¿Hasta cuándo vas a insistir con las movidas de siempre? Llegó el momento de renovar tu repertorio oral.
* Deslizá tu lengua sobre los huesos de las caderas de tu hombre, y descendé hacia su entrepierna, pero sin llegar a rozar su miembro.
* Al besarlo, explorá con tu lengua la cara interna de su labio superior. Según los orientales, hay una conexión directa entre esta área de la boca y los genitales.
* Absorbé su lengua con tu boca, “retenela” unos segundos y liberala.
* Lamé sensualmente el glande (la cabeza de su miembro), mientras hacés contacto visual con él.
* Deslizá tu lengua por la parte donde el glande se une con el tronco: el 80% de las terminaciones nerviosas que hay en el pene se concentra ahí.
* Mientras te ocupás de su pene con una mano, tomá con la boca de a un testículo a la vez y lamelos.
* Deslizá tus labios por su hueso púbico: es un área muy sensible a los estímulos.
* Recostate de costado y ubicá su pene en tu boca, como si fuera una armónica. Después, recorrelo con tus labios como si realmente tocaras ese instrumento musical.
* Al darle sexo oral, cubrí tus dientes con tus labios: el roce novedoso le provocará escalofríos de placer.
* Dentro de tu boca, acomodá su miembro. La cabeza de este debe rozar el interior de una de tus mejillas. Mové tu cabeza hacia delante y hacia atrás.
* Un truco que da la ilusión de “garganta profunda”: ubicá la punta de tu lengua contra tu paladar. Luego, dejá que su tronco llegue a acariciar “hasta el fondo” (la parte de abajo de tu lengua).
* Cuando él esté por alcanzar el clímax, aumentá la presión de tu boca.
* Pedile que se acueste boca abajo y trazá con tu lengua un camino desde su nuca hasta el coxis.
* Besá el lóbulo de sus orejas y lamé la parte externa del pabellón: una zona erógena casi desconocida.























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