Cosmopolitan Argentina » Cuidá tu Corazón http://www.cosmo.com.ar Revista Femenina. Fri, 14 Feb 2014 20:41:12 +0000 es-ES hourly 1 http://wordpress.org/?v=3.8.1 Keep Calm ¡y bajá un cambio! http://www.cosmo.com.ar/2014/02/keep-calm-y-baja-un-cambio/ http://www.cosmo.com.ar/2014/02/keep-calm-y-baja-un-cambio/#comments Wed, 05 Feb 2014 17:03:35 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=4302 Cuando estás superestresada, tu cuerpo te pasa factura. Quizá te duela poderosamente la cabeza, te contractures, sufras insomnio, gastritis o alteraciones en el apetito… o todo eso junto. Además, entrás en un círculo vicioso: estás más irritable y de mal humor, menos resolutiva, perdés capacidad de atención, no tenés tolerancia y, probablemente, nada te salga bien. En medio de la rutina exigente y alocada, es fácil perder de vista que vivir a full y en continuado tiene riesgos aún más severos.
En una investigación mundial sobre factores de riesgo de infarto del miocardio llamada INTERHEART, se estudiaron los casos de 12.000 pacientes con infarto y de otras tantas personas que no habían sufrido un episodio ardíaco. “Se encontró que el estrés psicosocial crónico tenía la misma fuerza estadística como factor de riesgo cardiovascular que la diabetes o que el tabaquismo. Por lo tanto, tenemos evidencias muy fuertes de que es un factor de riesgo cardiovascular muy importante”, afirma el psiquiatra José Bonet, codirector de la maestría en Psicoinmunoendocrinología de la Universidad Favaloro.
Los sistemas corporales (psíquico, neural, endócrino e inmunológico) funcionan de una manera interactiva, comunicados ent re sí, y se regulan mutuamente: comparten las señales químicas que son percibidas por cada uno de ellos. El cerebro funciona como centro coordinador que recibe los estímulos y las señales, y envía respuestas conductuales y físicas. El doctor Bonet compara este órgano con un smartphone que recibe e-mails, SMS, whatsapps y llamadas telefónicas, y traduce todos los lenguajes en una pantalla. “El cerebro recibe señales inmunes, hormonales, ambientales y psicológicas. O sea: nuestra mente interviene en el funcionamiento físico, y puede alterarlo para bien o para mal”, explica el especialista.

“No doy más”
“El estrés es una respuesta normal y adaptativa frente a los cambios, las amenazas o los desafíos internos (como una idea angustiante, un dolor físico o una pérdida afectiva) o externos (por ejemplo: una situación nueva, una discusión, un imprevisto cotidiano). El organismo dispara un mecanismo frente a una posible amenaza: convoca a todos sus agentes a nivel inmune por si hubiera una herida, envía la sangre a los miembros inferior es por si hubiera que huir y a los superiores por si hubiera que luchar, y dilata las pupilas para ver mejor, entre muchos otros cambios. Además, libera una serie de sustancias neurotransmisoras, hormonas y mediadores del sistema inmune”, explica la psicóloga Patricia Faur, coordinadora del posgrado de Psicoinmunoneuroendocrinología del Estrés (PINE) de la Universidad Favaloro.
¿Qué sucede cuando el estrés se hace crónico? “Esa situación se da cuando la respuesta frente a una amenaza se sostiene en el tiempo y hace que todos esos preparativos se agoten porque  hemos sobrecargado el sistema. Las consecuencias pueden ser muchas: alteraciones del sueño y de la alimentación, trastornos cognitivos (de atención o de memoria, por ejemplo), dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, endócrinos y cardiovasculares, entre  otros”, advierte la psicóloga.

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Una carrera contra el tiempo
El doctor Bonet asegura que el estrés crónico altera varios mecanismos corporales: aumentan los niveles de cortisol del organismo de manera sostenida, lo que provoca cambios metabólicos en las grasas y en la glucemia, y estas alteraciones terminan afectando las arterias. “El estrés crónico hace que nos involucremos en conductas y en hábitos poco saludables, como realizar menos actividad física, alimentarnos mal o fumar”, detalla el psiquiatra.
Este especialista cuenta que, hace unos años, realizó una investigación sobre trastornos de ansiedad junto a un grupo de ginecólogos: detectaron que las  mujeres de entre 30 y 40 años tenían un nivel de preocupaciones mucho más alto que las de mayor edad. “Podemos plantear la hipótesis de que, en esa etapa de la vida femenina, la presión social es mayor: incluye el armado de una pareja, el desarrollo económico y socioprofesional y, al mismo tiempo, el deseo de ser madres. Muchas veces, tienen hijos pequeños, lo que implica una ocupación múltiple: son madres, esposas, profesionales y coordinadoras de la casa”, dice Bonet. Faur amplía el rango de edad: asegura que, entre los 20 y los 40 años, las mujeres sufren una intensa ansiedad generada por la inserción profesional o laboral, sus estudios, la búsqueda de la pareja y la maternidad biológica. “Este último factor (que tiene un carácter de urgencia debido a una ‘ fecha de vencimiento’) les produce conflictos porque se sienten presionadas para ser mamás cuando quizá tienen ganas de disfrutar su independencia un tiempo más. Además, para lograrlo deben encontrar una pareja adecuada, con compromiso y proyecto, lo que no es demasiado sencillo en nuestra época. Finalmente, cuando tienen una familia y una carrera, deben sostener eso más sus actividades sociales y sus necesidades personales y de crecimiento. Se sienten exigidas y, a menudo, frustradas y agotadas”, asegura la psicóloga. Nadie dijo que fuera fácil, ¿no?

Hacete cargo
El estrés de hoy puede enfermarnos mañana. “Frente a un ambiente permanentemente cambiante, que exige una acomodación constante, muchas veces nos adaptamos a situaciones para las que no estamos preparados. Y quizá lo hagamos tan bien que parezca que eso no nos afecta. Pero, en realidad, pagamos un costo que se acumula en el tiempo y que puede producir una sumatoria de daños y de disfunciones que llevan a la enfermedad”, advierte Bonet. En caso de estrés agudo (o sea, circunstancial), nuestro organismo cuenta con mecanismos internos amortiguadores y reparadores, pero cuando se hace crónico es necesario neutralizar los efectos nocivos de ese cuadro. “Es importante incrementar la capacidad del cuerpo y de la mente para poder manejar las situaciones a las que nos vemos sometidos permanentemente. Eso se logra a través de técnicas como la meditación, el yoga o el mindfulness (una táctica que consiste en la atención plena al momento presente), que facilitan la experiencia de relajación. De esta manera, el sistema se regula nuevamente”, aconseja el doctor Bonet. Pero no es lo único que podés hacer para evitar el estrés crónico. El psiquiatra asegura que es importante que revises tu manera de enfrentar la vida, dado que tus pensamientos y tus creencias pueden convertir tu realidad en un infierno o en un paraíso. “Debés analizar tu modo de evaluar el mundo, a los demás y a vos misma. Así vas a estar mejor preparada y pagar un costo menor por las situaciones que te depara la vida”, explica.

¡Vos podés!
Cada persona reacciona de diferente manera frente a una presión. “No existen estresores universales: que una situación se perciba como más o menos estresante va a depender de los recursos para afrontarla (materiales, espirituales, psicológicos, redes de contención social y afectiva, por ejemplo) y de la calidad de la amenaza (imprevista, sostenida, intensa, incontrolable). De ese interjuego resultará la respuesta”, agrega Faur.
Entonces, aunque la sociedad impone un ritmo y una exigencia elevados, podés incorporar herramientas que alivianen tu carga y te permitan manejar situaciones de un modo más inteligente. “También hay que tomar conciencia de la importancia del bienestar. Eso tiene que ver con la calidad de vida e implica bajar nuestro nivel de exigencia, priorizar los buenos vínculos, distribuir mejor el tiempo libre, tener metas posibles (tanto en la pareja como en lo laboral) y asumir la responsabilidad de mejorar nuestro día a día”, enfatiza Faur.
Está dicho: no se trata de lo que nos pasa, sino de qué hacemos con ello, y eso está en nuestras manos.

