Atlanta Bartlett, coautora de Pale and Interesting (Pálido e interesante), explica por qué es simple de lograr.

Apostá a lo natural
Los detalles en madera, como una mesa o una silla, le brindan un toque rústico y orgánico a los interiores blancos. Además, crean un ambiente superhogareño.

Testeá cómo se siente
Asegurate de decorar con diferentes texturas (por ejemplo, unos almohadones tejidos y una lámpara brillante), ya que son la clave para crear un cuarto con profundidad. Un lugar sin  variedad visual ni táctil luce frío y sin vida.

Priorizá la simpleza
Conseguí un sofá blanco o cremita, y aprovechá el tono net para decorar el espacio con accesorios cool. Si ya tenés  un sillón, pero de otro color, ponele una funda blanca, que es supereconómica. ¡Y listo!

Alta iluminación
Los colores claros son grandes reflectores de luz. Capturá los rayos de sol que entran en tu cuarto mediante espejos colocados frente a las ventanas. Así, lográs que la luz natural llegue a todos los rincones.

Ponele color (pero no demasiado)
Azules profundos, grises y verdes, en pequeñas proporciones, hacen que el ambiente no se vea taaan uniforme.

Potenciá el estilo Zen
Las paredes blancas son claves en esta deco relajada porque ayudan a que tu espacio no se vea abarrotado. Pero hay diferentes blancos: apastelados, tiza, neutrales, cremitas… Así que andá a la pinturería más cercana a tu casa y elegí el tono que más te guste.

Relax y romántico
Las mantas blancas de los spa crean una atmósfera relajante, ideal para imitar en tu habitación. Creá un estilo romántico y combiná las mantas con almohadones floreados o con rayas.