y hoy es la tercera en discordia en Sos mi hombre, además de coconductora en Pura Química, por ESPN.
“Parece un cliché, pero en las notas me gusta hablar de mi trabajo, no de mi vida. Desde que comencé con esto, hace más de 20 años, siempre fue así. Salvo cuando por voluntad de otros, y no mía, las cosas se salieron de lugar y… bueno”, arranca. Son las once de la mañana, acaba de levantarse y se le nota: tiene el pelo un poco aplastado, cara de dormida y un cansancio imposible de disimular. “Te dije de juntarnos acá porque como hoy vi que estaba tranquila, aproveché. Es que las tiras son así: tienen la condición de que, si las aceptás, tu vida depende de un plan de grabación que cambia de un día para el otro. Y es un plan que no es el mío (risas). De eso dependen, al menos, diez horas de cada día, de ocho a dieciocho, con una preproducción de 40 minutos. O sea, son doce horas de trabajo”, dice. Y se envuelve en su saco de lana como en un caparazón.
Cosmo: ¿Y te sobra tiempo para vivir?
Eugenia: Y, no mucho, porque después me voy a hacer Pura Química, en vivo. Hasta las ocho de la noche no termino mi día. Pero como soy inquieta, cuando encuentro un bache en la grabación meto otro plan. Igual, termino con un estrés tremendo.
C : ¿Nunca te dieron ganas de mandar todo al diablo?
E: No, porque me gusta lo que hago. Sí esta vez –será porque estoy más grande y porque no me tomo vacaciones desde hace mucho– estoy cansada.
C : ¿Por qué tanto trabajo junto, este año?
E: Fue medio por casualidad… y no tanto. Pura Química llegó en el momento justo: yo no quería hacer televisión, porque no estaba en condiciones de exponerme más de lo que ya conoce todo el mundo. Y se dio una sucesión de cosas que llevó a que reemplazara a Laura Azcurra. La verdad es que los productores apostaron por mí. Porque así como me ves, tenía seis kilos menos.
C : Una sombra… Categoría aguja invisible…
E: ¡Categoría cadáver! (risas). Pero empecé a pasarla tan bien que subí de peso. El aliciente más grande fue poder salir de mi casa. Porque cuando una está en un momento tan duro, se guarda. Pero en el programa estaba rodeada de amor, de contención y de alegría. Ahí, con mis compañeros, aprendí a reírme de mí y de mi locura.
C : ¿Cómo fue tu regreso a los medios después de eso que llamás “el bolonqui” (en referencia a su separación de Nicolás Cabré)?
E: Volví cuando pasó el tiempo suficiente que necesitaba para sanarme. A veces, por llenar una página más, la prensa escribe cualquier cosa. Entonces aprendí a ser cuidadosa con lo que digo. Igual, mi vida siempre estuvo resguardada. Tampoco tenía necesidad de salir a aclarar nada.
C : ¿No te quedó nada en el tintero por decir?
E: No. Y eso que me han buscado de todos los medios. Ahora, quieren verme de novia. Ya me pusieron de novia tres veces y con distintos hombres (risas). Yo, chocha, pero cada una tiene sus tiempos y sus duelos.
C : El conflicto con tu ex ¿perjudicó tu imagen o tu carrera?
E: No (seca). Y si sigo hablando de esto, pareciera que fue lo único importante en mi vida, y no es así. Hasta ese momento, ya había hecho un camino muy largo.
C : ¿Planeás tener un hijo?
E: ¡Obvio! Creo que nací para ser madre. Me hubiese gustado tenerlo mucho antes, y la edad es un tema que me preocupa. El de mamá es uno de los mejores roles que podría interpretar. Reales, claro.
C : ¿Vos querés tu casita con señor adentro?
E: No, ya no estoy tan exigente. Pero sí me gustaría un compañero, y que el bebé sea traído con amor y con deseo. Mi idea fue siempre conocer a alguien, enamorarnos y tener un hijo. Honestamente, nunca imaginé mi vida a los 37 así, con todo lo que atravesé para ser mamá y que, encima, no se haya dado. Por algo fue, y ya está. Ahora, voy a tratar de encontrar a esa persona indicada para que ese bebé sea “fruto del amor” (imposta la voz). Ese hombre que debe estar por algún lado y que estoy esperando.
C : De no haber sido actriz…
E: Habría estudiado Relaciones Públicas, Psicología o Nutrición. Pero, como sagitariana, tenía la flecha bien marcada de hacia dónde quería ir. Y así como en tercer año del secundario supe que quería estudiar Relaciones Públicas, luego supe que deseaba vivir de la actuación y largué la facultad. Dije: “Chau. Me dedico a esto y que Dios me ayude”. Me preparé, toqué timbres y acá estoy. Tampoco fue fácil empezar, porque estaba sola y no tenía ninguna punta. Lo mío, al día de hoy, fue remarla y remarla. Siempre hice personajes chiquitos. Protagonicé una sola vez, y si bien siempre estoy adentro de los elencos, no me llaman como figura protagónica.
Leé la nota completa en Cosmo de Mayo.
Fotos: Marcello Molinari. ProducciÓn: Inés Chavanne y Lucía Di Nucci. Maquilló: Martín Rodríguez (mrmaquillador.blogspot.com.ar). Peinó: Cristina Cagnina para Cerini con Productos Tigi. Vestuario: Ona Sáez, DELAOSTIA , Naima y Justa Osadía.

























Comentarios