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No jugar con la comida http://www.cosmo.com.ar/2014/01/no-jugar-con-la-comida/ http://www.cosmo.com.ar/2014/01/no-jugar-con-la-comida/#comments Tue, 28 Jan 2014 21:32:45 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=4250 Creemos que para ser lindas tenemos que estar flacas. Ahora, ¿qué tan flacas? Y no solo eso, sino ¿flacas a qué precio? Porque una cosa es ser delgada por genética o por llevar una vida saludable, y otra muy diferente es vivir ayunando y perder la salud. La extrema delgadez, al igual que el sobrepeso, supone múltiples riesgos para el organismo (entre ellos, el de una dolencia cardiovascular). Además, “vivir a dieta” no es una buena decisión. “Someterse a una restricción constante de alimentos causa efectos indeseados: es contraproducente para bajar o para mantener el peso, genera estrés y altera las emociones, el humor y el desempeño intelectual”, advierte la médica especialista en nutrición Mónica Katz, directora de la Carrera de Especialización en Nutrición con orientación a la Obesidad de la Universidad Favaloro.
Podés tener un cuerpo sexy sin atentar contra tu salud: la clave es aprender a llevarte bien con la comida.

Agüita y lechuga
La doctora Katz realizó una investigación de la que participaron 1000 estudiantes universitarios con contextura física delgada. El estudio reveló que el 30% de ellos mantenía una dieta en forma crónica. “Es preocupante que deseen perder peso aunque no necesiten hacerlo. Además, es contraproducente porque cuando comemos poco, empezamos a funcionar en modo ‘ahorro’”, explica la especialista. ¿Qué significa ese “ahorro”? Que el metabolismo se altera tanto que, si iniciamos una dieta de menos de 1000 calorías diarias, en apenas 15 días el gasto calórico desciende un 30% (es decir, quemamos menos calorías para que el cuerpo pueda guardarlas), y por eso recuperamos los kilos perdidos tan fácilmente.
Eso también tiene un costo para la salud. “La que no come, se come a sí misma. Las dietas para adelgazar muy estrictas provocan osteopenia (pérdida de hueso), sarcopenia (pérdida de músculo) e irritabilidad”, explica Katz. La especialista advierte que no debés consumir menos de 1200 calorías diarias ni adelgazar a una velocidad mayor al 1% de tu peso por semana. “Si el descenso es más veloz, en cada kilo perderás un 50% de grasa y otro 50% de músculo y hueso. En cambio, si comemos suficiente, nuestro organismo se permite mantener un gasto calórico alto que nos protege de engordar. La comida funciona, ¡las dietas no!”, asegura la médica nutricionista.
El cardiólogo Raúl Merbilhaá, jefe médico del Centro de Prevención y Atención Ambulatoria Arenales, de la Fundación Favaloro, advierte: “Vivir a dieta no es saludable, salvo que se trate de una situación específica con objetivos a corto plazo (como corregir la glucemia en un diabético obeso, bajar los triglicéridos por el riesgo de una pancreatitis o perder peso antes de una cirugía programada). Lo mejor es realizar cambios de hábitos en la alimentación, sin privaciones, pero en forma equilibrada y balanceada, para evitar angustias y frustraciones”. Y algo más: “Conviene abandonar ciertas conductas tóxicas, como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol”, enfatiza el especialista.

Tu mente también se afectaPodemos pensar el cuerpo como un ecosistema: nuestra “ecología interna” se altera al estar sometida a regímenes continuos o a dietas muy restrictivas. “Ambas cuestiones resultan una acción violenta para la psiquis, que ‘apaga’ la alerta de hambre y la de saciedad. A fuerza de silenciar al cuerpo, controlás el apetito hasta que probás un bocado: en ese momento perdés el control y comenzás a devorar todo, como si no hubiera límites. Es importante que recuerdes que la alimentación implica mecanismos de autorregulación, que todos tenemos”, explica la psicóloga María Teresa Panzitta, especialista en trastornos alimentarios, a cargo del Taller de Alimentación Sensorial en el Centro Dra. Katz.
Con el objetivo de recurrir a esa capacidad propia de tu organismo para saber cuándo parar y qué comer, Panzitta contrapone el concepto de “dieta” al de “experiencia alimentaria”: el primero supone un control que viene impuesto por el afuera (el consejo de un médico, la cantidad de calorías por ingerir, la balanza, la moda o el espejo, por ejemplo), mientras que el segundo trata de recuperar la condición subjetiva y el deseo. “Tanto en una dieta como en una ingesta compulsiva, lo que comemos no tiene correlación con las necesidades nutricionales del cuerpo. Eso puede estabilizarse si se adquiere un registro del propio organismo y del hambre, y se ‘reescribe’ el patrón alimentario. Podemos usar técnicas sensoriales en las que la persona se expone al supuesto alimento ‘prohibido’ y lo explora con varios sentidos (visión, olfato y gusto). De esta forma, deja de ser tan rico y tentador, el límite de la saciedad se reconstruye y uno puede volver a conectarse con las necesidades del cuerpo. Lo bueno es que el cambio en la alimentación proviene desde adentro y no desde una dieta, y eso lo hace más sostenible y eficaz”, asegura Panzitta.

Una acción integral¿Qué deberías hacer si tenés tendencia a subir de peso? “El adelgazamiento es una consecuencia de modificaciones en la alimentación, la actividad física y las emociones (pensá: ¿usás la comida como premio o como castigo?). Lo importante es mantener esas modificaciones en el tiempo”, recomienda Katz. La clave es concentrarte en los cambios, sin obsesionarte con los kilos.
Para aprender e incorporar nuevos hábitos alimentarios y de vida, hay que dejar de lado las recetas mágicas y tener expectativas reales. “Si sentís enojo, ansiedad, aburrimiento o ansiedad, lo mejor es tener a mano ‘puntos de pausa’: son herramientas que permiten que te detengas a pensar antes de comer sin hambre. Pueden ser la respiración, el yoga, la meditación o alguna actividad física, por ejemplo”, dice Katz. Esta especialista agrega que una buena nutrición incluye cinco reglas básicas: armar un ambiente seguro en el que no existan factores que favorezcan el descontrol o el “picoteo”; realizar cuatro comidas en horarios flexibles; ingerir un solo plato; sacar una foto con el celular de lo que se va a ingerir y compartirla con amigos (ojo, que sean realmente cercanos, no es muy cool tuitear todo el tiempo fotos de platos); y saborear una golosina, postre o helado de 150 calorías como máximo por día.
Tu plan debe contener todos los grupos de alimentos; ser adecuado a tu edad, a tus gustos y a la actividad física que hagas; y ser sabroso y sostenible en el tiempo.

Una carga demasiado pesada
Algunas chicas tiran la toalla con respecto a su peso, sin tener en cuenta que la obesidad atenta contra la salud: duplica la posibilidad de desarrollar insuficiencia cardíaca, que se manifiesta por agrandamiento del corazón, edemas en las piernas y sensación de falta de aire (síntomas ocasionados por la retención de líquido en el organismo). De acuerdo a una encuesta que el Ministerio de Salud de la Nación realizó en 2009, el 50% de la población argentina tiene exceso de peso y el 46% no realiza una actividad física. “Es curioso que, en los últimos años, se haya logrado un mejor control del tabaquismo y de la hipertensión arterial (otros dos factores de riesgo de las dolencias cardíacas), pero no así del sobrepeso y la obesidad, que van en aumento y ya constituyen una verdadera pandemia en los países industrializados”, afirma Merbilhaá.
Los principales efectos del sobrepeso a nivel cardiovascular son: enfermedad coronaria (infarto de miocardio), insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular, arritmias ventriculares y muerte súbita. Eso se debe a que la obesidad predispone al desarrollo de hipertensión arterial, diabetes tipo II y otras condiciones patológicas, como el aumento del colesterol total, descenso del “colesterol bueno” (HDL), aumento del “colesterol malo” (LDL) y de los triglicéridos. “La obesidad también favorece otras alteraciones como trombosis, las apneas el sueño, el aumento de la concentración de leptina en sangre (se trata de una hormona que regula la saciedad) y del tono simpático (esto provoca taquicardia y aumento de la presión arterial)”, detalla Merbilhaá. Más del 65% de las personas con enfermedades cardiovasculares tiene sobrepeso. En ellos estas afecciones pueden aparecer hasta diez años antes que en las personas con peso normal. Por eso es tan importante que empieces a cuidarte desde ahora.

