Aceptás, solo por esa vez, y aprovechás para contarle qué salidas te copan.
 Le decís que no con la esperanza de que te surja un plan mejor.
 Aunque detestás las exposiciones, ni loca rechazás la invitación.

 Al 100%. Te hiciste un tiempo para conocer a todos.
 Al 60%. Hay algunos contactos que no ves desde la primaria.
 Al 20%. No tenés ni idea de quiénes son los que agregaste a tu lista.

 Lindsay Lohan.
 Miley Cyrus.
 Kristen Stewart.

 Antes de darle el OK, le pedís autorización en Facebook a su amiga para conocerla.
 Le decís que tenés una alergia que no te permite dormir cerca de nadie.
 Aceptás. Si está soltera, seguro se engancha para salir todas las noches.

 Les preguntás a tus compañeros de oficina si te acompañan a la salida del trabajo.
 Vas media hora antes para conocer a todos los integrantes de la banda.
 Vas diez minutos y huís horrorizada: no sabías que tocaban heavy metal.

 Una cena con tus viejos.
 Una reunión con amigos en un salón con rica comida y buena música.
 Festejás una semana: un día con los de la oficina, otro con tus amigas y otro en familia.

 Aceptás la invitación, te producís a full y te quedás en la fiesta hasta que amanezca.
 Le decís que es imposible, que estás estudiando mucho.
 Hacés un recreo y la acompañás dos horitas para distenderte.

 Le proponés unirse a tu salida cuando termine la peli.
 Le decís que no podés, porque ya tenés planes.
 Vas al cine, pero te escapás en el intervalo para ir a la disco con él.

 No, porque son muchos en tu grupo y no entran en tu casa.
 Le das el OK, con la condición de que se encargue de hacer algunos resúmenes.
 Sin dudarlo, le decís que sí: uno más para el partido de póker…

 Salir, bailar y hablar con gente que no conocés.
 Desde juntarte con amigas hasta mirar una película.
 Por lo general, no sos de estar muy alegre.