Hace calor, la gente se viste con poca ropa y se muestra muy desinhibida. Chicos y chicas se besan en las plazas y comparten un cucurucho de helado. Si ya estás de vacaciones, te cansás de ver parejas que caminan de la mano a orillas del mar o que se abrazan mientras contemplan la puesta de sol. En medio de tanto romance, te sentís incómoda y desubicada. La razón: estás sola o (lo peor) acompañada por uno de esos varones "que ni fu ni fa". "Esta época del año hace especial foco en la familia y en las relaciones. Por eso, muchas veces un impulso te lleva a empezar a salir con alguien que quizá no te guste tanto o a seguir en una relación que no va, únicamente para no comenzar el año haciéndote preguntas y planteos dolorosos", asegura la psicóloga Laura Orsi, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Engancharte con el primero que pase o seguir adelante con una relación acabada para tener con quién celebrar el Día de los Enamorados puede ser una enorme equivocación. "El problema básico es lo mal que nos llevamos con la soledad, que se interpreta como un déficit o una carencia, cuando en realidad puede ser una etapa de autoconocimiento, de crecimiento y de desarrollo de nuevas capacidades que nos permitan encontrar una pareja acorde a nuestras necesidades", explica la psicoanalista Adriana Guraieb, autora del libro Peter Pan y sus mujeres. Para que no seas víctima del espejismo del verano (el siniestro ?cualquier cosa, menos estar sola"), estas pautas van a ayudarte a diferenciar el deseo de estar bien con alguien de un simple acto reflejo.
El síndrome de la mitad suelta
Arranca antes de Navidad y continúa el resto del verano. Hablamos de una especie de fiebre colectiva por estar acompañados, por tener con quién salir a festejar el año nuevo y con quién compartir las vacaciones. "El mito de la media naranja y la idea de que una mujer solo está completa cuando tien" a alguien a su lado todavía persisten", afirma Guraieb. No importa si hasta noviembre eras una chica independiente y no tenías el más mínimo rollo con tu condición de soltera: cuando la temperatura alcanzó los 30°, eso cambió. ?Por la vorágine que vivimos solemos depositar en las vacaciones y en ese tiempo relajado que es el verano una carga de expectativas que rara vez se condice con la realidad: queremos enamorarnos, divertirnos, descansar, estar acompañadas y conocer gente interesante. Todo eso junto rara vez se da", advierte Orsi.
Volver al ruedo
Muchas chicas siguen atadas a un tipo que no les conviene porque tienen pánico de retomar la soltería: aunque en algún punto se sienten frustradas (les encantaría estar enamoradas), no quieren renunciar a la comodidad del "de a dos". "No hay peor soledad que la que se vive cuando estás al lado de un hombre con el que no podés hablar de lo que te interesa y te importa. Es mejor que te animes a la soledad, a reconectarte con vos: es la única manera de dar con una pareja desde el deseo y no desde la desesperación", aconseja Guraieb. Si sos insegura y vivís pendiente de la mirada ajena, seguramente no te planteaste la idea de ir a bailar sola. Por más que todas tus amigas estén de novias y no quieran hacerte la gamba, preferís aburrirte en tu casa antes que ir sola a una fiesta. Sin embargo, deberías considerar que en esos ámbitos se conocen personas interesantes y solteros en busca de acción.
Ahorrate un conflicto
No te conviene engancharte con el primer tipo que te pregunta la hora en la playa. Tené en cuenta que durante las vacaciones hay mucho tiempo libre: entonces, lo que solo da para un romance de verano, quizá se convierta en una relación más estrecha, a fuerza de compartir tardes de pileta y asados en la quinta de algún amigo. De esa manera, cuando llegue el momento de la ruptura, el golpe se sentirá más fuerte. Lo peor: mientras paseabas del brazo de tu "peor es nada", quizá te cruzaste con el hombre de tu vida, y ni siquiera te diste cuenta. ¿Ahora entendés el dicho "mejor sola que mal acompañada"?
Foto: Chris Colls.
Texto: Annie Daly con aportes de Jorgelina Zamudio.