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El sueño afecta tu salud http://www.cosmo.com.ar/2013/12/el-sueno-afecta-tu-salud/ http://www.cosmo.com.ar/2013/12/el-sueno-afecta-tu-salud/#comments Wed, 04 Dec 2013 19:29:42 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=3822 Hay una gran cantidad de trastornos del sueño. El “insomnio” es la dificultad para iniciar o para mantener el sueño: tardás más de 30 minutos en dormirte o te despertás más de una vez por noche. También puede ser que ronques o que tu chico se haya dado cuenta de que, durante algunos segundos, dejás de respirar mientras dormís. En ese caso, podrías sufrir el síndrome de apnea hipopnea obstruct iva del sueño (SAHOS). Otra disfunción es el síndrome de piernas inquietas: al acostarte, sentís una incomodidad o un hormigueo que te obliga a moverlas o levantarte de la cama para calmar esa sensación desagradable. Si te dicen que pegás patadas o manotazos mientras dormís, o te levantás con las sábanas revueltas, quizá tengas un cuadro de “movimientos periódicos de las extremidades”.
Las mujeres tenemos más problemas que los hombres para conciliar el sueño debido a los cambios hormonales que sufrimos durante el mes. Según una encuesta realizada por la National Sleep Foundation (Fundación Nacional del Sueño), de los Estados Unidos, el 53% de las mujeres dijo haber padecido insomnio recientemente, el 31% reconoció usar fármacos para mantenerse despierta, el 13% admitió recurrir a pastillas prescritas para dormir y el 8% confesó que tomaba alcohol para conciliar el sueño. Son datos que impresionan, ¿no?
“Aunque el insomnio afecta al 40% de la población mundial, usualmente no se lo diagnostica. La razón: los médicos no preguntan y los pacientes no consultan”, explica la neuróloga Mirta Averbuch, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. La Organización Mundial de la Salud considera al insomnio una enfermedad que, junto al estrés, dispara la mayoría de las dolencias recurrentes, como las coronarias.
Y vos, ¿cómo pasás la noche? Si te despertás con sensación de cansancio, puede ser que no duermas lo suficiente o que tu sueño no sea de buena calidad. Lo mejor es detectarlo cuanto antes para que no te desequilibres mental ni físicamente.

Lo justo y necesario
Pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida durmiendo. Eso no es una pérdida de tiempo, sino una gran inversión. “Durante la noche, los órganos y los sistemas de los seres vivos reposan. Cuando no dormimos suficientes horas o si el sueño no es de buena calidad, el organismo se altera”, explica la doctora Averbuch.
En la primera mitad de la noche predomina el “sueño lento profundo” (SLP), que sirve para que te recuperes de la actividad diurna (restaura y relaja los músculos; evita la acumulación de fatiga; restablece el equilibrio neurovegetativo, inmunológico, metabólico y hormonal; y estabiliza el humor y el ánimo). Después de tres horas y media de descanso y hasta que nos despertamos predomina el sueño REM (en inglés, “rapid eyes movements”, que significa “movimientos oculares rápidos”). Es la etapa del soñar, fundamental para lograr la regeneración de los procesos mentales (fijar la atención y la memoria, y consolidar el aprendizaje). “El sueño es una especie de service nocturno”, resume la especialista.
No descansar bien tiene consecuencias directas: somnolencia diurna (suele provocar accidentes de tránsito y laborales), depresión, trastornos de ansiedad, irritabilidad, trastornos de memoria, diabetes tipo II, dolencias cardiovasculares, hiper tensión y aumento de peso, entre otras.
Algunas personas aseguran que duermen cuatro horas o menos cada noche, y que, pese a eso, rinden normalmente al día siguiente. Según explica la doctora Averbuch, el cerebro es un excelente alumno: es probable que, con el tiempo, aprenda a dormir poco y mal, aunque eso tiene consecuencias para la salud. “En ese caso, los pacientes transitan como zombis por la vigilia y no se dan cuenta de esto hasta que se los trata y vuelven a dormir bien”, asegura la neuróloga. Entonces, si hace más de un mes que descansás mal de noche, no tenés que  automedicarte, sino hacer una consulta con un médico. “Los especialistas contamos con técnicas de educación y conductuales efectivas”, afirma la neuróloga.
¿Qué origina los trastornos de sueño? “Casi todos tienen una base orgánica, pero pueden exacerbarse en períodos de mucho estrés”, explica Averbuch.
En el caso del SAHOS, al dormir, la garganta (orofaringe) se relaja en extremo y eso provoca ronquidos y asfixias (cuando se cierra del todo). El síndrome de piernas inquietas puede estar relacionado con un déficit de hierro o de vitamina B en el organismo. El 22% de mujeres y el 7% de hombres reportan alteraciones del sueño provocadas por los ronquidos del cónyuge. “Se estima que el 40% de las personas ronca. Este síntoma siempre está presente en los pacientes con SAHOS, pero no todos los roncadores sufren este síndrome. Los hombres tienen de dos a cuatro veces más posibilidades de padecer apneas del sueño que las mujeres”, explica la cardióloga Carola Zambrano, coordinadora de la Unidad de Cuidados Críticos Telemétricos del Hospital Universitario Fundación Favaloro.

Las peores consecuencias
El SAHOS es un grave problema de salud que afecta al sistema cardiovascular de muchas maneras. “El 83% de las personas que padecen ese síntoma tiene hipertensión arterial no controlada. Si bien durante el sueño la presión arterial debe disminuir, en las personas con SAHOS permanece alta durante la noche, lo que aumenta el riesgo de una enfermedad cardiovascular”, advierte Zambrano. Se observó que hasta un 50% de los pacientes con insuficiencia cardíaca, un 50% de los que sufren hipertensión arterial y 30% a 50% de los que presentan arritmias cardíacas tienen SAHOS.
En un artículo publicado en la revista Sleep (Sueño), de los Estados Unidos, el grupo que lidera la cardióloga Paola Lanfranchi, de la Universidad de Montreal (Canadá), reveló que las personas que sufren insomnio crónico (se llama así al que dura más de un mes) también tienen mayores niveles de tensión arterial durante el sueño, lo que impide una relajación adecuada del corazón, con el consecuente incremento del riesgo cardiovascular.

Dime cómo duermes
Si un médico sospecha que tenés algún trastorno del sueño, probablemente te pida que, a diario, completes unas planillas que luego sirven para hacer un perfil del sueño. También puede solicitar que te realices estudios específicos, como una polisomnografía: tenés que dormir en un laboratorio de sueño y te colocan una serie de electrodos en el cuero cabelludo (te hacen un electroencefalograma), en el canto de los ojos (para ver los movimientos oculares del REM), en la barbilla y en las piernas (observan los movimientos y el tono muscular). También te realizan un electrocardiograma y, por medio de sensores respiratorios, detectan si hay apneas del sueño.
El especialista puede pedirte un estudio llamado “actigrafía”: un reloj pulsera registra tu actividad y da información sobre un aspecto amplio de tu ritmo sueño-vigilia.
Cuando una persona se queda dormida durante el día, conviene que realice el Test de Latencias Múltiples del Sueño (TLMS): duerme en el laboratorio de sueño durante 20 minutos, cada dos horas, a partir de las 10 de la mañana. “Los trastornos del sueño tienen cura si son bien diagnosticados”, concluye la neuróloga.

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Que las emociones no te afecten http://www.cosmo.com.ar/2013/11/que-las-emociones-no-te-afecten/ http://www.cosmo.com.ar/2013/11/que-las-emociones-no-te-afecten/#comments Wed, 13 Nov 2013 20:19:03 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=3647 Tu mente no tiene paz, estás agotada y sentís que tu mochila de responsabilidades pesa cada vez más. Bajaste el rendimiento, pero no tu autoexigencia: últimamente te olvidás de cosas importantes y reconocés que el malhumor te brota por los poros. ¿Alguna vez te preguntaste cuál es el costo de pretender ser una “chica superpoderosa”? Esa exigencia puede traerte problemas a mediano y largo plazo.

Está demostrado que la depresión es un factor de riesgo para el desarrollo de las enfermedades coronarias. Esto significa que aunque no fumes, no sufras enfermedades como la diabetes o la hipertensión, ni tengas antecedentes coronarios familiares, si estás depresiva, convivís con unpeligro latente. Una advertencia: el estrés (un concepto que abarca un cúmulo de emociones negativas, condiciones o experiencias adversas, y formas inadecuadas o conflictivas de la capacidad de respuesta frente a problemas) puede derivar en un cuadro depresivo. “La angustia y la ansiedad aumentan el riesgo vascular. Además, pueden provocar conductas nocivas, como el sedentarismo, la mala alimentación y el abuso del tabaco y del alcohol”, advierte el  cardiólogo Alejandro Hershson, jefe del Departamento Ambulatorio del Hospital Universitario Fundación Favaloro. Cuanto peor te sentís, menos te cuidás, y, tarde o temprano, eso repercute en tu salud.

La nube negra
Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la pérdida de salud. Se caracteriza por un estado de tristeza o desgano sin una explicación aparente, acompañado de una serie de síntomas que afectan el sueño, la alimentación, el deseo sexual y la voluntad. Suele ser más frecuente en las mujeres que en los hombres y usualmente comienza entre los 25 y los 45 años. Ojo: no confundas esa condición con sentirte bajoneada porque te despidieron del empleo, cortaste con tu novio o tenés problemas familiares. “La depresión es una enfermedad. En algunos casos, se trata de una predisposición genética que genera una mayor vulnerabilidad ante los avatares de la vida”, explica el psiquiatra Marcelo Cetkovich, jefe del Departamento de Psiquíatría del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

¿Cómo podemos reconoc er un cuadr o depresivo? Los especialistas acuerdan en que hay que tener en cuenta básicamente la intensidad y la duración, y cómo afecta lo cotidiano. Por ejemplo, si un proceso de duelo se extiende por más de seis meses y sus consecuencias alejan a la persona de su rutina diaria, debería considerarse como un cuadro de depresión.

“Muchas veces, esta enfermedad es trivializada por la gente y hasta llega a estigmatizarse a quien la sufre como alguien ‘débil de carácter’”, asegura Cetkovich. Algunos médicos también tienen esa actitud. “Muchos colegas evitan inmiscuirse con la depresión: consideran que no es una patología para la que hayamos sido entrenados. Pero es fundamental preguntarle al paciente cómo se siente para abrir el canal de diálogo. Si lo consideramos necesario, lo derivamos a un especialista”, explica Hershson.

El optimismo es salud
Existen cuadros depresivos moderados crónicos que no impiden trabajar, estudiar o mantener una vida social activa, pero la persona que los sufre es incapaz de disfrutar lo que hace. Para evitar algo así, es importante analizar qué tipo de vida lleva y cómo se siente con ella.

Seguramente estés acostumbrada a la presión, a correr contra reloj y a imponerte objetivos altos, pero no deberías excederte. Ese mix de ansiedad, obligaciones y exigencias afecta un organismo y una mente: ¡los tuyos! “Si bien la juventud representa un momento en la vida en el que está bien esforzarse para crecer profesional o socialmente, el logro no alcanza a revertir el estrés que eso genera. Hay que hacer otra cosa para reparar ese daño”, aconseja el doctor Cetkovich. En este sentido, debemos recordar que lo más importante no es lo que nos pasa, sino qué hacemos con eso que nos sucede.

Distintos estudios confirman que la capacidad de disfrutar la vida, el bienestar y una mirada optimista se relac iona n c on un menor r iesgo cardiovascular. En el artículo “Alegría del corazón. Emociones positivas y salud cardiovascular”, publicado por el cardiólogo Carlos Tajer, director de la Revista Argentina de Cardiología, se lo ejemplifica con el estudio “Whitehall II” que se realizó con 7942 participantes. Sus resultados demostraron que el optimismo y la vitalidad emocional se asocian con una incidencia menor de la enfermedad coronaria. El estudio Women’s Health Initiative (Iniciativa para la salud de las mujeres), que incluyó a 97.253 mujeres sanas, evaluó la visión optimista y los sentimientos negativos (como la hostilidad y el cinismo). En el cuartil más optimista se observó un 9% menos de enfermedad coronaria, 30% menos de mortalidad por coronariopatía y 14% menos de mortalidad total en comparación con el más pesimista.

O sea: las emociones positivas predisponen al organismo a un estado de menor “alerta para el combate” y permiten desactivar con mayor rapidez los estados generados por las emociones negativas y el estrés.

Sí, podés vivir mejor
La medicina preventiva tiende a un modelo general en el cual vos seas tu primer agente de salud, en oposición al viejo concepto de “paciente”, asociado con una persona no activa. Para que eso se haga realidad, es fundamental que adoptes la conducta y la conciencia de los hábitos sanos. Además de no fumar, de alimentarte bien y de realizar alguna actividad física, no debés descuidar tu vida social. “La persona con una visión negativa predominante tiende a aislarse”, advierte Hershson. Según un reciente estudio de la Universidad de Brigham Young (Estados Unidos), tener bajos niveles de interacción social es más perjudicial que ser sedentaria o ser alcohólica. Además, es muy importante que hagas lo que realmente te guste. Si tu actividad laboral no te entusiasma, buscá ese motor en otro ámbito. No importa si practicás origami, danzas africanas, running, pintura o piano: cuando hacés algo que realmente te apasiona, te sustraés de los problemas y de las preocupaciones y te concentrás en eso que te gusta. Esto provoca el mismo efecto que la meditación: te centra en el famoso “aquí y ahora”, un principio fundamental para controlar la ansiedad y expandir la mente. Es probable que la solución a un problema de trabajo o una idea reveladora aparezcan mientras estás practicando tu hobby o un rato después de concluir esa actividad. “Está demostrado que la relajación es un mecanismo fisiológico que tenemos para detener el estrés”, especifica Cetkovich.

Esforzate para avanzar en tu carrera laboral, para terminar una maestría o para ahorrar lo suficiente para viajar a Europa, pero nunca, nunca, te olvides de que tenés un solo cuerpo, una mente que necesita del equilibrio y un espíritu que puede ser feliz con cosas simples.

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Entrená para sentirte mejor http://www.cosmo.com.ar/2013/10/entrena-para-sentirte-mejor/ http://www.cosmo.com.ar/2013/10/entrena-para-sentirte-mejor/#comments Wed, 09 Oct 2013 16:24:38 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=3403 El sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular evitable. La cardióloga y deportóloga Soraya Kerbage, a cargo del Programa Educativo para la Prevención Cardiovascular de la Fundación Favaloro, explica que se trata de una epidemia mundial. “La actividad física es una herramienta valiosa que tiene un efecto multiplicador: corrige los factores de riesgo y aminora el daño aterosclerótico (cuando se endurecen las arterias)”, explica la especialista. Además de esos beneficios, también vas a gozar del efecto dominó positivo que produce en tu organismo (aumenta tu capacidad cardiorrespiratoria, tu fuerza, la resistencia muscular, la masa ósea, tu flexibilidad, la coordinación y el equilibrio, al tiempo que disminuye la masa grasa). “Ese conjunto de cuestiones mejora el fitness de la persona, la convierte en más autosuficiente y le permite disfrutar de las actividades recreativas y las deportivas”, sostiene. Una chica activa no solo obtiene beneficios inmediatos, sino que también se asegura una buena calidad de vida en el futuro. Pero cuidado, no se trata solo de  que tengas la constancia de ir al gimnasio, de salir a correr o de hacer algún deporte. La clave para que el hábito sea saludable es adecuar el programa a tus necesidades, tus capacidades y tus intereses. Fijate en cuál de los siguientes tres grupos estás y poné en práctica los consejos de los médicos especialistas.

Sedentaria

Las mujeres que nunca movieron un dedo o que se anotaron en un gimnasio, pero abandonaron a los pocos días están dentro de esta categoría. Si te identificás con ellas, no esperes más: sacudite la modorra e inscribite en el gym. De lo contrario, convivís con un factor de riesgo cardíaco evitable, y no sería extraño que en un tiempo sumes otro más: la obesidad.
Las consecuencias de no hacer una ctividad física constante y frecuente  son muchas. Según el cardiólogo Domingo Motta, responsable de Medicina del Deporte de la Fundación Favaloro,
a partir de los 25 años podés llegar a perder unos 250 gramos de masa ósea y 250 gramos de masa muscular por año. Además, en ese mismo período es probable que ganes entre 500 y 700 gramos de grasa corporal. “Eso significa que, en diez años, una mujer puede aumentar alrededor de cinco a siete kilos, al tiempo que perdería 2,5 kilos de masa ósea y otros tantos de masa muscular. Hay que imaginar esa proyección hasta que llegue a la menopausia: un momento clave en el que se producen cambios metabólicos importantes”, explica.
Cuando te proponés bajar de peso y seguís una dieta baja en calorías, pero sin acompañar el esfuerzo con un programa de actividad física, tu sacrificio es inútil: enseguida vas a recuperar los kilos perdidos, porque tu organismo se “ahorra” las calorías que dejás de consumir y no se desprende de las grasas. En cambio, cuando hacés ejercicio aeróbico sostenido en el tiempo, forzás a tu metabolismo a desprenderse de las grasas y a acomodar tu gasto calórico a la ingesta. Para eso necesitás saber cuántas calorías gastás durante el día, para que tu dieta te aporte las que necesitás para tener un peso saludable. Ese asesoramiento te lo pueden dar un médico especialista en Medicina del Deporte y una nutricionista. “Al aumentar el gasto calórico, se mejora el rendimiento. Eso hace que se pierda grasa y se gane masa muscular, lo que garantiza un mejor metabolismo basal”, dice Motta.
¿Ya te decidiste? Felicitaciones. La doctora Kerbage sugiere que combines ejercicios aeróbicos de bajo impacto (como caminata, cinta o bicicleta fija) con otros de fuerza y de resistencia muscular con mediana carga, para disminuir la grasa corporal y aumentar la muscular y la densidad ósea. También tenés que incluir una rutina de ejercicios abdominales que fortalezcan la zona: eso te ayuda a proteger la columna y además favorece el retorno venoso. Si preferís hacer deportes, Kerbage te propone que optes por el tenis, el golf o la natación. “El trote solo está recomendado en aquellas que hayan corrido antes, que no tengan sobrepeso ni alteraciones ortopédicas (como discopatías lumbares: una de las afecciones de la espalda más frecuentes) o cervicales”, advierte Kerbage.
Si no te copa mucho ir al gym, podés practicar baile, yoga, pilates o taichi: tienen beneficios adicionales como el relax, la disminución de la frecuencia respiratoria y cardíaca, y la  sociabilidad.

 

 

Espíritu gym

El segundo grupo lo conforman las mujeres que hacen actividad física frecuente. ¿Vas tres o cuatro veces por semana al gimnasio? ¿Te hiciste amigas allí y te cuesta horrores perderte una clase cuando estás con mucho trabajo o preparando un examen? ¡Genial! Los trabajos aeróbicos de resistencia y de fuerza te ayudan a mejorar tu acondicionamiento aeróbico y la flexibilidad. Pero lo ideal es que el entrenamiento sea supervisado.
El doctor Motta recomienda priorizar los trabajos aeróbicos al menos dos veces por semana, una hora por vez, y, hacer los de fuerza y resistencia corporal una vez por semana, con cargas mínimas que no superen el 30% de tu peso: realizá tres series de 15 a 20 repeticiones de cada grupo muscular. No te olvides de la entrada en calor ni mezcles las rutinas: si un día hacés la aeróbica, dejá la de fuerza para el siguiente.
La doctora Kerbage sugiere complementar el programa con un mínimo de 200 abdominales diarios, y alternar otros días de la semana con clases de baile (jazz, hip hop o tap), trote (de cinco a seis kilómetros por hora, durante 30 a 40 minutos) o ciclismo. “Te conviene descansar 24 o 48 horas para que los músculos recuperen la energía. Ojo con las excesivas cargas con pesas, ya que pueden provocar hernias de disco”, advierte Kerbage.
Tenés que beber líquido mientras ejercitás: de lo contrario, baja el contenido de plasma y aumenta el ritmo cardíaco.

(Casi) profesional

¿Jugás al tenis tres veces por semana y competís en un torneo de interclubes? ¿Te enganchaste en un running team y no te importa levantarte los sábados a las 7 para ir a correr? Estás en el grupo de las que se entrenan como si fueran deportistas de alto rendimiento. Cuando le exigís ese esfuerzo a tu cuerpo, tenés que saber cómo funciona. Deberías consultar con un especialista en Cardiología del Deporte para que él detecte tus límites de entrenamiento saludable. De lo contrario, quedás expuesta a lesiones, fatiga crónica, pérdida de masa ósea, alteraciones hormonales o trastornos nutricionales. “Con una serie de pruebas aérobicas en cinta o en bicicleta, muy rápidas y sencillas, evaluamos la capacidad física para un entrenamiento saludable de cada una y su gasto calórico y nutricional. Así, se logran datos fundamentales para que el entrenador pueda programar las distintas variantes de entrenamiento y el nutricionista arme un plan de alimentación ajustado a sus requerimientos”, explica Motta. Esta evaluación se basa en diferentes pruebas aeróbicas y anaeróbicas, de acuerdo a la modalidad del deportista (recreativa, competitiva o de alto rendimiento).
A efectos de preservar tu salud cardiovascular e incluso de los resultados deportivos, no debés entrenar del mismo modo que un varón. Tu plan de entrenamiento tiene que adaptarse a tus condiciones fisiológicas, que son distintas que las del hombre. En los grupos de corredores se suelen dar programas generales, y la mujer corre riesgos porque, en vez de realizar un trabajo de resistencia, por ejemplo, hace uno de potencia. “Eso la agota y, probablemente, la frustre. Puede llegar a tener problemas de salud”, advierte Motta.

Movimientos controlados

Para planificar el tipo de actividad y la intensidad más adecuados para tu organismo, tenés que conocer tu estado físico previo. De lo contrario, quizá hagas una actividad física con una intensidad mayor a la que te correspondería y eso te podría producir deshidratación o fatiga muscular, y tampoco quemarías grasa. Entonces, consultá con un cardiólogo especialista en Medicina del Deporte. Él te hará pruebas aeróbicas con medición del consumo directo de oxígeno (en cinta o en bicicleta): a partir de las respuestas, se programa la intensidad de las cargas de entrenamiento o de la actividad competitiva en deportes de resistencia (como maratón, carreras de aventura o ciclismo). También te hacen una medición de la composición corporal (masa muscular, grasa, ósea y sus relaciones) y una antropometría (es una serie de mediciones que permiten conocer las dimensiones de tu cuerpo). Con esos datos, se pueden diseñar la dieta y la hidratación deportiva adecuadas. “Planificar el tipo de carga posibilita elegir la actividad más adecuada para controlar los factores de riesgo (como colesterol, hipertensión arterial o diabetes, por ejemplo) y para prevenir enfermedades. También ayuda a programar la clase de entrenamiento y la intensidad para lograr un adecuado gasto metabólico en kilocalorías”, asegura el doctor Motta. O sea: vas a perder peso y a ganar salud.

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Alimentate bien http://www.cosmo.com.ar/2013/09/alimentate-bien/ http://www.cosmo.com.ar/2013/09/alimentate-bien/#comments Thu, 12 Sep 2013 17:53:20 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=3196 ¿Te acordás de Super Size Me, el documental que realizó Morgan Spurlock en 2004? Durante un mes, él se alimentó únicamente con menús de una cadena de comida rápida: en ese tiempo engordó once kilos, tuvo daños en el hígado, su masa corporal aumentó un 13% (el índice llegó a 26, lo que se considera dentro del rango de “sobrepeso”), experimentó cambios de humor y sufrió disfunción sexual. El gastroenterólogo, el nutricionista y el médico clínico que lo evaluaron le aseguraron que podría sufrir un ataque al corazón. Está claro: somos lo que comemos. Y lo que comés hoy va a repercutir (para bien o para mal) en tu vida dentro de diez o de quince años.

Según la Organización Mundial de la Salud, las afecciones cardiovasculares son la principal causa de muerte dentro del grupo de las enfermedades crónicas no transmisibles. Les siguen el cáncer, los trastornos respiratorios y la diabetes. Estas dolencias comparten cuatro factores de riesgo: el consumo de tabaco, la inactividad física, el uso nocivo del alcohol y las dietas deficientes. ¿Qué significa esto? Podemos (y debemos) prevenir estas enfermedades a partir de una buena nutrición. Por eso, vamos a enseñarte a comer mejor, con los beneficios que eso supone: un organismo más eficiente y una apariencia espléndida.

Premisas vitales

La licenciada en Nutrición María Inés Somoza, jefa de la División Nutrición del Hospital Universitario Fundación Favaloro (www.fundacionfavaloro.org), señala algunas consideraciones básicas:

  • ❤ La alimentación saludable no es sinónimo de restricciones.
  • ❤ Debés comer variado durante la semana.
  • ❤ Un estilo de vida saludable también implica la actividad física frecuente y no fumar. “Nuestro organismo y la genética no se han modificado, aunque sí nuestro estilo de vida. Podríamos decir que el cuerpo que tenía un ser humano de la era paleolítica es igual al que tenemos hoy, pero encerrado en una era industrializada, consumista y sedentaria”, explica Somoza.
  • ❤ Alimentarte bien es no saltear comidas. Si querés mantener tu peso y estar sana, tenés que hacer cuatro comidas al día. Si evitás almorzar, lo único que hacés es llegar a la hora de la cena desaforada.

Lo que debés incorporar

La investigación Hay que cambiar la mesa de los argentinos, presentada por los licenciados en Nutrición Sergio Britos y Agustina Saraví en el Congreso Argentino de Nutrición realizado en 2009, demuestra que la dieta de los argentinos es monótona y limitada: carnes rojas, pan, galletitas, aceite de girasol, azúcar y papa. Si querés sentirte y verte bien, tenés que variar tu alimentación.

Empezá a consumir mariscos y pescados grasos: atún, caballa, jurel, sardinas, anchoas y salmón. Aunque tienen menos Omega 3 (una sustancia con múltiples beneficios para el organismo), la merluza, la brótola y el lenguado también son muy recomendables.

En el almuerzo y en la cena tenés que incluir vegetales y frutas de todos los colores, alternándolos durante la semana: anaranjados (zanahoria y calabaza), rojos (tomates, ajíes y remolacha), verdes (espinaca y brócoli), violáceos (berenjena) y blancos (cebolla y coliflor). Lo aconsejable son cinco porciones diarias de verduras y frutas. Son indispensables las que aportan vitamina C, como el kiwi, los cítricos y los frutos rojos (tienen fitoquímicos, unas sustancias que se relacionan con la menor prevalencia de enfermedades cardiovasculares). No consumas las frutas como postre, sino como ingesta una o dos horas después de la comida.

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En el desayuno, comé cereales sin agregado de azúcar, como copos de maíz, granola, avena, trigo integral y salvado de avena (su cáscara disminuye el colesterol en sangre y ayuda a eliminarlo por la vía digestiva). Consumí semillas de chía, lino, amaranto y zapallo: usalas en ensaladas o agregalas a otras preparaciones. Procesalas o molelas con un mortero antes de comerlas: si las partís, algunos aceites esenciales podrían perderse.

Las lentejas, los garbanzos, los porotos, la soja y el tofu “son fundamentales porque tienen fibra, no aportan grasas y generan gran saciedad. Comé tres porciones (cada una del tamaño de un pocillo de café) a la semana”, aconseja Somoza.

Reemplazá las carnes rojas por las blancas, como el pollo sin piel (elegí la pechuga, que tiene menos grasa). “Lo ideal sería no consumir más de dos raciones semanales de carne de vaca o de cerdo”, recomienda Somoza. Las porciones de alimento deben tener concordancia con tu tamaño físico: en este caso, la carne debe caber en la palma de tu mano.

Lo que te conviene reemplazar

La dieta occidental es rica en harinas refinadas, carnes procesadas, grasas animales y azúcar: se relaciona con el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de ciertos tipos de cáncer. Entonces, empezá por descartar de tu alimentación los productos elaborados en la panadería, las golosinas, los jugos artificiales y las gaseosas, las carnes procesadas (despedite de las hamburguesas envasadas y de las salchichas) y los aderezos, como la mayonesa. No les agregues sal a las comidas. “Los alimentos industrializados contienen sodio oculto en los conservantes y en los aditivos. Por ese motivo, hay que evitar los caldos y las sopas, los embutidos, las galletitas y los snacks”, detalla la nutricionista.

Tratá de consumir cada vez menos grasas de origen animal o saturadas (se relacionan con el colesterol), como la piel de pollo, las carnes rojas, los embutidos, los fiambres y los quesos duros. ¿Cuáles son las grasas más saludables? Las de origen vegetal. “Es fundamental que nos acostumbremos a usar aceite de oliva extravirgen. Ese fruto contiene Omega 9, unos ácidos grasos insaturados que disminuyen la incidencia de enfermedades cardiovasculares”, dice Somoza. Ese es uno de los pilares de la llamada “dieta mediterránea”. En un estudio realizado por el equipo de estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) y publicado este año en la revista médica The New England Journal of Medicine, de los Estados Unidos, quedó demostrado que la dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva extravirgen o con frutos secos (nueces, avellanas y almendras) permite reducir hasta un 30% el riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares, como infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular. Los frutos secos tienen muchas calorías: controlá el tamaño de la porción, que no debe exceder la medida de lo que cabe en tu puño.

La licenciada Somoza explica que la buena alimentación no implica prohibir ni eliminar, sino comer en forma saludable y equilibrada. Por eso, podés darte el gusto de una porción de torta de vez en cuando. Ojo: no es cuestión de que comas un paquete de galletitas a diario.

En el súper

La buena alimentación se inicia en el supermercado. El chef Gerónimo Favaloro, especialista en comida saludable y panelista de cocina del programa Favaloro Televisión (que se emite los domingos por A24), da unos consejos claves:

1 Empezá el recorrido de compras en la verdulería. Elegí una gran variedad de frutas de estación. En invierno, optá por manzanas y cítricos (pomelo, limón y naranjas); en verano podés elegir frutas más dulces (banana, maracuyá, mango, ananá, sandía y uvas). Hacé una selección de vegetales: tomate, zanahoria, morrón, berenjena, papa, batata, cebolla morada, cebolla de verdeo, ajo y las verduras de hojas verdes.
2 Luego, elegí cereales integrales: galletitas de salvado, semillas (lino, sésamo, girasol, chía, amapola) y frutos secos. “Las harinas refinadas y los productos industriales producen hinchazón, así que limitá su consumo”, recomienda Favaloro.
3 Comprá aceite de oliva extravirgen: olvidate de la manteca y de la margarina.
4 Evitá el café. Te conviene contar con una variedad de tés: manzanilla (para descansar), coca (para purificar la sangre y energizarte), rojo (bebelo con moderación, porque incrementa el apetito), verde (es antioxidante), boldo (es digestivo), cedrón y menta.
5 En el sector de fiambrería, elegí alguna variedad de queso: brie, camembert, cáscara roja y por salut. Somoza recomienda que comas acompañada. “En la mesa se ponen en juego los vínculos, que son fundamentales para la salud física en general y la emocional”, concluye la especialista.

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Dejá de fumar http://www.cosmo.com.ar/2013/08/deja-de-fumar/ http://www.cosmo.com.ar/2013/08/deja-de-fumar/#comments Thu, 01 Aug 2013 18:29:12 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=2941 Según la última encuesta del Ministerio de Salud de la Nación, en la Argentina se estima que el 29% de la población fuma. Al año mueren 40.000 fumadores activos y 6000 pasivos por causas vinculadas con el tabaquismo. Entonces, ¿qué esperás para dejar el cigarrillo? La nicotina es adictiva. En algunas personas, este efecto es cuatro veces más potente que la cocaína y  15 más que el alcohol. Como se trata de una gran batalla, hay que recurrir a las herramientas  adecuadas. Proponete abandonar el vicio: los mejores especialistas te ayudan a lograrlo.

EL PRIMER PASO
El tabaquismo produce una dependencia química (a la nicotina), psicológica (relacionada con la conducta aprehendida) y social (tiene que ver con los rituales que implica el hábito). El neumonólogo Jorge Cáneva, jefe de la división Neumonología del Hospital Universitario Fundación Favaloro y director del programa para dejar de fumar de esa institución, considera: “La fumadora es una persona enferma y, como tal, tiene que buscar el asesoramiento y la guía de un médico que la ayude a controlar su adicción y a generar estrategias para modifi car sus conductas”, asegura. Entonces, aunque solo consumas cinco cigarrillos por día, cuando decidas dejar de fumar será conveniente que recurras a un especialista en cesación tabáquica: con su ayuda, el proceso te va a resultar más fácil y vas a multiplicar las chances de éxito.
“A la hora de intentar dejar el cigarrillo, cada paciente tiene su traje a medida”, asegura la neumonóloga María Inés Medín, coordinadora médica del Programa de Tabaquismo del Hospital Universitario Fundación Favaloro. De acuerdo a su experiencia, el mejor team antitabaco debería estar integrado por un neumonólogo, un nutricionista y un psicólogo. Cuanto más interdisciplinario sea el grupo de profesionales, más fácil será lograr el objetivo. Tu grado de adicción se mide con dos variables básicas: la cantidad que fumes por día y si lo hacés dentro de los primeros 30 minutos desde que te levantás.

PONÉ TODO EN LA BALANZA
Cuando fumás, tu organismo libera algunas sustancias que, además de generar una sensación de placer, disminuyen el apetito. Por eso, es usual que subas de peso cuando dejás el cigarrillo. Es posible evitarlo, ya que existe una medicación específi ca que ayuda a controlar la abstinencia y el apetito. “Cuando alquien que fuma abandona el hábito por su cuenta, se estima que puede aumentar entre uno y siete kilos. En cambio, si recurre a un especialista y con la ayuda de la medicación, no varía de peso. Incluso, puede sorprender que adelgace, ya que incorpora hábitos más sanos de alimentación y empieza a realizar actividad física”, explica Medín. Ojo: no se trata de esforzarte por dejar de fumar y por seguir una dieta, sino que vas a aprender mejores hábitos de alimentación. Los fumadores usualmente tienen un patrón de comida poco saludable. Eso genera alteraciones en los valores de sangre: presentan un défi cit de vitaminas y producen más radicales libres (son átomos que causan daños en las células). Por eso, están sometidos a un proceso de envejecimiento acelerado.

MÁS SANA, MÁS LINDA
Conviene que conozcas qué ocurre exactamente cuando dejás de fumar. Los beneficios se pueden clasificar según el tiempo que haya pasado desde la última vez que encendiste un cigarrillo. A corto plazo, mejora tu capacidad funcional respiratoria. “Tu organismo ya no recibe monóxido de carbono, un gas tóxico que disminuye tu capacidad aeróbica”, explica el doctor Cáneva. Entonces, podés realizar cualquier esfuerzo que te propongas, como participar de una maratón o bailar toda la noche en una fiesta electrónica. A mediano plazo, se modifica notablemente tu aspecto: mejora la apariencia de tu piel; se aclara el tono amarillento de tus dientes, de los dedos y de las palmas de las manos; y tu pelo se ve más sano y fuerte. “Históricamente, la industria tabacalera tuvo a los mejores publicistas de su lado. Ellos se ocuparon de asociar el cigarrillo con una mujer exitosa, delgada y bella, que rompió cadenas con el machismo tradicional. La realidad es que la que fuma daña su salud y también perjudica a quienes la rodean: aunque lo haga en ambientes abiertos, su piel, su pelo y su ropa contienen toxinas”, advierte Medín. Si fumás en un ambiente cerrado, las partículas tóxicas quedan suspendidas en el aire durante 15 días, y todos las respiran. Luego de seis meses libres de humo, los catarros, los resfríos, las bronquitis y las molestias de garganta disminuyen. También decrece la frecuencia anual de infecciones respiratorias. Al año, reducís un 50% el riesgo de infarto y un 100% el de un accidente cerebrovascular (ACV). “Los efectos de abandonar el cigarrillo se ven más rápidamente en los jóvenes”, asegura el doctor Cáneva. La causa: se supone que una chica que fumó durante diez años (desde los 17 hasta los 27, por ejemplo) está menos intoxicada que la que lo hizo durante tres o más décadas. Entonces, no le cuesta tanto revertir los daños. Una verdad que espanta: cada cigarrillo tiene 7000 sustancias nocivas (como el alquitrán y sus derivados) que se relacionan directamente con el cáncer. “El tabaco se vincula con el cáncer de pulmón y el de laringe, pero también incide en el de mamas, entre otros”, advierte Medín. Más motivos para dejar de fumar: después de una década sin hacerlo, bajás a cero el riesgo cancerígeno.

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MANOS A LA OBRA
Según la investigación del doctor en Psicología James Prochaska, director del Cancer Prevention Research Center (Centro de investigación y prevención del cáncer) de la Universidad de Rhode Island (Estados Unidos), el proceso de abandono del cigarrillo consta de cuatro etapas:

  • 1.Precontemplativa: Te resistís a dejar el cigarrillo, a pesar de la presión de tu entorno o de tu médico. En esa instancia, no sirve ningún tratamiento. La doctora Medín aconseja que te sometas a una serie de estudios médicos: eso hará que tomes conciencia de que tenés que hacer un cambio para evitar el riesgo de un cuadro grave a mediano o a largo plazo.
  • 2. Contemplativa: Pensás en dejar de fumar. Es el momento de buscar la ayuda de un médico especializado o de iniciar un programa antitabaco. Como preparación para el día D, es aconsejable que durante la semana previa bebas varios litros de agua diarios y que cambies la marca habitual de cigarrillos que consumís y que sea light (la idea es que el nuevo sabor te resulte desagradable y que vayas disminuyendo la cantidad de nicotina en el organismo). También es fundamental que hagas alguna actividad física: te va a ayudar a bajar el nivel de ansiedad. Además, es bueno que lleves un registro escrito de cada cigarrillo que encendés, que bajes el consumo al máximo posible y que modifi ques ciertas conductas (dejar de tomar café y alcohol, por ejemplo, porque se asocian con el cigarrillo). Un detalle clave: empezá a decir “quiero dejar de fumar” en vez de “tengo que”: esto último se asocia con una imposición y, como suele suceder con cualquier mandato, quizá sientas la tentación de transgredirlo. Aceptá las sugerencias de tu médico. Tené en cuenta que aunque los chicles, los caramelos y los parches antitabáquicos son de venta libre, solo deberías usarlos por recomendación profesional. “Muchas personas recurren a los parches sin haber abandonado el cigarrillo. Eso no solo es inútil: además, eleva la cantidad de nicotina en la sangre. Para que esos recursos sean efectivos es importante usarlos correctamente”, dice Medín.
  • 3. Etapa de decisión y acción: ¡Llegó el momento! Tu nueva vida tiene que empezar sin ningún tipo de objeto que asocies con el vicio: deshacete de los ceniceros, los encendedores y la taza de café o el mate que usabas mientras fumabas. Por supuesto: tirá todos los cigarrillos que tengas. Tu entorno es una pieza clave: los que te rodean tienen que saber cuál es tu objetivo (pediles ayuda). Los primeros días, dentro de lo posible, evitá el contacto con los fumadores.
  • 4. Mantención: Cuando abandonás el cigarrillo, si fuera necesario, iniciás un tratamiento farmacológico que dura tres meses. Las mañanas son cruciales: en ese momento del día el nivel de nicotina en sangre es el más bajo, y el cerebro “pide” una dosis. Para controlar la ansiedad, es imprescindible que realices alguna actividad física y que te duches después (porque eliminás nicotina de la piel). Incorporá más frutas, verduras y lácteos a tu dieta. El proceso de abandono del cigarrillo contempla una última etapa: la recaída. Las estadísticas mundiales indican que entre el 40 y el 45% de los exfumadores recae dentro del primer año. “Cuando eso sucede, lo más importante es pedir ayuda profesional de  inmediato. Algunas personas suman ocho o nueve intentos antes de abandonar defi nitivamente el cigarrillo. El proceso resulta más fácil cuando seguís un tratamiento sistematizado”, asegura Medín.
    Podés consultar las instituciones en las que podés hacer tratamientos gratuitos o arancelados según tu lugar de residencia en el site www.msal.gov.ar/tabaco. También están abiertas las puertas de la Fundación Favaloro (fundacionfavaloro.org/dejar_ de_fumar_tabaquismo.html). La Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) cuenta con sedes en el interior del país y ofrece asistencia por Internet (lalcec.org.ar). Tené en cuenta que no vas a padecer la abstinencia durante toda tu vida. Cuanto más tiempo pasa, menos chances hay de que vuelvas a fumar.
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Sumá tu corazón http://www.cosmo.com.ar/2013/07/suma-tu-corazon/ http://www.cosmo.com.ar/2013/07/suma-tu-corazon/#comments Mon, 15 Jul 2013 21:11:50 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=2660 El miércoles 11 de julio, el hotel Sheraton Libertador fue el escenario de un encuentro muy especial, en el que nuestras lectoras recibieron información sobre enfermedades cardíacas y consejos para tener una vida más plena y saludable, en el marco de la campaña Cuidá tu Corazón, en la que Cosmopolitan participa junto a  la Fundación Favaloro y la agencia Ogilvy & Mather Argentina.

Durante el evento, las chicas se realizaron controles médicos y se llevaron una ficha con información personalizada, mientras se deleitaban con cosas ricas, cafés y jugos preparados por el Sheraton Libertador, que se sumó solidariamente a la causa.

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La doctora Laura Brandani, cardióloga y jefa de prevención del Centro de Vida de la Fundación Favaloro junto a Alejandra Marino, directora de Ogilvy PR, de la agencia Ogilvy & Mather Argentina y Majo Grillo, encabezaron la charla en la que explicaron la importancia de cambiar los hábitos para mejorar nuestra vida y también de la responsabilidad de todas de crear conciencia y convertirnos en verdaderas voceras de la campaña Cuidá tu Corazón.

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Para finalizar la tarde, y para agradecerles a las lectoras por su compromiso a sumarse a la iniciativa, se realizaron sorteos de productos capilares de Biferdil, Pantene, Capilatis, planchitas de pelo de Ga.Ma, cremas de Eucerin y de Fisiogel, perfumes de Kenzo y conjuntos de ropa interior de Selú y Aretha.

Ganadoras

¿El dato de color? Entre tantas mujeres, encontramos a un hombre que acompañó a su novia, interesado por conocer todo lo que se refería a salud femenina. Y además, ¡ganó un premio! que, obviamente, le obsequió a su chica.

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Si te perdiste esta experiencia, esperamos contar con vos en la próxima.

PUBLICO

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Tu corazón… http://www.cosmo.com.ar/2013/07/tu-corazon/ http://www.cosmo.com.ar/2013/07/tu-corazon/#comments Wed, 03 Jul 2013 20:57:29 +0000 http://www.cosmo.com.ar/?p=2566 Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres muere como consecuencia de afecciones cardiovasculares. En la Argentina, las enfermedades del aparato circulatorio (entre las que se incluyen las isquémicas del corazón y la insufi ciencia cardíaca) son la principal causa de muerte en las mujeres. Sin embargo, la mayoría desconoce ese riesgo: según un estudio que la consultora TNS-Gallup realizó en 2011 para la Fundación Favaloro, seis de cada diez argentinas creen que no corren riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares. Lo que debés conocer es que podés prevenir esas dolencias si te ocupás de tu salud vascular desde chica y adoptás hábitos saludables. Por eso, nos sumamos a la campaña de concientización “Cuidá tu corazón”, de la Fundación Favaloro y Ogilvy & Mather Argentina, y de acá a fin de año vamos a ofrecerte las recomendaciones de los mejores expertos y una agenda de  actividades en todo el país para que participes de ellas.
“Es muy importante saber que lo que hoy hace o no hace una chica repercutirá en su corazón dentro de 20 o de 30 años. Si hay antecedentes de hipertensión en la familia y ella no controla su peso ni tiene el hábito de la actividad física, a los 50 va a haber incrementado las probabilidades de ser hipertensa; y a los 70, de sufrir un infarto”, advierte la cardióloga Laura Brandani, jefa de prevención del Centro de Vida de la Fundación Favaloro. Entonces, ocupate de tu corazón.

Lo que debés saber

Si bien cualquier enfermedad cardiovascular suele ser más frecuente en los hombres, el riesgo de muerte es superior en las mujeres. Esto se debe a que tenemos mayor probabilidad de contraer diabetes, hipertensión y valores anormales de colesterol, que son factores de riesgo. Por otra parte, como no solemos considerar la posibilidad de padecer este tipo de dolencia, llegamos a la consulta médica con cuadros más avanzados. Un trabajo conjunto del Hospital General de Agudos Carlos G. Durand, de la ciudad de Buenos Aires y de la Fundación Favaloro demostró que muchos médicos subestiman el riesgo cardíaco en las mujeres: según se comprobó en ese relevamiento, las que ingresan a la sala de emergencia con un infarto agudo de  miocardio reciben menos intervenciones diagnósticas y terapéuticas que los varones que sufren el mismo cuadro.
El cardiólogo Gerardo Bozovich, director médico de la Fundación Favaloro, asegura: “No existe mejor tratamiento que la prevención”. Las personas que llevan un estilo de vida saludable desde jóvenes tienen el mejor pronóstico ante cualquier afección. Por eso es importante que empieces a cuidar tu corazón.
“La mujer en edad fértil tiene cierta protección natural porque su funcionamiento hormonal demora la aparición de las enfermedades coronarias, pero no está exenta de ellas”, advierte Bozovich. La cantidad de mujeres menores de 50 años que sufren episodios cardíacos está aumentando progresivamente en las últimas décadas. Eso se debe principalmente al estrés que implica la multiplicidad de tareas (a las responsabilidades hogareñas se les suman las profesionales y, en muchos casos, las de la maternidad).

La importancia de prevenir

La campaña “Cuidá tu corazón” es una réplica de “The Heart Truth ®”, una iniciativa del National Heart, Lung and Blood Institute (Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre, o NHLBI, según su sigla en inglés) de los Estados Unidos. A pedido del NHLBI, la agencia Ogilvy Public Relations creó la campaña en ese país en 2002. Ese programa nacional de educación para mujeres se inició ante el incremento de las muertes femeninas por problemas cardíacos, y su objetivo es aumentar la conciencia e incentivar la prevención de esas enfermedades y sus factores de riesgo.
Desde 2009, la Argentina es el único país autorizado a realizar la misma campaña, que cuenta con el apoyo de la Fundación Favaloro. Igual que en los Estados Unidos, en nuestro país cada año se realiza “El desfile del vestido rojo”, un evento que cuenta con la colaboración de diseñadores y de celebrities. “Podemos tomar medidas para prevenir las enfermedades del corazón. Hay que adoptar el hábito de realizarse un examen físico anual en el que se controlen la presión, el colesterol, el índice de masa corporal y la glucosa en sangre. Además, en la consulta con el profesional podemos revisar los niveles de actividad física y desarrollar un plan personal que reduzca el riesgo cardíaco. Sin importar la edad de la mujer, porque nunca es demasiado temprano o demasiado tarde para tomar medidas”, asegura la cardióloga Cristina Rabadán- Diehl, portavoz de la campaña norteamericana y subdirectora de la Oficina de  Salud Global del NHLBI.
Igual que las argentinas, las estadounidenses creen que las patologías cardíacas no las afectan tanto como a los hombres. Se sorprenden al enterarse de que, en realidad, las enfermedades coronarias suman más víctimas que el cáncer de mama. Gracias a la campaña, eso cambió. “Esta es una de las iniciativas de educación de salud pública más exitosas que se hicieron a nivel nacional”, afirma Rabadán-Diehl.

Señales que no deberías ignorar

Ciertos síntomas indican que podrías llegar a tener problemas cardíacos. El despertar brusco no siempre es producto de una pesadilla: quizá se deba a la apnea del sueño, un trastorno que afecta al 2% de las mujeres y que se caracteriza por breves interrupciones de la respiración al dormir. Si no se la trata, esta condición aumenta el riesgo de sufrir accidentes  cerebrovasculares (ACV) y, a la larga, también puede asociarse con enfermedades coronarias, insuficiencia cardíaca, arritmias e infarto. Como esta situación no suele ser recordada a la mañana siguiente por quien la sufre, tenés que estar alerta si percibís síntomas relacionados (como la sensación de un sueño poco reparador, la somnolencia diurna excesiva, ronquidos intensos, cefaleas matinales, irritabilidad, olvido, cambios en el estado de ánimo, ansiedad y depresión).
Es posible que una mujer sufra un infarto y no se dé cuenta, ya que los síntomas pueden ser muy diferentes de los que presentan los hombres o bien ser inexistentes. No siempre el cuadro se evidencia con el clásico dolor en el pecho y el adormecimiento del brazo izquierdo. Hay que prestarle atención a otro tipo de síntomas, sin causa aparente, como por ejemplo dolores en la boca del estómago, fuertes náuseas y vómitos, angustia súbita, fatiga importante, mareos repentinos y la sensación de que el corazón “se te sale del pecho”. Como no parecen las evidencias de un problema cardíaco, el tratamiento se demora y el pronóstico empeora. Por ese motivo, los infartos en la mujer suelen ser más graves y su tasa de mortalidad es más elevada que la de los varones.
Si una mujer tiene algunos de esos síntomas, hay que llamar inmediatamente a un servicio de emergencias, ya que cuanto más rápido se la asista, mayores serán las probabilidades de salvarla.

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Cambio de hábitos

Una buena manera de prevenir el riesgo cardíaco es hacerte un chequeo anual para controlar los valores de glucemia, la presión arterial y el colesterol. Si tenés antecedentes familiares o personales de hipertensión, te conviene repetirlo al menos cada seis meses.
¿Todavía fumás? Proponete dejar de hacerlo. Un equipo formado por un neumonólogo, un psicólogo y un nutricionista es ideal para ayudarte a alcanzar tu objetivo.
Sabemos que el sobrepeso y la obesidad están estrechamente ligados a la enfermedad cardíaca. Pero lo que pocos conocen es que un peso por debajo del normal complica el tratamiento en caso de sufrir un episodio cardíaco. Entonces, tenés que alimentarte adecuadamente: te conviene consumir entre cuatro y cinco porciones de fruta por día, y dos de verduras (deben ser de colores variados). Y, por supuesto, es fundamental que realices alguna actividad física regularmente: además de mantenerte en buen estado, te ayuda a bajar el nivel de estrés. Tu salud, agradecida.

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